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Un fenómeno político, diplomático y jurídico particular se observa en relación al drama de los secuestrados en Colombia: el asunto se ha internacionalizado. La pregunta es si ese hecho complica o simplifica la liberación de los secuestrados, incluyendo tanto los presentes como los futuros, los de Colombia y los que están cautivos en todo el mundo.

(Desde París) EN LA RAÍZ DE LA INTERNACIONALIZACIÓN del drama de los secuestrados en Colombia, que se muestra por la frustrada y revivida mediación de Hugo Chávez, por la intervención de Nicolas Sarkozy, por las declaraciones de Daniel Ortega, de la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, por la mediación de la Iglesia, etcétera, se encuentra un hecho fortuito como es la doble nacionalidad de Ingrid Betancourt, quien además de colombiana es francesa, y un hecho notorio: el ascendiente cierto de Hugo Chávez Frías sobre la guerrilla colombiana.

UN HECHO FORTUITO, UN HECHO NOTORIO

El primero es, como decimos, un hecho fortuito. Ingrid Betancourt no fue secuestrada ni retenida por su condición de francesa, que no era conocida en Colombia. “Fernando Araujo, secuestrado cinco años por las FARC, veía cómo se les alumbraban los ojos a los guerrilleros cuando hablaban de Chávez, quizás porque él encarna los valores que ellos quisieran defender” Fue retenida porque voluntariamente se metió en la boca del lobo en medio de su campaña de convicción hacia la Presidencia de la Republica de Colombia, en la cual participaba como ciudadana de pleno derecho. Su otra nacionalidad, la francesa, fue resaltada por su familia quien buscó así protegerla, haciéndola ver como más valiosa; tanto, que la soltarán en último lugar.

Su familia también se opuso a una operación de rescate cuando labores de inteligencia colombiana lograron localizarla. Al riesgo de su muerte prefirieron la incertidumbre de su cautividad, prolongada ya casi por seis años. Y ahora en casi todas las alcaldías de Francia su foto se ha convertido en parte de la cotidianeidad y en un estímulo a la generosidad de los franceses que exigen que devuelvan a Ingrid, exigencia nebulosa que no saben si dirigir contra las FARC o contra el gobierno de Uribe que no le da a una guerrilla enlistada como terrorista lo que pide.

“El máximo apego se lo lleva Uribe, que no cede en la seguridad democrática” Y que Hugo Chávez sea admirado por la guerrilla de las FARC es un hecho notorio, y no es su culpa. Lo constató el ministro de Relaciones Exteriores colombiano, Fernando Araujo, secuestrado durante cinco años por las FARC, que veía cómo se les alumbraban los ojos a los guerrilleros cuando hablaban de Chávez, quizás porque él encarna los valores que ellos quisieran defender. Se quiso aprovechar ese ascendiente, pero, como no es fácil contener al genio dentro de una botella, la mediación se convirtió en un medio de resonancia bolivariana. Y los secuestrados, aun sin su voluntad, en un medio al servicio de la política de Chávez.

En todo caso, ante su prestigio poco importan los títulos formales que pueda confiarle el Gobierno de Bogotá. Y vemos el espectáculo de un caudillo que, como un semidiós, se ve ofrecer la liberación de secuestrados como si de ofrecer un toro en una corrida se tratara, como desagravio, por el maltrato de Bogotá que le retiró su mediación. El buen pragmatismo dirá que si así se logra la liberación de los secuestrados bienvenidos los buenos oficios de Chávez.

EL SENTIDO DE LA MEDIACIÓN

A propósito de pragmatismo, las posiciones sobre cómo liberar a los secuestrados cuestionan principios e intereses de múltiples actores. Ingrid, desde su cautiverio, escribe una carta que no puede sino conmover por su humanidad y su grandeza de espíritu. “La participación internacional, más que simplificar y destrabar, confunde, pero puede tener un sentido” Recuerda que Francia actúa en su política más por sus principios que por sus intereses. Y de calificar actuaciones de mayor o menor apego a los principios, el máximo apego se lo lleva Uribe, que no cede en la seguridad democrática que reclama haberle ahorrado a centenares de familias en Colombia el drama de sufrir un secuestro. Y el máximo apego a los intereses pertenece a las FARC. Intereses sin principio alguno.

De otro lado, ni en Chávez ni en Francia están el cálculo ni el interés puro y duro, está la generosidad, pero no les parece prioritario exigir principios a la guerrilla ni el respeto a la dignidad de los seres humanos, a las normas de la guerra, a las normas contra el terrorismo y a las elementales normas de humanidad. Hay muestras de condescendencia y familiaridad. Y ni hablar de Daniel Ortega, llamando hermano a Tirofijo, el jefe de las FARC, que es una organización terrorista, como lo es ETA, a dos días de un fallo de la Corte internacional de Justicia adverso a las pretensiones de Nicaragua sobre los límites del Caribe que comparte y le disputa a Colombia.

“¿Podría la teoría de la responsabilidad de proteger y de la ingerencia humanitaria justificar la intervención de la comunidad internacional en Colombia?” En ese ambiente enrarecido, la participación internacional, más que simplificar y destrabar, confunde, pero puede tener un sentido. Confunde porque la destinataria del chantaje, propio de toda toma de rehenes, es Colombia, pues ni a Francia ni a Venezuela se les piden liberar presos de cárceles francesas ni privatizar el petróleo venezolano, por ejemplo. Y así, nada diferente a servir de altavoces a la guerrilla podrían hacer estos países.

Pero, si se considera que lo que buscan las FARC es impunidad y para ello reconocimiento, interno o externo, y de allí su exigencia de diálogo y de acuerdo humanitario con presencia internacional, la carta internacional tiene juego. Fracasado el chantaje sobre la sociedad colombiana, que eligió y reeligió a Uribe y a su política de seguridad democrática, la presión, sutil pero certera, es ejercida por las FARC sobre actores de la sociedad internacional a quienes se ofrecen los secuestrados a cambio de reconocimiento.

Ésa es la salida a esa barbarie, si es que salida alguna cabe al uso de la barbarie para obtener reconocimiento.

COMO AGRADECERLE A HERODES

Desde este ángulo, ¿podría la teoría de la responsabilidad de proteger y de la ingerencia humanitaria justificar la intervención de la comunidad internacional en Colombia, como lo pretenden algunos? No parece. Ella tiene sus límites, pues nunca puede ser un medio para desproteger a la sociedad colombiana y de paso a los nacionales de los países que intervienen, quienes serán codiciados para secuestros con el fin de obtener la presión diplomática extranjera y, así, la liberación de sus pares.

La exigencia de firmeza para afrontar el terrorismo es también una manifestación de la responsabilidad de proteger. A los hombres de todo el mundo, de hoy y de mañana.

«¿Quién no se alegrará de la liberación de Clarita y de Emmanuel y de Consuelo y, ojalá, de los otros setecientos retenidos que tienen las FARC?»

Ante las liberaciones inminentes, ¿quién no se alegrará ante la noticia de que han liberado a un secuestrado? ¿Quién no se alegrará de la liberación de Clarita y de Emmanuel y de Consuelo y, ojalá, de los otros setecientos retenidos que tienen las FARC? Pero de ahí a calificarla como una manifestación de nobleza o una manifestación de justicia y generosidad, merecedora de gratitud, es un error.

Sólo el cálculo y el interés de las FARC lo explican. Sería como agradecerle a Herodes por haberle fijado un límite a la masacre de los inocentes.