Venezuela en vísperas de las presidenciales

Por Paulina Gamus (para Safe Democracy)

Paulina Gamus explica por qué la campaña electoral en Venezuela no se ha llevado a cabo en condiciones normales, y dice que las elecciones presidenciales tampoco lo serán. A pesar de que la mayor parte de las encuestas dan el triunfo a Hugo Chávez, Gamus asegura que la calle dice otra cosa: el electorado está convencido de que, esta vez, su voto será realmente secreto. ¿De qué color amanecerá Venezuela el 4 de diciembre?


Paulina Gamus ha sido ministra de Cultura de Venezuela (1986-1988), senadora y diputada (en tres ocasiones) por el Partido Acción Democrática (1984-1999). Ha sido vice-presidenta del Partido Acción Democrática (1992 y 2000) y es columnista política de varios medios impresos de Venezuela (desde 1969) y conductora de dos programas de televisión (hasta 1999).

EL SECRETARIO GENERAL DE LA ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS (OEA), el chileno José Miguel Insulza, ha declarado en Madrid que la oposición venezolana ha podido hacer campaña electoral aprovechando espacios de participación mucho mayores de los que se reconocen, y luego, refriéndose a las demostraciones públicas del candidato de la unidad nacional opositora, Manuel Rosales, agregó: esas cosas difícilmente pasan en el clima de temor que muchos dicen se vive allá refiriéndose a Venezuela.

Las declaraciones de Insulza merecen ser analizadas dentro del contexto de la realidad política venezolana después de ocho años de gobierno del teniente coronel Hugo Chávez Frías.

ROJAS, ROJITAS
A nadie como a este último preocupa más ofrecer al mundo la imagen de un gobierno democrático que, dentro de las normas constitucionales, convoca una y otra vez a elecciones para legitimarse o reelegirse él mismo; o para que hagan otro tanto los parlamentarios, gobernadores regionales, alcaldes y legisladores estatales y municipales.

Lo que Insulza no ha dicho –y que muchos en el ámbito internacional desconocen–, es que el gobierno chavista controla prácticamente todos los poderes del Estado, incluidos el electoral y el judicial, dos elementos clave para garantizar la transparencia de cualquier jornada comicial.

Sin el menor rubor, Chávez –quien jamás ha dejado a un lado su condición de militar y encabeza un gobierno militarizado– declara que las fuerzas armadas venezolanas son rojas, rojitas, el color del partido oficialista.

Y es al ejército a quien corresponde la custodia de los centros de votación y el control del orden público durante las elecciones.

DIFERENCIAS REGIONALES
Sería justo que Insulza reconociera que hay una marcada diferencia entre los procesos electorales realizados recientemente en Perú y Ecuador, incluso en Nicaragua donde ganó incuestionablemente el ex presidente Daniel Ortega, y el caso venezolano. En aquellos, a diferencia de este último, existe respeto por la autoridad electoral y credibilidad en el sistema de votación. En Venezuela los efectos del referéndum revocatorio del 15 de agosto de 2004 fueron traumáticos y liquidaron la confianza en el Consejo Nacional Electoral.

Tanto la oposición como quienes apoyan a Chávez, coinciden en que fue un proceso fraudulento. Y es esa decepción generalizada traducida en apatía o en abstencionismo militante, lo que ha debido vencer Manuel Rosales para transformarse, en apenas tres meses, en un verdadero fenómeno político electoral.

LA OPOSICIÓN APUESTA POR ROSALES
Antes de agosto, nadie podía suponer que el chavismo era derrotable: la oposición estaba dispersa y con numerosos aspirantes a la candidatura presidencial, de los cuales la mayoría lograba apenas tres o cuatro puntos en las encuestas. Incluso el mismo Rosales, confundido en ese grupo, escasamente alcanzaba un 15 por ciento.

El retiro de las candidaturas de Teodoro Petkoff (líder incuestionable de la izquierda democrática) y de Julio Borges, del Partido Primero Justicia (centro derecha) más el compromiso de ambos de apoyar a Manuel Rosales, generó una renuncia en cadena de todos los demás aspirantes en favor de éste y un verdadero pacto unitario que sorprendió al gobierno y a la oposición. Desde entonces, Rosales ha realizado una campaña admirable.

Todos los intentos de sabotear sus actos de calle han fracasado debido a que éstos son multitudinarios.

EXCEPCIONALIDAD VENEZOLANA
A pocos días de las elecciones, la mayor parte de las encuestas da el triunfo a Chávez por un margen discreto, aunque algunas, trucadas, abultan esa diferencia. El gobierno ha sumado a su ventajismo mediático y populista, la difusión internacional de esas encuestas. Pero la calle dice otra cosa. El factor miedo parece ir desapareciendo en la medida en que los empleados públicos y personas que reciben dádivas del gobierno, se convencen de que su voto será realmente secreto y no serán expuestos al escarnio y a las retaliaciones como ocurrió después del referéndum de 2004.

Ésta, definitivamente no ha sido una campaña electoral en condiciones normales y tampoco lo serán las elecciones del próximo domingo. Venezuela, que lo diga el señor Insulza, no es un país normal. La oposición parece estar preparada para defender sus votos y el gobierno revolucionario para no abandonar jamás el poder. Amanecerá y veremos.

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