La fractura de la izquierda venezolana

Por José Luis Martínez (para Safe Democracy)

José Luis Martínez explica por qué el presidente venezolano, Hugo Chávez, ha puesto en marcha una nueva modalidad de control autoritario del poder, con el aplauso de buena parte de la población, dentro y fuera de Venezuela, especialmente en América Latina. Martínez cree que el régimen chavista camina hacia el autoritarismo, por ahora con popularidad. Al menos, así parecen afirmarlo dirigentes históricos de la izquierda venezolana.


José Luis Martínez es periodista, editor y analista de política internacional del diario La República de Montevideo. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación y Diplomado en Estudios Europeos y Relaciones Unión Europea, América Latina y el Caribe de la Universidad Miguel de Cervantes de Chile. Asimismo, es graduado en Planificación y Administración de Recursos de Defensa en el CHDS, Universidad Nacional de Defensa de Estados Unidos. Ha publicado varios libros sobre política y conflictos internacionales.

HACE VARIAS DÉCADAS, EL HISTORIADOR BRITÁNICO HUGH THOMAS describió al gobierno de Fidel Castro como un régimen de izquierda fascista. Thomas lo calificó como un régimen con establecidos objetivos izquierdistas totalitarios y sostenido mediante los métodos del fascismo. Hoy Venezuela está moviéndose rápidamente en esa dirección. Así lo afirman dirigentes históricos de la izquierda venezolana.

El ex vicepresidente José Vicente Rangel consideró inquietante que el presidente Hugo Chávez esté por encima de las instituciones, en su primera entrevista tras su sorpresiva remoción del cargo. Chávez está por encima de las instituciones porque encarna al pueblo, y eso que te digo es inquietante porque si Chávez no controla ese poder puede derivar en lo que lo llaman sus adversarios, dijo Rangel, en una entrevista concedida a un diario venezolano. Sus adversarios alertan con insistencia que el presidente quiere erigirse como un dictador.

LA DICTADURA DE LA DEMOCRACIA VERDADERA
Rangel, era considerado el principal operador político en el gobierno de Chávez, con una trayectoria que comenzó en la lucha contra la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, que lo llevó incluso a exiliarse en Chile. Convertido en un incansable defensor de los Derechos Humanos, fue diputado y candidato presidencial de la izquierda venezolana en varias ocasiones. Hoy cayó en desgracia tras ser excluido por Chávez.

Su sustituto, el actual vicepresidente venezolano Jorge Rodríguez, sostuvo que, si se vieran trazos dictatoriales en esta nueva etapa, serían los de una dictadura de la democracia verdadera, que se instaura para siempre en Venezuela. Estas palabras suenan inquietantes. La única certeza es que el régimen de Chávez nada tiene que ver con una visión moderna del socialismo que se fundamenta en la ampliación y profundización de la democracia.

YA NO EXISTEN LAS INSTITUCIONES
El socialismo del siglo XXI que Chávez dice querer implantar, es un término intencionalmente vago y confuso. Resulta de una mezcla ideológica que el octogenario ex comunista Luis Miquilena, mentor político del presidente y factotum de la Asamblea que redactó en 1999 la Constitución Bolivariana, calificó de menestrone que no tiene asidero ni doctrina de ninguna naturaleza, ni teoría en que fundamentarse.

El gobierno no se atiene a ninguna regla, tiene todas las características de un gobierno dictatorial, un autoritarismo hipócrita para poder mantener cierta vigencia en el mundo actual, opina Miquilena. Asegura que el gobierno está ahíto de poderes, tiene en sus manos todas las riendas de la administración, ya no existen las instituciones.

Juntos, Miquilena y Chávez, fundaron la organización política Movimiento Quinta República y levantaron pieza a pieza la alianza con otros partidos políticos. Como Ministro de Interior, al comienzo del primer mandato de Chávez, Miquilena se ganó la reputación de conciliador, un mediador entre el incendiario discurso del presidente y la inquieta oposición. Miquilena se separó definitivamente del gobierno en enero de 2002, luego de disentir con mandatario y denunciar su estilo autoritario.

Miquilena contó que la distancia con Hugo Chávez se hizo insalvable cuando tomó el despeñadero de la arbitrariedad y el personalismo, cuando se le metió en el cuerpo la idea de que es un superhombre y se hizo todopoderoso. El ex dirigente comunista, además de brindarle apoyo financiero para sostener a su familia en los dos años que Chávez estuvo en prisión entre 1992 y 1994, tras el golpe de Estado contra el presidente constitucional Carlos Andrés Pérez, lo convenció de olvidar la idea de promover la abstención y en su lugar buscar el poder en Venezuela con el voto.

ABSOLUTISMO SIN GULAGS O AUSCHWITZ
Para el ex ministro del democristiano Rafael Caldera y ex candidato presidencial Teodoro Petkoff, director del diario Tal Cual, no sería exagerado afirmar que la cristalización de esos procesos en curso así como de otros ya anunciados por Chávez, puede desembocar en una especie de totalitarismo light, o sea, sin gulags o Auschwitz, pero bajo el escudo de un fuerte aparato policial y militar y con el miedo y la adulación permeando todo el cuerpo social.

En la opinión del ex guerrillero comunista Petkoff, la izquierda tiene muchísimos matices. En este momento hay diez gobiernos de izquierda en América Latina y cada uno es diferente de los demás. Pero en general, uno los puede agrupar en dos grandes vertientes: una moderna y democrática y otra atrasada y no democrática.

Hablar del poder del pueblo sin democracia es demagógico. La izquierda moderna tiene una concepción económica y social que hace del crecimiento con equidad su columna vertebral. Hay otra izquierda que piensa que la democracia es un valor prescindible, que las libertades democráticas tienen un carácter formal, es una izquierda atrasada. No hay nada más atrasado que la dictadura, el totalitarismo, la estatización total de la vida de la sociedad. Su relación carnal con Fidel hace pensar que Chávez está mucho más cerca de la izquierda atrasada que de la moderna, indicó Petkoff.

SOCIALISMO ESTATISTA
El régimen chavista tiene una clara tendencia autoritaria. Chávez acaba de decidir sin consultar con nadie, la unificación de las formaciones políticas que lo siguen en un partido único, como lo hicieron los regímenes totalitarios de Europa del Este bajo la égida de la Unión Soviética. Se está instalando una autocracia, en el sentido de que no hay separación de poderes y todos los reúne Chávez, mientras crece el sistema militarista que impulsa decididamente el mandatario que llegó desde los cuarteles.

El partido Podemos, uno de los más importantes de la veintena de grupos que respaldaron al presidente Chávez para su reelección en diciembre, reclamó respeto al pluralismo, rechazó el socialismo estatista y proclamó un socialismo democrático. El secretario general, el diputado Ismael García, fue claro: nos oponemos al modelo soviético.

Chávez inaugura una modalidad de control absoluto del poder con el aplauso de buena parte de la población, dentro y fuera de Venezuela, especialmente en Latinoamérica. El régimen camina hacia el autoritarismo, por ahora popular.

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