Por Mercedes Herrero (para Safe Democracy)

Mercedes Herrero advierte de la nueva coalición de gobierno en Polonia, que incluye a los partidos de la derecha más radical, y señala que se trata de algo muy perjudicial para la jóven democracia. Conozca a continuación quiénes son los nacionalistas ultra católicos de la Liga de Familias Polacas (LPR) y los populistas antiliberales de Samoobrona (ambos anti-europeístas) y sepa por qué la nueva formación de gobierno en Varsovia ha sido recibida con reservas por Bruselas y ha provocado el rechazo de la oposición y de buena parte de la opinión pública.


Mercedes Herrero de la Fuente es profesora asociada de Periodismo Internacional en la Universidad Antonio de Nebrija (España) y productora en los Informativos de TELEMADRID.

LOS NACIONALISTAS ULTRA CATÓLICOS de la Liga de Familias Polacas (LPR) y los populistas antiliberales de Samoobrona son los nuevos socios de gobierno de la llamada Ley y Justicia (PiS), formación conservadora que desde su victoria electoral el pasado otoño gobernaba en minoría el país.

La llegada al ejecutivo de ambos partidos, que se caracterizan también por su posición antieuropeísta, ha sido recibida con reservas en Bruselas y ha provocado el rechazo de la oposición y de buena parte de la opinión pública.

PERSONAJES POLÉMICOS
Con la nueva coalición Samoobrona obtiene las carteras de Trabajo, Vivienda y Agricultura. Esta última va a parar a su controvertido líder, Andrzej Lepper, quien en 1992 comenzó su carrera política organizando protestas de carácter radical para denunciar la situación de los agricultores polacos. El hecho de ser condenado (en mayo) a quince meses de prisión por delito de difamación contra dos ministros en 2001, no le ha impedido asumir su cartera ministerial.

La LPR accede al ministerio de Pesca y consigue que su principal dirigente, Roman Giertych, se convierta en el nuevo ministro de Educación. También se trata de un personaje muy polémico, al que sus detractores acusan de antisemitismo y homofobia. Representa, en cualquier caso, al catolicismo más conservador, manteniendo una posición beligerante contra el aborto y la eutanasia. Su partido está vinculado a la emisora radiofónica ultracatólica Radio Marja, cuyo carácter xenófobo y chauvinista ha sido reprobado por el propio Vaticano.

CUATRO VICEPRESIDENTES

Tanto Lepper como Giertych pasan a ser además vicepresidentes del gobierno. Para ello se han tenido que aumentar de dos a cuatro las vicepresidencias existentes, cuestión que también ha levantado duras críticas.

El nuevo gabinete controla ahora 245 de los 460 escaños que forman el Parlamento polaco. De esta manera el PiS acaba con una situación de minoría que le ha impedido gobernar a lo largo de los últimos seis meses, (tan sólo contaba con 156 escaños). Pero cabe preguntarse por qué ha optado por hacerlo con dos formaciones, que los propios electores consideran como extremistas.

PARA LOS KACZYNSKI ES TODO O NADA

La principal razón es el fracaso de todos los intentos anteriores. Tras ganar las elecciones el PiS inició conversaciones con el centrista Movimiento Cívico (PO), que es el segundo partido más votado. Pero el estilo del todo o nada que caracteriza al partido de los célebres gemelos Kaczynski (uno de ellos fue elegido Presidente de Polonia en diciembre pasado) hizo pronto desistir al PO.

El siguiente paso fue llegar a un pacto de gobierno con Samoobrona y la LPR, sin llegar a formar una coalición. Pero la anunciada colaboración entre las tres formaciones no llegó a materializarse en ningún momento. Muy al contrario, la mayoría de sus energías terminó por malgastarse en los continuos cruces de acusaciones y reproches.

SIN SOLUCIÓN CONJUNTA

Una última tentativa tuvo lugar a finales de abril. El PiS intentó entonces gobernar con Samoobrona y con una facción menos radical de la LPR. Como tales apoyos no eran suficientes incluyó en esta ronda de conversaciones al Partido Campesino Polaco (PSL), formación ex-comunista tradicionalmente ligada a la izquierda. Pero cuando el acuerdo parecía cerrado el PSL anunció su repentina retirada, alegando que no podía pactar con su principal rival electoral, la también campesina Samoobrona.

Se puede decir que la dificultad de los partidos polacos para llegar a soluciones conjuntas es una de los rasgos que mejor define a la joven democracia polaca.

INESTABILIDAD Y CONFLICTO

La fragmentación del voto que se ha repetido en las sucesivas convocatorias electorales ha obligado a las distintas facciones a intentar la negociación. Pero los resultados han sido siempre escasos. Lo que ha caracterizado a las forzadas alianzas de gobierno es la inestabilidad y el posterior conflicto. Y este hecho ha resultado en una falta de credibilidad de los políticos y de los poderes públicos en general, que ha sumido en la apatía a más de la mitad del electorado.

Por último, hay que señalar la tibia reacción de Bruselas ante el acceso al gobierno polaco de dos partidos que se han proclamado abiertamente antieuropeístas y cuyos dirigentes promueven la xenofobia y el antisemitismo. En concreto el joven Gyertych es considerado por numerosos analistas como un líder fascista, equiparable a personajes tan nefastos como el francés Jean Marie Le Pen o el austriaco Jörg Haider.

Pero en esta ocasión la UE no ha activado ninguna medida de aislamiento frente a Polonia (como lo hiciera en su día con Austria), a pesar de que la coalición gubernamental polaca no es exactamente el resultado de una decisión del electorado y de los partidos que la forman y que reúnen el 46 por ciento del respaldo popular. O mejor dicho, de menos de la mitad del 40 por ciento de los ciudadanos que votaron en las elecciones del pasado otoño.