Por Ciro Di Costanzo (para Safe Democracy)

Ciro Di Costanzo dice que el esfuerzo de la Administración Bush de frenar la inmigración militarizando la frontera con México, enviando a seis mil miembros de la Guardia Nacional, y construyendo un muro de 595 km. son intentos inútiles, y un verdadero retroceso para las relaciones bilaterales. Di Costanzo explica por qué se han tomado estas medidas, a qué responden, qué factor ha jugado el 11-S y cómo tiran por la borda «la enchilada completa», prioridad numero uno de la diplomacia mexicana bajo el presidente Fox.


Ciro Di Costanzo es periodista y analista de política internacional. Conduce actualmente uno de los programas más importantes de radio de México (Reporte 98.5fm en su tercera emisión) y es catedrático de Comunicación y Política Internacional en la Universidad Iberoamericana. Ha realizado coberturas internacionales y fue fundador del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales. Da conferencias en las principales universidades de su país y en el extranjero.

AL ARRANCAR LA ADMINISTRACIÓN DEL PRESIDENTE MEXICANO VICENTE FOX, se diseñó lo que se convertiría en la piedra angular del despliegue de la política exterior mexicana: el acuerdo migratorio, esto es, el intento de presionar a Estados Unidos para que regularice a millones de connacionales que habitan en la hiperpotencia.

En México se le conoció como «la enchilada completa», apodo con el que el propio ministro de Asuntos Exteriores de aquel momento (Jorge Castañeda) había bautizado la prioridad numero uno de la diplomacia mexicana.

TODO CAMBIÓ CON EL 11-S
El camino para lograr semejante hazaña parecía despejado. Por primera vez se había incluido el tema migratorio en la agenda bilateral, tradicionalmente narcotizada. La «enchilada completa» parecía estar servida. No obstante, sobrevino el fatídico 11-S y las prioridades cambiaron para el gigante norteamericano: la guerra en Afganistán, en Irak, la seguridad y el combate al terrorismo fueron las prioridades. Y la relación bilateral México-Estados Unidos se enfrió frente al intenso escenario de guerra y la negativa mexicana de apoyar una aventura en Oriente Medio.

Cinco años después, resurge el tema migratorio de la mano de la polémica (y draconiana) iniciativa Sensenbrenner aprobada en la Cámara de Representantes, que criminaliza al inmigrante indocumentado y que se encuentra debatiéndose en el Senado, provocando masivas manifestaciones a favor del inmigrante nunca vistas antes en Estados Unidos.

Vuelve a aparecer el rostro de la frialdad bilateral en su máxima expresión: el presidente George W. Bush ha tomado la decisión de militarizar la frontera con México, enviando a seis mil miembros de la Guardia Nacional, mientras se aprobó en el Congreso la construcción de 595 kilómetros de un muro fronterizo. De «la enchilada, al enchilamiento», como decimos en México.

Por su parte, el Gobierno mexicano responde con una nota diplomática. No es para menos.

Desde mi punto de vista, habría que leer semejante decisión bajo dos dimensiones:

UNO: LA DIMENSIÓN EXTERNA

En términos diplomáticos es un desastre. Se trata de un auténtico garrotazo hacia México, sin zanahoria de por medio. A pesar de que no se acepte el término «militarización», enviar 6.000 miembros de un cuerpo militar a la frontera es considerado por toda la normatividad internacional como un acto hostil de un Estado hacia otro. Menos aún cuando no existe ninguna situación de pre-guerra.

Y más aún peor cuando el vecino es uno de los principales socios comerciales de Estados Unidos. México no fue tomado en cuenta. La frialdad persiste.

MEDIDAS INÚTILES
En términos prácticos, las medidas no solucionan el fenómeno de la migración masiva mexicana hacia Estados Unidos, que ya alcanza algo de 400 mil inmigrantes al año (a través de la frontera).

Hay que entender que la lógica del comportamiento del flujo migratorio entre México y Estados Unidos es económica. Disparidad en el ingreso, y complementariedad en los mercados laborales de ambos lados de la frontera son la razones que explican el fenómeno. Ni enviando un millón de soldados se detendría el ánimo del inmigrante hacia la supervivencia. Solo lo tornaría más peligroso.

DOS: LA DIMENSIÓN INTERNA
Tan imprácticas se presentan las nuevas medidas fronterizas que evidencian las verdaderas razones de su implementación: necesidades político-electorales del presidente estadounidense. El primer mandatario se encuentra en un piso histórico de popularidad y aceptación (29 por ciento). Quizá sea el presidente más impopular en la historia reciente y necesite sacudir a su electorado, particularmente a los más conservadores del ala republicana.

Paralelamente, Bush ofrece el pago necesario a los ultraconservadores para sacar adelante una Reforma migratoria integral, sin perder su apoyo e intentando recolectar una parte del voto latino. La zanahoria.

Y en medio de toda esta maniobra, México no fue tomado en cuenta.

Otra vez.