La elección en octubre de Cristina Fernández de Kirchner como presidenta de Argentina no sólo podría implicar una renovación política para el país, sino que podría servir además para resituar a Buenos Aires en el ámbito internacional dando una señal de confianza plena a países como España, Francia y Estados Unidos.

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FINALMENTE SE DEVELÓ EL MISTERIO de este año electoral para Argentina, con la proclamación de la senadora por la provincia de Buenos Aires, y esposa del primer mandatario, Cristina Fernández de Kirchner como candidata a presidenta por el oficialismo. Y ya ha tenido una importante visita a España, donde se ha reunido con altos cargos empresariales y políticos en Madrid.

Esta apurada proclamación se llevó a cabo pocos días después de la espectacular victoria del candidato derechista Mauricio Macri en la segunda vuelta electoral porteña del pasado 24 de junio, en la que con un contundente 60 por ciento de los votos se consagró como Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Esta derrota del oficialismo sumada a la victoria, también de la oposición, en la austral provincia de Tierra del Fuego –el mismo día que ganó Macri– precipitó la decisión oficial de proclamar a su candidata a presidente, y lanzar así un golpe de efecto para las primeras planas de los diarios, perdidas en el cónclave de derrotas.

POR LA REELECCIÓN

No es que Néstor Kirchner no sea reelegible, sino más bien todo lo contrario. Tanto su pasado de consecutivas gobernaciones en su natal provincia de Santa Cruz, como así también las últimas encuestas que lo ubican entre un 50 por ciento y un 55 por ciento de intención de voto para octubre próximo –además de contar con casi el 75 por ciento de aprobación popular, índices históricos de aceptación de un mandatario en Argentina, si se tiene en cuenta que se encuentra por finalizar su período de gobierno–, así lo demuestran.

Pero el presidente argentino es también consciente de que transita embarrado por distintas crisis, sus últimos meses de gobierno y de que el inevitable desgaste comienza al segundo día del mandato reelecto.

Por ese motivo, y haciendo una lectura correcta del cambio en los humores sociales que comenzaron a generarse tras la crisis político-institucional de finales de 2001 y principios de 2002, el lanzamiento de su esposa a la carrera presidencial se presenta como una bocanada de aire fresco y de renovación para la política argentina.

Ahora bien, esta renovación deberá estar acompañada de un sólido trabajo de construcción política y de afianzamiento de su débil base social, que el presidente se verá en la obligación de empezar a construir al día siguiente de abandonar su cargo, para poder solidificar su proyecto político, y claro está, el de su esposa. Inclusive deberá contemplar seriamente si le conviene asumir, o no, la presidencia del Partido Justicialista, al que denostó durante estos cuatro años.

LAS PROYECCIONES DE CFK

Más allá del hecho simbólico que significa que una mujer asuma la presidencia, en un país políticamente conservador como Argentina, a nivel internacional, Cristina tiene una imagen de gran confianza y de apertura al diálogo para captar nuevos inversores y limar ciertas asperezas con países como Estados Unidos, España y Francia.

En el caso de Estados Unidos, una posible Administración demócrata aceleraría un inevitable cambio en la relación con el país del norte, reabriendo ciertos canales de diálogo que hoy por hoy se encuentran inutilizados, y de seguro se imprimiría un giro lento, no drástico, en la relación de Argentina con sus actuales aliados de América del Sur, en particular con Venezuela. Si bien los intereses y las alianzas son otras, Argentina pasaría a tener una posición más cercana a la de Michelle Bachelet en su relación con los países latinoamericanos.

En el plano nacional, no sólo se continuaría con las actuales políticas económicas y monetarias que se vienen desarrollando con bastante éxito hasta el presente (entre otras cosas, se seguirían aumentando las reservas monetarias y se mantendría un tipo de cambio alto con respecto al dólar para seguir beneficiando a las exportaciones), sino que se llevarían a cabo ciertos gestos, al menos en una primera etapa, para intentar profundizar una mejor distribución de la riqueza, verdadera deuda de la actual gestión de Néstor Kirchner. Recordemos que Argentina crece a tasa asiáticas (del 7-8 por ciento) y es el país que más crece de la región.

CAMBIOS EN EL GABINETE Y LA INTERNA PERONISTA

En medio de la crisis desatada por la extraña aparición de 60.000 dólares en el baño de su despacho, y del pésimo manejo que de esta comprometida situación hizo, el presidente argentino decidió aceptar la renuncia de Felisa Micelli, quien se desempeñaba al frente del Ministerio de Economía y Producción, para intentar no ser salpicado en un año clave como el actual, y nombró en su lugar a Miguel Peirano, quien mantiene una excelente relación con los referentes de la Unión Industrial Argentina (UIA).

La otra funcionaria que continúa siendo cuestionada por irregularidades en su gestión, es la secretaria de Medio Ambiente, Romina Picolotti. Estos casos de presunta corrupción en las altas esferas del gobierno, acompañado por el aún no resuelto de la compañía Skanska, que se cobró la renuncia de otros funcionarios de segundo nivel y empañó la gestión de uno de los hombres de máxima confianza del presidente, el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, ensombrecen la gestión del primer mandatario que nació, entre otras cosas, denunciando fuertemente los cuantiosos casos de corrupción de la década pasada.

En cuanto a la interna peronista, que por estos días comenzó a desatarse con mayor pasión, el duelo entre Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner recobró fuerza con el congreso lanzado en la provincia de San Luis, en la que la casi totalidad de los caciques provinciales de ese partido que son opositores a la actual gestión –con los ex presidentes Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saa, a la cabeza-, aunaron su voz para pedir que haya internas abiertas dentro del Justicialismo en lo inmediato, y dejaron en claro que armarán un frente opositor de corte netamente peronista para las elecciones de fin de año.

Si bien Duhalde –quien claramente apuesta a la caída anticipada del próximo gobierno o en todo caso a presentarse como la figura de recambio en las elecciones del 2011– no estuvo físicamente presente, su espectro no dejó de sentirse en ningún momento.