Por Mercedes Herrero (para Safe Democracy)

Mercedes Herrero explica cómo Rusia está aprovechando la dependencia de los países de la Unión Europea del gas para pactar relaciones comerciales privilegiadas (aumento de precios), para presionar asimismo por la no intromisión de Europa en sus asuntos internosChechenia y las violaciones a los derechos humanos– así como para poner sobre la mesa su posible entrada a la Organización Mundial del Comercio. Conozca a continuación la ruta del gas y sepa por qué Bruselas acepta el chantaje, cómo Polonia, Eslovenia y Ucrania se mueven y de qué manera todos temen a la cortada de Vladimir Putin e intentan evitar posibles inestabilidades en el suministro del gas.


Mercedes Herrero de la Fuente es profesora asociada de Periodismo Internacional en la Universidad Antonio de Nebrija (España) y productora en los Informativos de TELEMADRID.

LA SUBIDA DEL PRECIO DEL GAS procedente de Rusia a comienzos de 2006 aplicada a Ucrania desató una crisis entre ambos países, que hizo saltar las alarmas en la Unión Europea. Los socios comunitarios vieron peligrar su suministro de gas, el cual reciben fundamentalmente a través del gaseoducto que cruza el territorio ucraniano.

El conflicto entre Moscú y Kiev se resolvió en pocos días, fijándose un precio de 95 dólares por 1.000 metros cúbicos (frente a los 50 dólares pagados hasta entonces). Pero dicha tarifa –que está pendiente de ser renegociada este verano europeo– sigue siendo inferior a los 230 dólares que pagan otros clientes, como Austria.

DEPENDENCIA EUROPEA DE RUSIA
La UE importa de Rusia aproximadamente un 30 por ciento del gas que consume y es seguro que en los próximos años aumentará esta dependencia. Por este motivo y desde hace unos meses, Bruselas intenta tomar posiciones frente a Moscú, para evitar posibles inestabilidades en el suministro de gas en un futuro.

El presidente ruso, Vladimir Putin, sabe que su país disfruta de una posición de fuerza en esta negociación. En su último encuentro con altos representantes de la Unión (a principios de junio de 2006), Putin se interesó por la oferta comunitaria de establecer el llamado Acuerdo de Libre Comercio Plus, por el que se pactarían relaciones comerciales privilegiadas entre ambas partes. La energía sería, por supuesto, un elemento clave de las mismas.

LA OMC Y CHECHENIA
Pero a cambio, el mandatario ruso pidió dos cosas: por un lado, contar con el apoyo de Bruselas en las negociaciones para la entrada de Rusia antes de final de año en la Organización Mundial del Comercio. Por otro, la no ingerencia de la UE en el conflicto entre el Estado ruso y la república de Chechenia.

Este último asunto resulta especialmente doloroso. A nadie se le escapa que desde que se produjeron los terribles atentados del 11-S, la actitud tanto de Estados Unidos como de la UE respecto a la violación de los derechos humanos en Chechenia ha sido claramente permisiva. Pero lo que ahora pide Putin es que la Unión ni siquiera rechiste. Y no se trata de un ruego, sino de un planteamiento que no es ajeno al chantaje.

Además Rusia se permite recurrir a esta estrategia precisamente en el momento en que este país preside el Consejo de Europa, organización que supuestamente vela por la democracia y los derechos humanos en nuestro continente.

BRUSELAS ACEPTA EL CHANTAJE
Sin embargo, en Bruselas las condiciones de Putin se han aceptado sin objeciones. Es más, son varios los países miembros que, al margen de las actuaciones comunitarias, ya han comenzado a negociar con Moscú para asegurarse el gas ruso ante su creciente demanda.

Tal es el caso de Alemania, que planea construir un gaseoducto a través del Mar Báltico, para transportar el gas ruso hasta territorio alemán. Al frente de tamaño proyecto se encuentra nada menos que el ex-primer ministro Gerhard Schröeder, cuya participación en el mismo ha recibido duras críticas.

POLONIA Y ESLOVENIA SE MUEVEN
La iniciativa ha despertado, por cierto, la ira de un país tan sensible ante este tipo de actuaciones como Polonia, que ha sido marginada del proyecto. Polonia teme que el gas ruso pueda llegar al resto de la UE sin pasar por su territorio. Al dejar de ser lugar de paso perdería valor estratégico y, sobre todo, su propio suministro podría ponerse en peligro en una situación de crisis.

También Eslovenia ha decidido actuar y para ello ha enviado a Moscú una nutrida representación (a mediados de junio). Este país –que en enero de 2007 asumirá la presidencia de la UE– está especialmente interesado en garantizar que el gas ruso llegue a todos los miembros de la Unión sin correr ningún riesgo.

Junto a las razones aquí expuestas, Eslovenia cuenta además con una motivación adicional: la de ganar argumentos para oponerse a los planes de Italia de construir –como alternativa a los gaseoductos que cruzan Europa– dos centrales térmicas en la desembocadura del Trieste, a sólo 40 Kilómetros de la reducida costa eslovena.

PRESIONANDO A UCRANIA
Como señalábamos al principio, la coartada del gas está siendo igualmente útil para presionar a Ucrania, país sobre el que Moscú ha perdido gran parte de su influencia.

A principios de junio y a lo largo de un encuentro con los directores de las principales agencias informativas de todo el mundo, el presidente Putin afirmó sin remilgos que si Kiev cuenta con nuevos aliados son estos los que deberían proporcionarle el gas a precio subvencionado, tal como ha hecho Rusia durante años.

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