Resultará imposible llegar a un acuerdo general en la región que no contemple las relaciones entre Siria e Israel, y también las relaciones entre Israel y Líbano, incluyendo el problema de Hezbolá.


(Desde Jerusalén) LA ÚLTIMA VISITA de la Secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, a Israel y a Palestina ha tenido por objeto preparar el terreno para la conferencia de paz árabe-israelí de noviembre que se llevará a cabo en Washington, patrocinada por el propio presidente George W. Bush.Sin embargo, las declaraciones diplomáticas positivas emitidas por las partes no son suficientes para encubrir el cúmulo de dificultades a enfrentar, previas a la conferencia. Aunque los encuentros frecuentes entre el primer ministro israelí, Ehud Olmert, y el presidente palestino, Mahmoud Abbas, están encaminando la elaboración de un documento sobre puntos acordados entre palestinos e israelíes sobre la naturaleza del acuerdo entre estas partes, no debe olvidarse la fractura existente entre los seguidores de Abbas que controlan Cisjordania y los seguidores de Ismael Hanyeh (Hamás) que controlan Gaza. Esta lucha representa en sí un problema de legitimidad para cualquier acuerdo alcanzado por los personeros leales a Abbas-Abu Mazen, a ojos de los seguidores de Hamás.

LOS PROBLEMAS DEL GOBIERNO ISRAELÍ
Por otro lado, aunque la publicación del resultado final del informe Winograd ha sido aplazada hacia una fecha futura incierta, éste representa una seria amenaza a la continuación del mandato de Ehud Olmert como primer ministro de Israel, a lo que se añaden las acusaciones de carácter legal que siguen manchando a su mandato y a su gobierno, la prosecución judicial de las cuales podrían desenfocar al gobierno israelí de las negociaciones de paz.

«Los moderados en Damasco preferirían quizás las negociaciones con Israel y el pasaje de Siria a un modus vivendi positivo con Occidente»

Más allá de todo esto es imposible pensar en un acuerdo general árabe-israelí que no contemple las relaciones entre Siria e Israel, y también las relaciones entre Israel y Líbano, incluyendo el problema de Hezbolá, en su aspecto interno libanés e internacional con respecto a Israel.

CÓMO DISTANCIAR A SIRIA DE IRÁN
Ehud Olmert ha declarado en varias oportunidades que negociaciones sirio-israelíes son necesarias y bienvenidas. Por otro lado, las acciones aéreas israelíes en Siria durante la primera semana de septiembre parecieran señalar el precio que deberá pagar Siria en un proceso negociado con Israel: abandono, por parte de Damasco, de la alianza estratégica sirio-iraní y de las políticas sirias de desarrollo militar no-convencional, percibidas en Jerusalén como sumamente peligrosas.

Es difícil establecer si para la elite gobernante siria, éstas opciones son contempladas como reales o no.

Probablemente la respuesta es matizada: en dicha elite, los militantes radicales se alinean a favor de la continuación de la confrontación con Israel y Occidente en general, sobre la base de la alianza con Irán. Los moderados preferirían quizás las negociaciones con Israel y el pasaje de Siria a un modus vivendi positivo con Occidente.

NEGOCIAR SIN PRE-CONDICIONES
Pero hay un punto sobre el cual las elites sirias parecieran estar de acuerdo y es que el cambio de posicionamiento debería ser un resultado positivo de posibles negociaciones con Israel y no una pre-condición a éstas.

Es en esta área donde Estados Unidos, la Unión Europea y otros miembros de peso de la comunidad internacional (Rusia, China, India, Japón, la Liga Árabe, para mencionar a los más importantes) tendrían un rol político central a jugar. Podrían hacerlo garantizando a cada parte la satisfacción de sus necesidades legítimas en las diversas áreas a discutir. No se trata de simples mediaciones, ni de garantías etéreas sino de pasos concretos como el planeamiento de la asistencia económica necesaria para facilitar la transición a la negociación y paz de las partes económicamente más débiles: los palestinos, en cierta manera, también Siria.

«Se trata en definitiva de apoyar y realizar una resolución no militar del problema planteado por la nuclearización de Irán»

Se trata de lograr acuerdos de desmilitarización territorial que reaseguren a todas las partes que territorios concedidos a cambio de pacificación no se convertirán en plataformas de futuros ataques. Y de implantar la coordinación necesaria entre todas las partes para institucionalizar los acuerdos de tal manera que todos los entes políticos resultantes de éstos, y especialmente el futuro Estado palestino, asuman los compromisos internacionales vigentes de lucha y erradicación del terrorismo de todo Oriente Medio.

TAREA DIFICIL, PERO NO IMPOSIBLE
Se trata en definitiva de apoyar y realizar una resolución no militar del problema planteado por la nuclearización de Irán. Y de controlar el flujo de tecnologías bélicas y armamentos y el financiamiento, que alimentan los conflictos en la región.

Para lograr todo esto, pareciera que el período restante hasta la conferencia de noviembre no bastará. Acuerdos parciales, acosados por la violencia e inestabilidad fomentada por los sectores no incluidos en éstos –como Hamás, Hezbolá, Irán o como se llamen– no resistirán el embate generado o apoyado por los extremistas excluidos. Más aún, Oriente Medio ha demostrado una y otra vez que para lograr acuerdos públicos de pacificación que resistan el tipo de presiones mencionadas, es necesario llegar previamente a acuerdos negociados en forma secreta, ya que las negociaciones abiertas no resisten las confrontaciones políticas internas que generan en cada una de las partes negociantes.

De aquí que las formulas de resolución son bastante claras: negociaciones secretas, serias garantías e intervención internacional de apoyo tras la publicación de los acuerdos logrados, generación de legitimidad política y apoyo público a los acuerdos y a las garantías internacionales. Tarea difícil, pero no imposible.