Por qué abrir camino a la integración
Javier del Rey Morató reflexiona sobre los absolutos culturales y políticos en Latinoamérica y dice que es necesario elaborar una narración diferente del significado de soberanía, nación e independencia. América Latina vive en una Contrarreforma y se niega a entender que las grandes constituciones del Norte son efecto y no causa de la cultura; hecho que le impide ver que la globalización no conoce fronteras. Coincidiendo con Habermas, Del Rey Morató insiste en que es necesaria la construcción y ampliación de las competencias políticas de acción a niveles supranacionales para dar paso a la integración regional de la misma forma que ya lo han hecho otros sujetos estatales, con éxito.
Javier del Rey Morató es profesor de Comunicación Política y Teoría General de la Información en la Universidad Complutense de Madrid. Es Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra y Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Ha dictado cursos y seminarios en América Latina y es autor de numerosos artículos científicos y libros sobre comunicación y política.
EN EL RECIENTE ENCUENTRO ORGANIZADO EN MADRID por Safe Democracy, hablamos de la cultura política latinoamericana, y del fracaso de todos los intentos integracionistas.
Daniel Bell escribe que la cultura se ha convertido en el componente más dinámico de nuestra civilización, impulsando una actitud en la que las ideas de cambio y novedad llevaron a la búsqueda de lo nuevo y no al ensimismamiento; al individualismo y no a papá-Estado; a la conciencia y no al principio de autoridad. Eso es la Modernidad. Bell describe el ámbito cultural y político de la Reforma, y nosotros estamos en las sociedades de la Contrarreforma. Y es que las categorías del siglo XVI siguen siendo válidas en el siglo XXI, acaso porque fundan las sociedades contemporáneas.
REFORMA Y CONTRARREFORMA
Como recuerda Uslar Pietri, la división de Europa entre Reforma y Contrarreforma se refleja en América: unos crearon el capitalismo, la democracia y la Modernidad, y otros se mantuvieron fieles a la herencia medieval del absolutismo, a la economía señorial y al predominio del dogma religioso. Cuando el rey de España celebra un Auto de Fe en la Plaza Mayor de Madrid, Descartes escribe en La Haya el Discurso del Método, en Londres fundan la Royal Society y el Banco de Inglaterra, y Newton desarrolla la física.
Cuando nacía el capitalismo, se formó un país para la Inquisición, la cruzada y la salvación del alma. Octavio Paz coincide con Uslar: somos hijos de la Contrarreforma. En México, la ortodoxia católica adoptó la forma filosófica del neotomismo, un pensamiento a la defensiva, y más apologético que crítico.
Paz añade que el gran número de constituciones que se han dado en aquellas repúblicas –la de Chávez es una más– revela la fe de los latinoamericanos en las abstracciones jurídicas y políticas, herencia secularizada de la teología virreinal.
UNA CONFUSIÓN ENTRE CAUSAS Y EFECTOS
Y ahora, cuando una veintena de repúblicas ebrias de nacionalismo se preparan para celebrar el segundo centenario de nadie sabe qué independencia, con sus veinte ministros de Asuntos Exteriores, sus veinte pregonadas soberanías nacionales, sus veinte ejércitos inverosímiles, sus veinte deudas exteriores, sus veinte escaños en la ONU, y sus dos o tres mil embajadas, es el momento de tomarnos en serio la advertencia de Habermas: los asuntos que han pasado y pasan por aproblemáticos tienen que aceptar el estatuto de problemáticos.
¿Qué festejará Panamá? ¿La pérdida de Colombia? ¿Y Uruguay? ¿La pérdida de una veintena de provincias, y de una gran capital? ¿Su incapacidad para decidir dónde se instala una papelera extranjera, sin que su decisión cree una crisis internacional?
La cultura política latinoamericana confundió –desde la primera hora– efectos con causas, y se extravió en la dirección de la causalidad: esperó que las constituciones y las grandes palabras actuaran sobre la realidad, modificándola, ignorando que en el Norte, las constituciones eran efecto –no causa–, de la cultura, y del impresionante éxito obtenido en todos los órdenes.
La estrechez de una cultura política cantonalista impide ver que las fronteras son ficticias: la globalización las ignora, pues sólo existen en los libros de historia nacional, que algún día se considerarán un delito, o una pérdida de tiempo.
UNA NARRACIÓN DIFERENTE
Mientras tanto, como escribe Habermas, seguirá progresando el vaciamiento de la soberanía concebida en términos propios de los Estados nacionales, y se hará necesaria la construcción y ampliación de las competencias políticas de acción a niveles supranacionales.
Urge poner en relativo lo que son absolutos culturales y políticos, como soberanía, nación, independencia. Urge elaborar una narración diferente, por lo que dice Miguel Morey, de la Universidad de Barcelona: Eso que somos es también, y tal vez ante todo, un cierto modo de contarnos lo que nos pasa, porque lo que nos pasa, sólo nos pasa, porque nos lo contamos como nos lo contamos.
Recordemos a Habermas: los sujetos estatales, que un día fueron –o se creyeron– soberanos, hace ya tiempo que perdieron la presunción de inocencia en términos de derecho internacional.
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Ana
fecha: 28 | 03 | 2007
hora: 8:31 pm
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Profesor,Ud habla de globalizaciòn y reside en un país en donde el comùn de los habitantes de cataluña,país vasco,etc segùn lo documentado en los blog de varsavsky, hablan de dominaciòn castellana,de imposiciòn del idioma de la raza dominante etc etc
Eso precisamente y no la globalizaciòn es el mandato de la historia.La globalizaciòn es un interés comercial impuesto por pseudointelectuales-Si realmente lo fueran tratarìan por todos los medios de aplicar los principios de la democracia»no hagas a otro lo que no quieres que te hagan a tì».
América Latina con respecto a Europa en relaciòn a odios raciales es un paraiso.
El problema de la papelera inflado por un gobernador que no es de mi preferencia,es pequeño,al lado de los que realmente tiene Europa.
No estoy de acuerdo con las desigualdades de los miembros más chicos del MERCOSUR pero eso no lo decido yo sino los intelectuales de hoy en dìa que «como la filosofìa globalizada lo receta»viven el dìa sin pasado ni futuro.
Incluso el problema de las papeleras se origina por el ACUERDO DEL RIO URUGUAY que la Banda Oriental lo firma para mantener libre al rìo de la poluciòn.No es crìtica a Uruguy pero pienso que les pasa lo mismo que a los judios(los primeros al decir que eran hijos de Dios cargaron con la culpa de matarlo y los uruguayos por decir que son naturales cargan con las consecuencias de que se les exija que asì lo sean).
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Javier del Rey Morató
fecha: 28 | 03 | 2007
hora: 9:22 pm
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Es posible que esté equivocado en todo, o en muchas de las cosas que escribo en mis libros y en este espacio, que es como el aula sin muros que pregonaba McLuhan.
Es cierto que en España abundan los nacionalismos, culturales (Cataluña) o étnicos (País Vasco). Y es que la modernidad, la globalización tiene dos caras, como el rostro de Jano: a la mundialización algunos responden con repliegue, a la globalización, con nacionalismo.
La globalización parece disparar las demandas de arraigo, la neurosis territorial obsesiva, las demandas identitarias, el nacionalismo.
El problema es dar con un equilibrio en el que las demandas del sujeto y las exigencias del objeto-mundo no entren en contradicción, o, al menos, no en una contradicción dramática y paralizante.
Pero la globalización no es un invento mío, ni es un interés comercial impuesto por pseudointelectuales.
La globalización es una realidad con la que hay que aprender a vivir, como en otros momentos los hombres tuvieron que aprender a vivir con el Imperio Romano, con el Imperio Español o con el Imperio de Estados Unidos.
Francamente, no creo en el futuro de Estados-pigmeos, no creo que valga la pena defender su soberanía, porque eso es mero nominalismo: no hay la tal soberanía. Eso es un cuento chino para engañar al personal.
Ya lo decía Ortega y Gasset en los años veinte: los Estados se han convertido en provincia e interior. ¡Y se refería a los Estados europeos! ¿Qué podemos decir de Paraguay o de Uruguay, de Panamá o de Costa Rica?
Están fuera de la historia. Bailan fuera de compás. Están en el siglo XIX. Y no hay más que visitarlos para comprender que lo que digo es así.
Europa también está estancada. Los Estados nacionales, los únicos sujetos que pueden impulsar una realidad política más inclusiva, y más ambiciosa, a la altura de las exigencias de nuestro tiempo, son también obstáculo. Pero los actores que gestionan la economía funcionan. Y se genera riqueza. Y se genera trabajo.
Pero la unidad política sigue pendiente.
Y cuando uno mira la realidad de América Latina no puede no recordar a Leopoldo Zea: el filósofo mexicano decía, hace ya años, que los latinaomericanos tienen la sensación de estar fuera de la historia.
O que se han caído del mapa, diría yo.
Urge meterle mano al lenguaje, porque el lenguaje nos cuenta cosas, y -si no estamos vigilantes-, no recoge nuestros pensamientos: él los construye, a nuestras expensas, y él termina pensando por nosotros.
América Latina es un festival de lenguaje, una orgía de la retórica trasnochada, una bacanal de palabras que vagan sin rumbo y sin la menor amarra semántica con la realidad.
Y que no se limitan a describir la realidad: la crean.
Y así está el patio. En algunos países -Perú, Bolivia, que conozco bien, en los que he vivido o dado cursos- da la impresión de que el virreinato está a la vuelta de la esquina.
Y los únicos que, ya desde los años veinte, podían ingresar en la modernidad, o poner un pie en el primer mundo -hablo de los argentinos-, encontraron que esa aventura les quedaba grande: y se empequeñecieron, hasta resultar ridículos.
Y el que escribe esto ama a la Argentina. Pero la ama por su música popular, por su literatura, por su diseño, por su urbanismo y su arquitecura, y, claro, por el paisanaje.
Y como me estoy enrrollando más que una persiana, aquí lo dejo, porque me espera la cena.
Un saludo cordial
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ANA
fecha: 28 | 03 | 2007
hora: 10:03 pm
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Bueno,profesor a alguien que dice que no vale la pena que su país exista se le puede perdonar comodamente que le tilde de ridìculo el paìs a uno.
Precisamente una educadora chilena me decìa que Argentina no brilló por algo que hoy podrìa llamarse primer mundo,sino brillò por su personalidad en el rango educativo.Personalmente yo soy abogada y,no se si el derecho que estudié estará solo viviendo en la programación linguística,pero tengo presente a uruguayos bastante talentosos en esa materia.
También he dedicado mi vida al derecho previsional y se que la primera ley de jubilaciones a nivel mundial ,creo que en 1919 ,se promulgò cuando gobernaba BATLE BERRIS en Uruguay.
Estamos en decadencia,en nuestro caso porque los gobernantes provienen de estratos que no tienen muy
claro lo que es ser polìticos y en el de ustedes porque parece mentira que los chetos de izquierda o derecha pugnen por parecerse a los especìmenes que abundan en esta orilla
Pero el amor a la patria es otra cosa.Uno se preocupa por explicar que tanto Bush como Chavez està n totalmente de acuerdo porque ambos parecen querer impedir la industrializaciòn de argentina en lo que a los biocombustibles se refiere etc etc.
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Javier del Rey Morató
fecha: 28 | 03 | 2007
hora: 11:14 pm
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Parece ser que el problema fundamental de Argentina es que siempre «alguien», invariablemente «alguien», terriblemente malo, le impide llegar a ser lo que querría o debería ser.
¡Apasionante! Si los japoneses, los alemanes, los chilenos o los chinos emplearan su tiempo en ideas tan peregrinas, no estarían donde están.
Y si los norteamericanos de los siglos XVIII y XIX hubieran elaborado esa narración, ahora estarían pidiendo préstamos a Argentina y a México para pagar los salarios de sus empleados públicos.
En América Latina la ideología del chivo expiatorio funciona a tiempo completo. ¿Qué la realidad es adversa? ¡Qué le vamos a hacer! Buscaremos a «alguien» que nos sirva de chipo expiatorio, porque no nos deja ser como queremos ser.
Y a vivir, que son dos días. Ese recurso «intelectual» nos exime de toda responsabilidad. Quedamos libres de culpa. Eso nos absuelve. Somos geniales, pero resulta que «alguien» nos impide…
Sin comentarios.
Y la patria es una mujer, o una biblioteca, una novela inolvidable, un poema del que nunca nos recuperamos, la patria es Gabo y es Cervantes, es Borges y es Octavio Paz, es un paisaje querido, o muchos paisajes queridos, que pueden estar en la Provenza y en Galicia, en Salta y en Oaxaca, en Arequipa y en Sucre.
Y además, no hay patria: deberiamos aprender a decir Matria, que no patria.
Alguna vez he leído: cuando algún militar se le ocurre mentar a «la patria»… lo mejor es ver si el pasaporte está en regla, si no está caducado, y dónde está la frontera más próxima.
Y ahora, en esta parte del mundo, es hora de dormir.
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Ana
fecha: 29 | 03 | 2007
hora: 12:46 am
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Los malos siempre atacan profesor a la Argentina ,a USA ,a España ,al UK etc etc ¡pobrecitos! NO SE VAN A ENTERAR NUNCA SI LOS MALOS ESTAN ADENTRO O AFUERA.
Uruguayos y argentinos tenemos más experiencia que la gente de USA EN ESTOS MENESTERES
Cuando a la abogada destacada de USA la encarcelaron comentà bamos con mi marido la falta de experiencia de la colega sobre lo que implica la seguridad del estado y el ejército controlando su propio territorio por razones de terrorismo.HABLO AL EXTRANJERO EN LENGUA EXTRANJERA
A mi me tocó defender a una amiga DOCTORADA DE LOVAINA QUE HABIA APLICADO UN TEST SOBRE GRADO DE NACIONALISMO DE LOS ARGENTINOS CONFECCIONADO EN ESA UNIVERSIDAD BELGA.
Si no hubiera sido por el hecho de acordarme que esa universidad era de tendencia derechista desaparecemos ambas.Menos mal que el milico que me interrogó no era muy lúcido pués el grado de compromiso era bastante grande.
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ANA
fecha: 29 | 03 | 2007
hora: 4:37 pm
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Parece que nuestros vecinos trascordilleranos tienen temor que los chicos malos los hayan tomado de
punto.No les gustarán las matrias?
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Ana
fecha: 07 | 04 | 2007
hora: 9:31 pm
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Le contesto en su blog,así lo lee más seguro.Me izo llorar con lo de las cañoneras de Montevideo.Me tocò mi infancia.Mis cinco años tristes porque mis muñecas habìan quedado destrozadas por la policìa de Perón.Mi padre llevándome para consolarme al puerto para ver quizás esas mismas cañoneras.Perdón profesor su país es parte de la historia NO DIGA LO CONTRARIO NO BLASFEME.NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE
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Juan Alfonso Maeso Buenasmañanas
fecha: 12 | 04 | 2007
hora: 7:57 pm
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No estoy de acuerdo con que los países que abrazaron la Contrarreforma se condenaran a la pobreza y al pensamiento reaccionario mientras que los países que siguieron a Lutero, Calvino, Zwinglio y compañía (tan intransigentes o más que los inquisidores católicos)gozaran del progreso y el pensamiento libre. Las católicas Lombardía, Padania, Bélgica, Quebec o Baviera fueron y siguen siendo regiones o países prósperos y libres, mientras que las protestantes naciones nórdicas fueron de las más pobres de Europa hasta bien entrado el siglo XIX.
En cuanto a la idea de que la soberanía nacional obstaculiza el progreso económico tampoco la veo acertada. Naciones muy celosas de su soberanía como Estados Unidos, Japón o Reino Unido compiten ventajosamente en el mundo globalizado. Para ello no es necesario renunciar a la soberanía nacional, sino disponer de una población instruida y cívica, de mercados abiertos a la competencia y de una legislación que ofrezca garantías jurídicas a propietarios, inversores, trabajadores y consumidores.
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Ana
fecha: 13 | 04 | 2007
hora: 6:42 am
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Muy bien Juan Alfonso al profesor le vamos a hacer valorar su pais que es pequeño pero vale un montòn.
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Javier del Rey Morató
fecha: 18 | 04 | 2007
hora: 7:40 pm
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El comentario del contertulio -y sin embargo amigo- Juan Alfonso Maeso, me parece interesante.
En efecto, la religión es una variable -hay otras-, y hubo y hay países prósperos, entre ellos el Emirato de Kuwait.
Pero la Modernidad, y el espíritu del capitalismo, la democracia y la teoría de la tolerancia, los partidos políticos y el pluralismo filosófico, son cosas de las sociedades de la Reforma.
Y el éxito en la aventura de dominar el mundo, con el impresionante progreso conseguido en la ciencia y en la tecnología, también es un activo de las sociedades de la Reforma.
En mi úlitmo libro, que acabo de publicar, digo algo discutible -si se lo toma literalmente-, pero no exento de interés. Y lo que digo es que, en los últimos 30 años, España vivió su peculiar revolución protestante: pasó del objetivismo católico a la conciencia, del dogma a la libertad individual, del principio de autoridad a la relación personal con Dios.
Sobre eso podremos hablar, pues tengo algún artículo en la nevera, un poco largo, y no sé si conseguiré resumirlo con eficacia, para que pueda ingresar en esta tribuna.
En cuanto a lo de la soberanía… Me acuerdo de un filósofo inglés: John Locke. En su «Ensayo sobre el Entendimiento Humano», publicado en 1690, y traducido al español en 1956 -¡¡¡266 años!!!-, dice que muchas veces los hombres creen disputar sobre ideas… Y sólo disputan sobre palabras. Es decir: ruidos en el aire.
En un mundo globalizado, en el que, salvo raras excepciones -Estados Unidos, sobre todo-, no hay otra soberanía que la soberanía compartida, seguir hablando de soberanía, cuando hablamos de Panamá o de Costa Rica, de Honduras o de Nicaragua, de Paraguay o de algún otro incierto o improbable paisillo, pues me sigue pareciendo una trampa cognitiva, amén de una broma de mal gusto.
Salvo que uno sea nacionalista, entonces…
Estamos ante una ideología anacrónica -pero que, sin embargo, tiene futuro, lo reconozco-, un producto europeo, exportado a sus antiguas colonias, que exime al personal de pensar por su cuenta: ya hay otros que piensan por él.
Los nacionalistas -dice un autor norteamericano- son ciegos con bastones blancos, guiando a otros ciegos…
Sin comentarios. Pero, naturalmente, si por soberanía entendemos que los nativos voten cada cuatro años a sus dirigentes (también nativos), y que no puedan elegir a otros (que acaso están mano sobre mano, dispuestos a trabajar), y que por eso se creen libres y soberanos, pues muy bien: el que no se divierte es porque no quiere.
Personalmente, preferiría poder votar a Kohl, a Clinton, a Felipe González, tal vez a Blair -cuando se quede sin trabajo, y eso está a la vuelta de la esquina-, que a un político nativo, sobre todo si conozco su cultura política, si es un don nadie, y si no va a arreglar nada.
Si por soberanía se entiende que son los actores nativos -una elite que, por lo general, poco tiene que ver con el pueblo y sus problemas-, los que deciden cuando y cuánto van a a aumentar los salarios, para que los ciudadanos puedan llegar, no al día 15 de cada mes, sino al día 16 -¡gran logro social!-, pues bienvenida sea la soberanía, detendada en exclusiva por los actores patrios.
Confieso que, cuando llego a un país con esa mentalidad, o me encuentro con gente de esa mentalidad, sólo hago una pregunta: dónde queda el aeropuerto. ¡Y es que necesito salir corriendo!
Hay palabras que estropean la convivencia, y limitan la inteligencia. Me acuerdo de George Orwell, y su memorable novela «1984»: «Cada vez habrá menos palabras, y el radio de acción del pensamiento será menor».
Con todos los respetos a mis ilustres contertulios del otro lado del charco -bueno, quiero suponer que me escriben desde el otro lado del océano-, deberíamos vigilar un poco el lenguaje. Porque él no es inocente: nos impulsa o nos derrota, nos exalta o nos abate, nos libera o nos convierte en esclavos suyos.
Con todos los respetos, a veces estamos instalados en una falsa conciencia, y, desde ella, lo que creemos percibir lo damos por bueno, y, sobre todo, lo confundimos con la mismísima realidad, olvidando que es factura nuestra, y no parte de la estructura objetiva de la realidad. No nos damos cuenta de que es un modelo, y no la realidad. Y ese modelo puede ser un desastre cognitivo. Es la cosificación del modelo.
Bueno, aquí lo dejo. Tiempo habrá de hablar de esto, y de otras cosas. Y no pretendo convencer a nadie. No soy un evangelista de una buena nueva, ni tengo un mensaje salvador para nadie.
Digo lo que veo -lo que creo ver-, y aunque mi mirada pueda estar llena de límites, es lo único que tal vez puedo llamar mío.
Un saludo cordial
Javier del Rey Morató