Israelíes y palestinos: la esperanza, ¿un recurso no renovable?
Ya (casi) nadie cree realmente en la paz
Israelíes y palestinos están experimentando una seria ausencia de liderazgo, dice al autor. Quienes ocupan las oficinas carecen de credibilidad, y ningún partido cuenta con un político importante que disponga de la determinación y el carisma necesario para acumular apoyos e iniciar los pasos para terminar con este callejón sin salida, añade.
(Desde Tel Aviv) LOS EXTRANJEROS QUE VISITAN ISRAEL, ante la cercanía del 60 aniversario del país, descubren una sociedad vibrante caracterizada por una bulliciosa economía, vigorosas industrias de alta tecnología y una gran Tel Aviv metropolitana con una dinámica vida nocturna, cultural y artística. Sin embargo, muchos israelíes sienten desasosiego, y están preocupados por el futuro del país.
Aunque en el fondo sabemos que Israel no podrá vivir en paz si nuestros vecinos no se convencen de nuestro poderío militar, sabemos al mismot tiempo que estamos obligados moralmente a esforzarnos por lograr un acuerdo con nuestros vecinos y a adoptar en consecuencia los compromisos necesarios para alcanzar tal paz. En términos prácticos, sin embargo, parecería que no tenemos aún desarrollado el mecanismo que nos conduzca hacia el logro de este objetivo.
“Existe una gran desconfianza respecto a aquello que los líderes israelíes afirman sobre su propósito de alcanzar la paz” Efectivamente, no hay señales de que nosotros, los israelíes, hayamos empezado alguna vez a dirigir cómo resolver el cogollo del conflicto. A un ritmo que se ha ido intensificando en la pasada generación, sabemos que en los libros escolares palestinos y en los mensajes de los Imanes, los israelíes son descritos como ocupantes enviados por Satán, extranjeros a desarraigar que profanan los lugares santos de los musulmanes. Al mismo tiempo, muchos israelíes ven a los palestinos como una amenaza que debe ser pisoteada y destruida, al menos por cuanto que nunca aceptarán el inalienable derecho de Israel a existir.
CERCA DE LA DESESPERACIÓN
“No hay evidencia alguna de que esta hostilidad haya alcanzado su punto álgido” Las bombas suicidas, las minas y emboscadas, los aparentemente infinitos lanzamientos de morteros y misiles Katiuska desde la Franja de Gaza, y las represalias israelíes que causan incluso más víctimas entre la población civil, suponen una escalada que expresa simplemente cuán desesperada se ha tornado la confrontación.
Existe una gran desconfianza respecto a aquello que los líderes israelíes afirman sobre su propósito de alcanzar la paz. Las grandes esperanzas que algunos tenían en el encuentro de Annapolis del pasado diciembre se han disipado completamente. Uno tiene la impresión de que aquéllos que están al timón, sean israelíes, palestinos y otros árabes y líderes extranjeros amigos, no tienen ni idea de cómo escapar del abismo en el que nos encontramos.
“Es este antagonismo hacia los palestinos que parece dominar a tantos israelíes lo que debería causar preocupación a todos aquellos que buscan la paz” No hay evidencia alguna de que esta hostilidad haya alcanzado su punto más álgido. Al contrario, es como si todos casi hubiéramos perdido la esperanza respecto a que la paz pueda ser alcanzada. Las plataformas de los partidos políticos israelíes han dejado de incluir la paz como un objetivo a alcanzar, ni han incluido sugerencias tales como de qué forma esa paz podría lograrse, así como la mayor parte de la población ha abandonado la esperanza de que este conflicto de larga generación entre palestinos e israelíes concluya en un futuro previsible.
No menos preocupante, la mayoría de los israelíes actuales expresan hostilidad y desconfianza hacia los palestinos, y cuestionan si es posible negociar con ellos. Es este antagonismo hacia los palestinos que parece dominar a tantos israelíes (especialmente a los políticos), lo que debería causar preocupación a todos aquellos que buscamos la paz.
UN RENCOR QUE NO SIEMPRE EXISTIÓ
“Hay algunos acontecimientos que demuestran que Israel fracasó en el aprovechamiento de las oportunidades para alcanzar la paz, en sus primeros treinta años” Sin embargo, pocas palabras recurridas son más comunes para palestinos e israelíes que paz, solh, salaam o shalom. Los restaurantes y lugares de comida también se llaman así, las mercancías se etiquetan igualmente de ese modo, pero pocos se paran a pensar en su significado.
Este rencor no siempre existió. Mientras que la mayoría nunca ha considerado seriamente buscar formas de coexistencia, hubo un tiempo en el que muchos menos judíos formaron el Yishuv, y en el que la mayor parte de ellos mantenía, en su vida diaria, una relación limitada con los palestinos, mostrando mucha menos enemistad física hacia la mayoritaria población palestina.
Hay algunos acontecimientos que demuestran que Israel fracasó en el aprovechamiento de las oportunidades para alcanzar la paz, en sus primeros treinta años. “Este aborrecimiento hacia los palestinos aumentó considerablemente con las olas de inmigrantes iniciadas en 1989 desde la antigua Unión Soviética” Los israelíes creyeron que ningún líder árabe desafiaría el llegar a un acuerdo. La primera brecha surgió cuando el presidente Sadat voló a Israel a finales de 1977, un hecho seguido poco tiempo después por el tratado de paz con Egipto, lo que cambió aquel sentido de certeza. Otros dieciséis años pasaron hasta los Acuerdos de Oslo, un año más hasta el tratado de paz firmado con el Rey Hussein de Jordania.
Pero había un número significativo de israelíes de la derecha radical que se sentían incómodos con las potenciales esperanzas de un acuerdo y los compromisos que ello acarrearía. Tras la guerra de los Seis Días, hace más de cuarenta años, con la agresiva política de asentamiento en Cisjordania, aumentó bruscamente el odio de palestinos contra israelíes, y aún en un grado mayor, entre judíos y árabes en general.
OPORTUNIDADES PERDIDAS
Paralelamente a las diversos mensajes que transmitían los liderazgos palestino y árabe, incluidos a los saudíes, muchos israelíes sospechaban que las negociaciones ponían en duda los prejuicios anti-árabes. Apoyados por ultraortodoxos (haredim), este rechazo hacia los palestinos aumentó considerablemente con las olas de inmigrantes iniciadas en 1989 desde la antigua Unión Soviética.
“Los palestinos se han mostrado la mayor parte del tiempo tan negativos como los israelíes y no han hecho ningún esfuerzo real por lograr un entendimiento con sus colegas judíos” Israel nunca hizo un esfuerzo de verdad para entender las preocupaciones de los palestinos. Posiblemente, exceptuando los acontecimientos durante el período relativo a los Acuerdos de Oslo de 1993, el liderazgo israelí se dio cuenta de que el hablar con quienes percibían como enemigos que hacen faltan compromisos, pero yo creo que nunca se buscó realmente en serio las oportunidades para negociar con ellos. Hasta la fecha, no hay señales de que hayamos comprendido que, hasta que no reconozcamos a los palestinos como vecinos iguales, con derechos, no habrá final para esta escalada continuada.
En este momento, esta enemistad está lejos de ser pasiva. Probablemente, se expresa en especial en el comportamiento de los militares y de la policía, quienes humillan, y de vez en cuando torturan (un hecho que una vez fue inconcebible pero que ahora supone una concurrencia común), sin respectar sus derechos.
Hoy, un significativo número de israelíes no cree que la paz se pueda alcanzar y no están realmente comprometidos con los compromisos necesarios para llegar a cualquier acuerdo razonable. En correspondencia a los israelíes, aunque su táctica haya sido diferente, los palestinos se han mostrado la mayor parte del tiempo tan negativos como los israelíes y no han hecho ningún esfuerzo real por lograr un entendimiento con sus colegas. A ambos lados, las fuerzas radicales son aquéllas que marcan la dirección.
UNA SERIA AUSENCIA DE LIDERAZGO
“Probablemente, con el paso del tiempo, los desafíos a cualquier cambio en el curso de la historia se tornarán incluso mayores” Lo que resulta más difícil de aceptar es que, de haber los israelíes escogido una vía más positiva, los palestinos podrían no ser precisamente los compañeros más fáciles con los que trabajar. A diferencia del pre-Estado judío Yishuv, después de la I Guerra Mundial y el advenimiento de la regulación británica sobre Palestina, los palestinos nunca invirtieron en la fundación de una estructura básica de administración, ni desarrollaron una estrategia respecto a como esforzarse por la paz con Israel. Habiéndolo hecho así, uno podría esperar que ello pudiera haber sido seguido de un mayor esfuerzo para comunicarse con los israelíes.
Resulta preocupante que ambos lados estén experimentando una seria ausencia de liderazgo. Quienes ocupan las oficinas carecen de credibilidad, y ningún partido cuentan con un político importante que disponga de la determinación y el carisma necesario para acumular apoyos e iniciar los pasos para terminar con este callejón sin salida. Probablemente, con el paso del tiempo, los desafíos a cualquier cambio en el curso de la historia se tornarán incluso mayores.
Es triste conjeturar que, en los próximos años, los estudiantes de historia confirmarán que Israel perdió oportunidades para alcanzar la paz en repetidas ocasiones. Pero, a pesar de la historia trágica del conflicto, deberíamos estar más que nunca comprometidos con el hecho de que resulta imperante que se encuentre un modo de cambiar el curso de la historia, terminar con este callejón sin salida, y, al fin, lograr la paz.
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