Por Juan Gabriel Tokatlian (para Safe Democracy)

Juan Tokatlian analiza la disputa actual de los países latinoamericanos en torno al asiento (no permanente) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y dice que podría volverse a producir un enfrentamiento bochornoso, como el sucedido a fines de los años setenta (entre Cuba y Colombia) y explica por qué. Tokatlian cree que es hora de que los países latinoamericanos asuman el asunto de Naciones Unidas de un modo ponderado y encuentren un mecanismo diplomático que les permita llegar con un solo candidato de consenso para el asiento del Consejo de Seguridad con el máximo de votos y el mínimo de votaciones. A continuación, algunas recomendaciones y errores para no repetir.


Juan Gabriel Tokatlián es sociólogo y ha realizado un doctorado y una maestría en Relaciones Internacionales en la Johns Hopkins University, de Washington. Dirige actualmente la carrera de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés, en Argentina.

EL ESPECTRO DE UN NUEVO BOCHORNO POLÍTICO LATINOAMERICANO se cierne en los corredores de Naciones Unidas (ONU).

La puja entre Guatemala y Venezuela para acceder en 2007 a un asiento rotativo en el Consejo de Seguridad (CS) de la ONU puede reproducir una de las experiencias más lamentables en los anales diplomáticos de América Latina en Naciones Unidas.

Veamos el ejemplo histórico y analicemos la actual situación.

CUBA VERSUS COLOMBIA
A finales de los setenta y al calor de la Guerra Fría, Cuba y Colombia se disputaron la elección de un asiento latinoamericano para el CdeS.

En aquella época Cuba estaba incrementando su proyección internacional a tal punto que en 1979 pasaría a encabezar el Movimiento de Países No Alineados (NOAL). Un año antes había propuesto su candidatura para el Consejo. La Habana parecía próxima a lograr su acceso al CdeS después de la elección prevista para octubre de 1979 (en septiembre de ese año Cuba había pasado a presidir el NOAL). En ese contexto, y de manera sorpresiva para muchos países, Colombia introdujo una candidatura alternativa. Según se conoció en aquel momento, la postulación de Bogotá fue estimulada por Estados Unidos con el propósito de entorpecer la llegada de Cuba al Consejo. Colombia –fuerte aliada de Washington durante el mandato del presidente Julio César Turbay Ayala (1978-1982)– accedió a bloquear de las aspiraciones de liderazgo cubano.

LA LÓGICA DE LA GUERRA FRÍA
Comenzó entonces un proceso sin antecedentes en la ONU: entre octubre de 1979 y enero de 1980 se produjeron 154 rondas de infructuosas votaciones para que un país de Latinoamérica obtuviese un asiento en el CdeS. Cuba ganó 153 de las 154 votaciones pero no alcanzó los dos tercios necesarios.

Después de un franco papelón por parte de América Latina, México, candidato de compromiso, logró ser elegido en la votación número 155. La región no pudo sustraerse a la lógica pugnaz de la Guerra Fría y careció de la capacidad de alcanzar soluciones propias de consenso.

OTRA VEZ EL ENFRENTAMIENTO

Un escenario similar parece vislumbrarse hoy, cinco lustros más tarde. En efecto, en 2002 Guatemala, de modo autónomo, presentó su candidatura al Consejo por Centroamérica, en reemplazo de Argentina que culminará su desempeño a finales de 2006 y en nombre de América Latina.

Ya han estado en el CdeS Costa Rica (2 veces), Honduras (1 vez), Nicaragua (2 veces) y Panamá (4 veces); nunca han accedido El Salvador ni Guatemala. Todo indica que este último país cuenta ahora con el respaldo pleno de América Central, cierto apoyo de Sudamérica (por ejemplo, de Colombia), el completo sostén de Estados Unidos, un soporte de muchos países europeos y el acompañamiento de algunos países de Asia y África.

ESTADOS UNIDOS VERSUS VENEZUELA
De modo informal en 2004, y con más fuerza a partir de 2005, surgió la candidatura de Venezuela, que ya ha estado en el Consejo en cuatro ocasiones. En momentos en que el presidente Hugo Chávez intenta proyectar su liderazgo y usar el poder del petróleo para aumentar su influencia en la política mundial, alcanzar un asiento en el Consejo le otorgaría a Venezuela una plataforma visible importante.

Ahora Washington, que ha recreado una suerte de renovada Guerra Fría ideológica en sus relaciones con Caracas, se opone a esta aspiración de Venezuela y el gobierno del presidente George W. Bush viene desplegando una activa diplomacia en esa dirección.

EL ASIENTO QUE DIVIDE
En este marco, el así denominado Grupo de Países de Latinoamérica y el Caribe (GRULAC) parece paralizado. En una especie de crónica de tensión anunciada, la región vuelve a dejar que Estados Unidos dicte la política de representación regional en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU.

Es hora de que los países del área asuman el asunto y de modo ponderado encuentren un mecanismo que permita llegar con un solo candidato de consenso para el asiento latinoamericano del Consejo.

SUPERAR LA INMADUREZ
Se requiere tener un orden de elementos de juicio (tiempo, razón y origen de la candidatura; oportunidad y conveniencia de la misma; tipo y nivel de equilibrio sub-regional; etc.) para que Latinoamérica arribe al CdeS con el máximo de votos y el mínimo de votaciones.

Con independencia de las intenciones e intereses de Estados Unidos en este asunto, es fundamental evitar el bochornoso episodio de 1979, que expresaría, una vez más, nuestra inmadurez diplomática.

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