Grupo de trabajo del Encuentro Internacional de Safe Democracy

ESCENARIO
Los últimos cuatro años en América Latina podrían ser definidos como la época del mejor desempeño económico y social de la región en las décadas recientes. El crecimiento de las exportaciones y del consumo interno, la creación de empleo, y la reducción de la pobreza, junto a la leve mejora en la distribución del ingreso son algunos de los principales factores que marcan esta tendencia positiva.

Resulta evidente que cuando un país experimenta crecimiento económico tiene mayores posibilidades de superar la pobreza. Pero la experiencia indica que sí el aumento en los ingresos no es repartido de forma equitativa, el crecimiento no se traduce en mayor armonía social.

La desigualdad lo impregna todo en América Latina: los ingresos, la vivienda, la salud, la alimentación, la educación, el acceso al crédito y las posibilidades de futuro. América Latina es la región con la mayor desigualdad del mundo, pero cuenta con la capacidad económica, humana, técnica y de recursos naturales para alimentar 3 veces a su población.

La pobreza y la desigualdad están relacionadas con la violencia y generan un constante ambiente de inseguridad ciudadana. Se añaden fuertes tensiones y amenazas a la gobernabilidad derivadas de las guerrillas, los paramilitares, el narcotráfico y las maras. Cada año mueren más de cien mil personas por causa de la violencia.

Entre los años ochenta y los noventa se duplicó el número de viudas en Colombia; en El Salvador aumentaron los asesinatos después de los acuerdos de paz; y en países sin conflictos bélicos como Venezuela, Brasil o México, se duplicaron o triplicaron las tasas de homicidios.

Si bien no existe unanimidad sobre las causas, hay fuertes indicios de que que gran parte de esta violencia parece derivar de un conjunto común de conflictos económicos y sociales fuertemente circunscriptos a concentraciones urbanas.

El reto que se plantea es definir medidas adecuadas para enfrentar la pobreza, por un lado, y la delincuencia y el crimen organizado, por el otro. La consigna es establecer una estrategia ética y sostenible a nivel regional capaz de lograr un afianzamiento de la seguridad ciudadana a través de la reducción de la pobreza y del combate eficaz contra el delito organizado. (SIGUE…)


Las respuestas de los expertos se articularán en torno a:

– ¿Qué políticas integrales podrían aplicarse para reducir la pobreza y las desigualdades en América Latina?

– ¿Qué medidas deberían implementar las fuerzas de seguridad?

– ¿Cómo reducir las tensiones en favelas, villas miserias, chabolas, etc.?

– ¿Cuál debería ser el rol de la Educación pública?

– ¿Cómo lograr sumar políticas públicas, empresa privada y sociedad civil en grandes concertaciones que ataquen las causas estructurales del delito?

– ¿Cómo lucha contra la inseguridad ciudadana desde un punto de vista ético?

– ¿Cómo fortalecer los lazos multilaterales y la cooperación en la región?

– En Centroamérica algunos líderes políticos resolvieron aplicar en los últimos años «mano dura» frente al crecimiento de las maras, pero el número de miembros de las maras sigue creciendo. ¿Funciona el enfoque puramente represivo?

– Algunas de las ciudades con mejores resultados distinguen entre diversos tipos de criminalidad. La sociedad tiene que defenderse vigorosamente frente al crimen organizado, los grupos de narcotráfico, las bandas del secuestro y las mafias. Pero hay una inmensa criminalidad de jóvenes que se inician con delitos menores, o ingiriendo drogas, y después pueden ir mucho más lejos. ¿Por qué lo hacen?

– ¿Cómo mejorar el empleo juvenil, la desarticulación de la familia o la baja educación?