Cuando no se cumplen las reglas del juego

Por Pablo Mieres (para Safe Democracy)

Pablo Mieres explica por qué Venezuela, Bolivia y Ecuador se están distanciando del ideal democrático y se dirigen hacia una nueva forma de autoritarismo. Mieres detalla a continuación las dos reglas básicas del juego democrático que –según expone– están siendo avasalladas por los líderes de esta nueva tendencia política latinoamericana.


Pablo Mieres es Doctor en Derecho y Ciencias Sociales y Graduado en Sociología para el Desarrollo. Es actualmente Director de la Licenciatura en Ciencias Sociales de la Universidad Católica del Uruguay, en Montevideo, y profesor universitario de grado y postgrado en la Universidad Católica del Uruguay y en la Universidad de la República de Montevideo. Fue Diputado Nacional (2000-2005) y candidato a presidente en las últimas elecciones de 2004 por el Partido Independiente. Preside actualmente dicho partido. Es asimismo columnista del diario El Observador de Montevideo.

EL PRESIDENTE DE VENEZUELA HA OBTENIDO UN PARLAMENTO MONOCOLOR, la renuncia de este organismo a sus potestades legislativas y de contralor del Poder Ejecutivo, entregando a Hugo Chávez la suma del poder público, como en las viejas dictaduras romanas.

En Ecuador, el presidente Rafael Correa, demostrando su desprecio por el Poder Legislativo, no presentó candidatos al Parlamento y anunció en su discurso inaugural que impulsará una Asamblea Constituyente, desconociendo al Congreso ecuatoriano. Fundamentó que al tratarse de la elaboración de una nueva Constitución, no se debe considerar lo que el texto vigente establece para su reforma.

En Bolivia, el presidente Evo Morales ha instalado una Asamblea Constituyente y pretende aprobar sus contenidos por mayoría simple puesto que no posee los votos suficientes para obtener las mayorías especiales que establecen las reglas de juego vigentes.

SOCIALISMO DEL SIGLO XXI
Todas estas iniciativas se realizan bajo la convocatoria de lo que Chávez ha denominado socialismo del siglo XXI, y se justifican en la búsqueda de una auténtica democracia que supere a la vieja y desgastada democracia formal, para construir una democracia participativa, auténtica, y popular.

Los que vivimos la oscuridad de las dictaduras en el Cono Sur de América Latina en la década de los setenta, somos plenamente conscientes de que, más allá de los juegos de palabras, la democracia sin apellido, es un conjunto de reglas de juego que debe ser respetado por todos los actores del sistema político. Y sabemos muy bien, por la triste experiencia, que cuando alguno de los actores o, peor aún, cuando quienes ejercen el poder resuelven no cumplir con esas reglas de juego, se ingresa irreversiblemente en el terreno de la arbitrariedad y, más temprano que tarde, se consolida un autoritarismo que no respeta los derechos de los ciudadanos y elimina el pluralismo.

La democracia a secas es, básicamente, un conjunto de reglas de juego que establece procedimientos que deben ser respetados por todos. Y ese respeto es la única y verdadera garantía que todos tenemos en las sociedades modernas para ser considerados en nuestros derechos y en nuestras opiniones.

LEJOS DEL IDEAL
Los procesos que se desarrollan en varios de los países de América del Sur se alejan del ideal democrático y están construyendo las condiciones de un nuevo autoritarismo. Lo anterior a pesar de que se apele en su fundamento a la existencia del apoyo popular, porque en un régimen democrático el respeto a las reglas de juego está, incluso, por encima de las ocasionales mayorías populares que se posean.

Porque luego de numerosas luchas y conflictos en las sociedades humanas, se ha asumido que un régimen democrático debe cumplir con dos reglas básicas:

UNO
Respetar la voluntad de las mayorías y actuar de acuerdo a sus decisiones.

DOS
Asegurar que las reglas de juego permitan que las minorías puedan convertirse mañana en mayoría.

Estos dos principios deben cumplirse con la misma fuerza, de otro modo el Estado de Derecho y la democracia habrán sido avasalladas.

Hacia allí parecen dirigirse, peligrosamente, los líderes de esta nueva tendencia política latinoamericana.

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