Por Ricardo Israel Z. (para Safe Democracy)

Ricardo Israel Z. dice que la caída en picada de Tony Blair no se justifica –al menos directamente– por el desastre de Irak, ni de Afganistán, ni tampoco por el apoyo sin condiciones del primer ministro británico a George W. Bush. Israel Z. cree que la razón por la cual a Tony Blair se le escapa el poder de las manos –o mejor dicho, se lo arrebatan, no sus adversarios, sino sus propios partidarios– tiene que ver con que muchos están convencidos de que el mantenimiento de Blair en el poder conducirá al laborismo británico a un desastre electoral en las próximas elecciones. Entienda a continuación por qué el fantasma de Margaret Thatcher –quien fue obligada a abandonar el poder sin haber perdido ninguna elección– podría repetirse en el Reino Unido.


Ricardo Israel Z. es abogado y politólogo. Tiene un Ph.D. y un master en Ciencia Política de la Universidad de Essex y es Catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Chile. Dirige el Centro Internacional para la Calidad de la Democracia y la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Autónoma de Chile. Preside el Comité de Fuerzas Armadas y Sociedad de la Asociación Mundial de Ciencia Política. Ha publicado decenas de libros y ensayos traducidos a varios idiomas y es conductor y comentarista de programas políticos e internacionales en Radio y TV.

EL LÍDER LABORISTA –ANTHONY BLAIR– QUE ASUMIÓ EN 1997 y que ha ganado tres elecciones consecutivas, observa hoy cómo el poder se le escapa de sus dedos; o mejor dicho, se lo arrebatan, no sus adversarios, sino sus propios partidarios.

El tema no es el desastre de Irak, ni Afganistán, donde hoy mueren más soldados británicos. El apoyo sin condiciones a George W. Bush no figura tampoco como argumento principal de los legisladores y funcionarios de su gobierno que intentaron darle un golpe blando, pero intento de golpe de todas maneras, ya que esa carta buscaba forzar su retiro.

Tampoco el fondo del problema de la mayor crisis interna de su gobierno han sido los atentados terroristas.

HACIA EL DESASTRE ELECTORAL
El tema en cuestión es uno que tiene que ver con el ABC de la política y de quienes la ejercen como oficio: el primer deber de un parlamentario es consigo mismo, es decir, asegurar su reelección, y hoy, muchos de quienes lo apoyaron el pasado, están convencidos de que el mantenimiento de Blair en el poder conducirá al laborismo británico a un desastre electoral.

Así es: hoy figuran entre quienes piden su dimisión figuras laboristas que se opusieron a Irak, pero que apoyaron a Blair en mayo del año pasado, porque estaban seguros, que aunque de forma estrecha, ganaría las elecciones.

Y así ocurrió. Pero un año en política es mucho tiempo, y ha pasado tanto agua bajo el puente, que desde entonces, los conservadores de David Cameron aparecen como seguros vencedores de las próximas elecciones, con el antecedente de la derrota oficialista de mayo, con la pérdida de 319 concejales y 18 alcaldes. Más aún, a pesar de contar con mayoría, Blair ha perdido proyectos emblemáticos en la Cámara de los Comunes.

EL PRINCIPIO DEL FIN
¿Dónde y cuándo empezó su caída? El día que anunció que dimitiría antes de 12 meses, desatando expectativas y críticas que solo han ido creciendo, ya que la percepción de que pierde día a día poder y autoridad, es creciente.

Como líder había modernizado al laborismo con una olvidada y nunca explicada tercera vía, acercándolo al mercado y alejándolo del sindicalismo, y pudo mantener una visión progresista en reemplazo de la tradición socialista.

Sin embargo, en su anuncio olvidó otro principio básico de la política: existen otras alternativas.

APLASTADO POR LA OLA
Aparecieron por lo tanto, casi instantáneamente otras opciones para llenar el vacío, partiendo por la de un enojado Gordon Brown, su eterno delfín, quien siente que Blair no ha cumplido con su promesa de alternancia en el poder.

Lo que le está ocurriendo recuerda a lo que sucedió con Margaret Thatcher, en 1990, quien fue obligada a abandonar el poder sin haber perdido ninguna elección.

Fue la propia bancada conservadora la que la sacó convencida que su posición dura en relación a Europa los conducía a una derrota electoral. Tenían razón, y John Major retuvo el poder cuando se consideraba que no era algo imposible, tanto que erraron todas las encuestas.

Ahora se repite la historia. Se trata de una suma de errores del propio Blair, partiendo por no saber retirarse a tiempo, en la cresta de la ola y no aplastado por ésta.

LA APARICIÓN DE UN TERCERO EN DISCORDIA
Todo partió como un problema de fijación de fechas, ya que evidentemente a lo que apuntaba Blair con su indefinición, era mantenerse en el poder otra década y hacer así historia. Sin embargo, ahora el tema es que deje el cargo, si o si, por lo que su salida podría ser mas humillante que honrosa…

Sin embargo, la moraleja es que podría no ser la única víctima política, ya que la mano de quien esperó tanto tiempo como Brown ha sido tan notoria, que –en un escenario de rabia y división– podría aparecer un inesperado tercero en discordia, como los ministros John Reid o Alan Jonson, o algún otro u otra.

Safe Democracy le invita a suscribirse gratis al boletín electrónico semanal, con el análisis y los comentarios de nuestros expertos internacionales (pinche aquí).