Grupo de trabajo del Encuentro Internacional de Safe Democracy

ESCENARIO
Hace tres años Madrid sufrió el atentado más brutal de la historia de España y de Europa. La muerte de 191 personas y más de 1800 heridos fueron el resultado de las diez bombas colocadas a primera hora de la mañana del 11 de marzo en cuatro trenes que circulaban con destino a la capital. El hecho de que los atentados fueran obra de terroristas islamistas era otro elemento inédito. En ese momento –aunque ya se conocía la existencia de Al Qaeda por el 11-S y su principal responsable, Osama Bin Laden, había mencionado en un comunicado de octubre de 2003 a España como blanco declarado de la yihad global–, la sensación más generalizada entre los españoles era que no existían amenazas externas y que el terrorismo islamista tenía como objetivos a Estados Unidos y otros países.

Al cumplirse el tercer aniversario de la masacre y en plena celebración del mayor juicio, también de la historia española, que juzga a los presuntos responsables de la matanza, las preguntas son: ¿Qué ha pasado con esta organización durante estos últimos años? ¿Se debilita o reafirma su presencia en el escenario internacional? ¿Continúa España y Occidente en su punto de mira (SIGUE… )?


Desde el 11-S de 2001, Al Qaeda y otros grupos asociados han ampliando sus objetivos de atacar a Occidente y extender sus «ejércitos» por todo el mundo, para acelerar el advenimiento de un «califato» que abarque desde el extremo occidental de África, atravesando Oriente Medio y la región del Golfo, hasta países importantes de Asia como Filipinas e Indonesia, incluyendo territorios ocupados en otros tiempos por los musulmanes, como Al-Andalus (España).

De hecho, no han dejado de golpear objetivos occidentales en diferentes países del Magreb, Oriente Próximo, Europa y Asia: en 2002 actuó en Yerba (Túnez), Amman (Jordania), Kuta (Bali), entre otros, en 2003 en Casablanca (Marruecos), Indonesia y Mali. En 2005 en Londres.
Sí en 2001 Al Qaeda estaba presente sobre todo en Afganistán, Pakistán, y algunos países africanos como Sudán, actualmente tiene presencia efectiva en más de cincuenta Estados tanto dentro como fuera del mundo islámico. Solamente en 2006 llevó a cabo más de un centenar de atentados perpetrados en varios países. No obstante, su objetivo de concluir el año con una acción en Europa –la «tierra prometida» a la hora de atentar– no se cumplía al ser abortado el complot para hacer estallar 10 aviones con explosivos el pasado verano. No ha sido el único, hay otros muchos intentos de atentados desmantelados gracias al trabajo de los servicios de inteligencia y de las fuerzas policiales durante los últimos años.

Sin embargo, este fracaso para actuar en 2006 sobre Europa, lo compensó reorganizándose y extendiendo sus tentáculos por todos los territorios donde quiere implantar sus metas. En Pakistán sigue residiendo la cúpula dirigente que controla toda la maraña de grupos que integran a la organización matriz. Y es allí donde se forma la élite de la yihad violenta. Irak es otro campo de entrenamiento de terroristas con actuaciones a diario. Las milicias talibanes, protectoras de Al Qaeda, se están fortaleciendo en Afganistán.

Dos de sus principales canteras para nutrirse de activistas son el Magreb, especialmente Marruecos y Argelia. En concreto el «Grupo Salafista para la Predicación y el Combate» (GSPC), de origen argelino y el más activo en la zona, se ha convertido en el pilar de la organización en el norte de África. Su cambio de nombre (ahora se llama Al Qaeda del Magreb) así lo atestigua. Otra de sus canteras está en Europa. Algunos sondeos realizados muestran que alrededor de un 10 por ciento de los musulmanes que habitan en países como Reino Unido, Francia, y Holanda simpatizan con Bin Laden.

En el Sahel, una zona semidesértica que engloba a Mauritania, Níger, Chad, Mali y Sudán –todos ellos territorios pobres y con gobiernos débiles–, Al Qaeda pretende instalar su «santuario» más próximo a Europa.

Las respuestas de los expertos se articularán en torno a:

-¿Cómo mejorar la cooperación entre Europa y los países del Magreb, y entre éstos últimos prácticamente inexistente?

– Las malas relaciones entre los diferentes gobiernos norteafricanos repercuten sobre sus fuerzas policiales y servicios secretos, que colaboran poco. En ocasiones son los europeos quienes actúan como transmisores de información entre los servicios del Magreb: ¿Qué métodos puede ser útiles para luchar contra el terrorismo y debilitar a Al Qaeda más allá de los métodos convencionales?

– El poderío militar occidental no es suficiente en este conflicto asimétrico, donde tan importante es detener terroristas como favorecer que el mensaje de Bin Laden pierda atractivo: ¿Cómo lograr que Al Qaeda y otros grupos terroristas dejen de generar tentáculos con tanta rapidez?

– ¿Cómo mejorar la inversión en estrategias de intervención contra la radicalización y el reclutamiento para los grupos terroristas de toda índole?

– ¿Cómo luchar contra el terrorismo de una forma efectiva y evitar caer en la xenofobia o en islamofobia? ¿Cómo impedir que los espacios de odio y violencia entre las diferentes culturas se globalicen?

– ¿Es la utopía de la alianza de civilizaciones la respuesta a la utopía del choque de civilizaciones?

– Aunque Occidente continúa estando en el punto de mira de Al Qaeda, como lo reflejan sus comunicados, la presión policial ha impedido la ejecución de algunos atentados: ¿Cómo aprender de los avances en la lucha contra el terrorismo?

Safe Democracy agradece a Sagrario Morán su colaboración en la redacción de los ejes temáticos de este grupo de trabajo, parte de su artículo «11-M, tres años después» de próxima publicación.