Dónde convergen y dónde divergen los intereses de Washington y Riad

Por Walid Salem (para Safe Democracy)

Walid Salem analiza la compleja relación entre Estados Unidos y los llamados países árabes moderados –incluyendo a Arabia Saudí— y dice que lo que se ha forjado no es un pacto suní-estadounidense en contra de Irán y Hezbolá (chiíes), sino más bien un acercamiento político entre diversos actores. Salem recorre a continuación los puntos de acuerdo y de divergencia de Washington y Riad en torno a los principales desafíos regionales: la amenaza iraní, el conflicto palestino-israelí, la Iniciativa Árabe de Paz, Irak, Líbano y Siria.


Walid Salem es analista político especializado en asuntos palestinos. Dirige el Centro Panorama para la diseminación de la Democracia y el Desarrollo Comunitario con sede en Ramala (en la oficina de Jerusalén Este).

SEGUIR LOS ACONTECIMIENTOS QUE SE GENERAN en torno a las relaciones entre Estados Unidos y los llamados países árabes moderados, incluyendo a Arabia Saudí, puede generar bastante confusión.

El Cuarteto Árabe se reunió en dos ocasiones, en Amán y Asuán (ciudad egipcia), con Condoleezza Rice durante los dos últimos meses, y a estos encuentros le siguieron los que sostuvo con directivos de las agencias de seguridad de estos países. Dichas reuniones dieron la impresión de que existe una armonía política, combinada con cooperación en temas de seguridad que será efectiva no sólo contra el terrorismo, sino contra Irán también.

A partir de estos hechos, algunos observadores desarrollaron un análisis acerca del pacto que Estados Unidos ha hecho con los países árabes moderados –suníes– en contra de Irán y Hezbolá –chiíes–. Con la integración del factor suní surgieron más problemas: ¿Qué hay de la fracción de chiíes iraquíes que se han aliado a Estados Unidos? ¿Y Siria, que es un Estado suní pero está aliado con Irán? ¿Qué hay de Al-Qaeda, que es una organización suní? Y por último, la mayor parte de la resistencia contra Estados Unidos en Irak –y también parte del terrorismo– viene de grupos suníes locales.

Por lo tanto, no es un pacto suní-estadounidense. Es más bien un pacto político, que reúne a los países del cuarteto árabe con Estados Unidos, así como con otros países árabes moderados y probablemente con Israel. Pero, ¿existe en realidad un pacto?

Es un hecho que los países árabes moderados han decidido moverse con Estados Unidos y en contra de Irán y que el conflicto palestino-israelí está siendo marginado de sus agendas. Por ende, uno podría levantarse el día de mañana y ser testigo de la normalización de las relaciones saudí-israelíes con la ayuda de Estados Unidos, quien a su vez buscaría reforzar el pacto en contra de Irán, sin que al mismo tiempo se esté dando una solución real al conflicto palestino-israelí.

Entre tanta confusión, uno debería de ir más allá de la visión optimista, y tener en cuenta el significado de palabras como coalición, pacto y alianza. Estas palabras tienen un significado diferente al que se pretende mostrar, y en el que pacto significa lealtad o ser seguidor de otro miembro del mismo grupo. Los pactos y las coaliciones siempre involucran acuerdos pero también desacuerdos entre las partes.

Lo anterior es especialmente importante cuando se pretende desenmascarar los estereotipos de la propaganda hecha por extremistas que dice que los países árabes moderados son los únicos que colaboran con Estados Unidos; cuando se ve al gobierno israelí imaginando que los árabes normalizarán las relaciones con ellos por miedo a Irán.

Con todo lo mencionado anteriormente, ¿en qué converge y en qué diverge la agenda estadounidense-saudí?

LA AGENDA ESTADOUNIDENSE-SAUDÍ
Sin profundizar demasiado en la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudí, pareciera que –hablando en términos amplios– los políticos saudíes se reúnen con sus homólogos norteamericanos principalmente en dos casos:

UNO
Cuando se trata de combatir al terrorismo y a grupos extremistas, especialmente aquellos que usan el Islam como justificación de sus actos terroristas.

DOS
Cuando se busca la paz en Oriente Medio.

Por otra parte, estadounidenses y saudíes tienen una serie de acuerdos y desacuerdos en cada uno de los siguientes asuntos:

PALESTINA
Ambas políticas convergen en cuanto que buscan desconectar a Hamas e Irán. Sin embargo, los saudíes han utilizado la voluntad oficial estadounidense para ir más allá: reunir a los palestinos en torno al Acuerdo de La Meca. Este acuerdo no satisface las interpretaciones estadounidenses acerca de las tres condiciones que ha impuesto el cuarteto internacional: que Hamas reconozca a Israel, la aceptación de todos los acuerdos que realizó la OLP con Israel en el pasado y la condena del terrorismo.

Pareciera que, son esto, la administración estadounidense debería estar contenta por el éxito saudí de lograr que Hamas corte relaciones con Irán, aunque sea temporalmente, y por haber acercado a Hamas a una posición más moderada. Pero al mismo tiempo, desde el punto de vista de Estados Unidos, los logros no han sido suficientes como para levantar las sanciones impuestas al gobierno palestino.

Esta posición enfurece a los saudíes quienes han hecho un préstamo de 650 millones de dólares al gobierno palestino, dinero que no puede ser transferido sin que Estados Unidos permita que los bancos realicen la operación. Más allá de esto, Arabia Saudí siempre criticará la postura parcial que Washington tiene hacia Israel y su abstención de presionar al gobierno para que respete los derechos palestinos.

IRAK
El discurso de apertura de la Cumbre Árabe (28 de febrero de 2007) pronunciado por el Rey Abdullah de Arabia Saudí en Riad, fue muy claro cuando calificó la presencia estadounidense en Irak como una ocupación ilegal. El Rey también se mostró preocupado por los altos niveles de violencia que se viven en el país del Golfo Pérsico.

Las posiciones saudíes coinciden con las estadounidenses en cuanto a que buscan detener el derramamiento de sangre entre iraquíes. Los saudíes organizaron, hace algunos meses, una conferencia con diferentes grupos iraquíes con la esperanza de detener la violencia. Dicha conferencia se realizó con el apoyo de Estados Unidos. Sin embargo, no fue grato para los oficiales estadounidenses que los saudíes llamaran ocupación a su presencia militar en Irak –término que también fue utilizado por el presidente iraquí, Jalal Talebani, durante la misma cumbre–, puesto que esto significa que son responsables, al menos en parte, del derramamiento de sangre.

IRÁN
Incluso en el caso de Irán hay divergencias. Por un lado la administración estadounidense y la saudí se ponen de acuerdo en cuanto a la necesidad de contener la influencia iraní y prevenir su expansión. Por otro, se ve a los estadounidenses en una clara escalada contra Irán, algo en lo que los saudíes no están de acuerdo. Otro hecho llamativo es que diferentes oficiales saudíes han visitado Teherán en varias ocasiones durante los últimos dos años, así como oficiales iraníes han estado en Riad e incluso la última visita fue efectuada por el mismo Ahmadineyad. Con todo esto, queda demostrada la existencia de una fractura entre las políticas saudíes y las estadounidenses.

Estados Unidos quiere cooperar con Irán en asuntos que tengan que ver con la estabilización de Irak –la Conferencia de Bagdad es un ejemplo de ello–, mientras que mantiene la escalada en contra del país persa con el fin de evitar que obtenga armas nucleares.

Los políticos saudíes –con ayuda de los turcos– quieren cooperar con Irán para lograr la estabilización de Irak, desean encontrar una solución para Líbano, pero quizá lo más importante es que Arabia Saudí ve la escalada en contra de Irán como una estrategia equivocada que podría favorecer el crecimiento de grupos extremistas en la región. Algo que también pondría en peligro al régimen saudí. Como alternativa a una escalada, que podría generar una nueva guerra si se pierde el control, Arabia Saudí ha escogido el diálogo como fórmula para restringir el peligro iraní. De esta forma también se evita que Irán utilice armas nucleares en contra de sus vecinos.

LÍBANO
En cuanto a Líbano, Estados Unidos considera que Hezbolá es una organización terrorista que está conectada con Irán. Arabia Saudí, por su parte, invitó hace algunos meses a líderes de Hezbolá a Riad. Asimismo, el embajador saudí en Líbano se reúne regularmente con representantes de Hezbolá y con grupos libaneses con el fin de resolver la crisis interna en Líbano. La cuestión libanesa incluso formó parte de la agenda de los diferentes encuentros entre Irán y Arabia Saudí.

Ambas administraciones buscan la estabilidad en Líbano. Washington quiere logar este objetivo venciendo a Hezbolá y aislándolo, mientras que Arabia Saudí busca la inclusión de Hezbolá en el sistema político libanés mediante la presión hacia Israel para que se retire de las Granjas de Shiba, para que libere a los prisioneros libaneses y para que los soldados israelíes secuestrados en Líbano sean liberados.

SIRIA Y LA SOLUCIÓN COMPRENSIVA
La política estadounidense de los últimos años se ha movido en torno al conflicto palestino-israelí, y se ha aislado la cuestión siria como un castigo por su alianza con Irán, por hospedar a los líderes terroristas palestinos, apoyar a Hezbolá, y también por su posible implicación en el asesinato del primer ministro Rafik Al-Hariri. Por otra parte, esta política no ha ayudado a mejorar el conflicto palestino-israelí, pero sí ha propiciado una escalada y la imposición de sanciones hacia Siria por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Arabia Saudí acepta, por un lado, la idea de presionar a Siria cuando se trata de su interferencia en Líbano, pero al mismo tiempo no acepta que los sirios sean castigados al no devolvérseles los Altos del Golán.
Otro punto importante es la Iniciativa Árabe de Paz. Los saudíes creen que se trata de una propuesta que busca la paz comprensiva para todos los involucrados –incluyendo los asuntos de Siria e Israel–, y no sólo para algunos. La idea que se propaga estos días de reunir al cuarteto de países árabes moderados con el cuarteto internacional en una conferencia regional que incluya también a palestinos e israelíes, pero que deje fuera a Siria y a Líbano, podría ser la forma de lograr la normalización. Pero sin obtener la implementación de los requisitos necesarios para alcanzar la paz –o al menos dar un paso hacia adelante para solucionar el conflicto palestino-israelí–, esta normalización nunca tendrá lugar. El periódico saudí, Al-Watan, ha escrito al respecto que Israel quiere la normalización sin la implementación correspondiente.

Con todo lo mencionado, la bienvenida que Estados Unidos dio –por considerarla positiva— a la propuesta israelí de reunirse con los saudíes para discutir la paz, añade un punto de divergencia entre la administración estadounidense y la saudí. Arabia Saudí ve la Iniciativa Árabe de Paz como una opción para solucionar el conflicto sirio-israelí, de la misma forma que busca una solución para el conflicto palestino-israelí, y no apoyan uno en detrimento del otro.

LOS SAUDÍES Y EL REPORTE HAMILTON-BAKER
Parece que las políticas saudíes convergen con otra tendencia estadounidense, expresada en el reporte Hamilton-Baker y apoyada por la mayoría demócrata en el congreso. La fracción demócrata busca la retirada de Irak y la inclusión de Siria en el proceso de paz, lo cual sería una manera de hacer que abandone su alianza con Irán.

La mala noticia para la administración Bush es que los saudíes saben muy bien cuáles fueron los fallos estadounidenses en Irak y Líbano, así como lo frágil que es su posición en el interior de su país. Esto explicaría el rechazo del Rey Abdullah de Arabia Saudí para asistir a una cena en Estados Unidos tras la Cumbre Árabe. O bien los saudíes están buscando que la administración Bush se mueva antes de que esta visita se lleve a cabo, o bien se dedicarán a otros asuntos mientras cambia la actual administración.

Arabia Saudí no dará por sentadas las ofertas de normalización de Olmert; saben que es muy débil dentro de Israel, pues únicamente cuenta con el apoyo del 2 por ciento de la población. Por lo tanto, los saudíes buscarán que ceda en algún aspecto antes de hacer pública cualquier reunión con él.

Contrario a lo que ocurrió hace dos años, cuando Washington presionaba al régimen saudí hacia la democracia y las reformas, hoy la administración estadounidense acude al régimen saudí en busca de ayuda tras los fallos que tuvo en Irak y Líbano. Arabia Saudí está explotando esta nueva situación, y ha hecho uso del lenguaje de la sociedad civil, la reforma, y la autocrítica durante la última Cumbre Árabe para la Paz, aunque sin implementación.

¿Podrá moverse Oriente Medio hacia la paz a través de esta explotación, combinada con la ayuda europea, los diversos canales extra diplomáticos, las intervenciones y las negociaciones directas? Esto es tema digno de un nuevo artículo…

La Fundación Safe Democracy le invita a suscribirse gratis a los dos boletines electrónicos semanales (martes y jueves), con el análisis y los comentarios de nuestros expertos internacionales (pinche aquí).