solseb.jpgEspaña tiene la oportunidad que concede un escenario de crisis económica para sentar nuevas bases estructurales y nuevos pactos sociales para la recuperación y el crecimiento. Sepa a continuación qué debe hacer el país para mejorar su democracia social y conozca las medidas que deberían tomar el gobierno y las empresas para fortalecer la democracia de mercado de un modo sostenible.

(Desde Madrid) EN LAS ÚLTIMAS SEMANAS está tomando fuerza en los medios de comunicación escritos un debate con larga tradición académica y social: ¿Estamos sobrevalorando el papel del mercado como instrumento eficiente para asignar recursos escasos?

Considero que dicho debate primario, no falto de perspectiva y profundidad, puede eclipsar otro debate de menor alcance teórico pero de mayor calado a día de hoy: ¿Existe una verdadera democracia social en aquellos países occidentales con sistemas democráticos supuestamente maduros y fuertes economías de mercado?

«Hemos conseguido instaurar y asimilar democracias de mercado, pero no verdaderas democracias sociales» La pregunta no es baladí. Dice el sociólogo francés Gilles Lipovestsky en su último libro, La sociedad de la decepción, que parece poco cuestionable el papel relevante y positivo que juegan hoy en día tanto la democracia, como sistema político, como el sistema económico de libre mercado. No parece que existan macro-alternativas políticas e ideológicas mejores y, sobretodo, viables en nuestro horizonte colectivo. Sin embargo, una vez que aceptamos las dos premisas, nos encontramos con que hemos conseguido instaurar y asimilar democracias de mercado, pero no verdaderas democracias sociales.

Quizás ha llegado el momento de empezar a reflexionar sobre otras cuestiones: ¿Qué es la democracia social? ¿Qué medidas y acuerdos sociales y económicos pueden llevarse a cabo para profundizar en ella? ¿Están todos los estamentos sociales, políticos y económicos responsablemente comprometidos y satisfechos con el actual intercambio de fuerzas, con el actual reparto de renta?

RECESIÓN

En España, el mencionado debate sobre la amplia libertad otorgada a los mercados (especialmente a los mercados financieros) «¿Cuánto tiempo y con qué intensidad calará el escenario de recesión en España?» no luce con la misma intensidad que en otros países como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania o Francia, pero no parece descabellado decir que empiezan a aparecer los primeros destellos. El caso de la constructora Martinsa-Fadesa bien puede ser la antesala del fuerte aterrizaje que debe afrontar la economía española.

El escenario de recesión entra ya en muchas de las quinielas de bancos de inversión, instituciones supranacionales y analistas. Tanto si definimos recesión como dos tasas intertrimestrales de crecimiento negativo, como si somos menos precisos y definimos recesión como una caída abrupta del PIB (definiciones ambas de la institución americana NBER). Quizás la siguiente pregunta que toca hacerse ahora es: ¿Cuánto tiempo y con qué intensidad calará el escenario de recesión en España?

La respuesta a estas dos preguntas vendrá del juego de fuerzas entre factores potencialmente dinamizadores y los factores potencialmente recesivos. «Los gobiernos pisan el acelerador, en un intento de alargar el ciclo de crecimiento; los Bancos Centrales pisan el freno, ante lo irremediable de la recesión» Como factores potencialmente recesivos nos encontramos con el riesgo de persistencia en el deterioro de las condiciones de liquidez en los mercados financieros y de crédito, y en el alza en los precios de los alimentos y el petróleo. El mantenimiento de una política monetaria restrictiva con subidas de tipos de interés combinado con algunas de las medidas fiscales expansivas adoptadas por el Gobierno (deducción 400 euros en el IRPF) no parece que sean las mejores vías para solventar los problemas de liquidez del sistema financiero y los problemas de consumo e inversión de los particulares y empresas. Más bien, existe el riesgo lógico de pensar que una generalización mundial de estas medidas fiscales o subvenciones podrían elevar la demanda de productos ya de por sí caros, como el petróleo o los alimentos elevando la inflación mundial.

UN PANORAMA POCO ALENTADOR

Los gobiernos, pues, pisan el acelerador, en un intento desesperado e inútil de alargar el ciclo expansivo de crecimiento, mientras que los Bancos Centrales pisan el freno, quizás conocedores de lo irremediable de la recesión. Más de uno podría pensar que algunas instituciones ya descuentan que la economía española tiene que pasar por una dura y larga recesión para purgar los excesos del pasado. Una opción que incrementaría sensiblemente la probabilidad de una crisis social y política.

Por otra parte, el aumento en las tasas de paro, en hogares donde las tasas de endeudamiento son ya de por sí altas, pueden acelerar los índices de morosidad del sistema financiero español. «La economía española cuenta con un mayor músculo económico en comparación con anteriores recesiones» Cabría preguntarse también cuál es la tasa de morosidad crítica a partir de la cual el colchón de las provisiones anticíclicas de los bancos españoles empezarían a desaparecer de sus respectivos balances. La evolución de esta tasa puede marcar la mayor o menor probabilidad de encontrarnos con un escenario de debilitamiento mayor del sistema financiero.

Ante este panorama poco alentador, existen en cambio factores potencialmente dinamizadores que pueden acortar el periodo de recesión y adelantar la recuperación. La economía española cuenta con un mayor músculo económico en comparación con anteriores recesiones, con mercados más flexibles y con una mano de obra inmigrante con una función objetivo diferente a la española (volver algún día a sus países de origen y/o mantener el nivel de remesas), dispuesta a adaptarse mejor a la situación actual del mercado de trabajo. Aquí no estamos hablando de condiciones irregulares de trabajo, que desgraciadamente existen, sino de acoplarse a un salario medio más bajo o a trabajos menos remunerados.

LOS ASPECTOS POSITIVOS

También contamos con una posición privilegiada en zonas todavía inmunes a la crisis como es América Latina. No obstante, la posición española actual en América Latina resulta claramente insuficiente. Se debe trabajar con cierta urgencia sobre la creación de centros o ejes de crecimiento empresarial (Hubs) en España, que sirvan de nexo entre las empresas latinoamericanas y las empresas españolas y europeas.

Del mismo modo, se debe trabajar en la creación de centros de pensamiento o think-tanks que ayuden a crear un «La crisis actual está demostrando las carencias en cuanto a transparencia de algunas instituciones públicas como son el Gobierno o el Banco de España» mercado común intelectual, cultural y económico que potencie el papel de Iberoamérica y de sus agentes económicos y empresariales en el mundo. Y ahí es donde España puede actuar como gran eje vertebrador y a su vez encontrar un nuevo factor geopolítico de crecimiento. Todas estas iniciativas deben ir acompañadas de un nuevo plan de I+D nacional que agilice la colaboración entre el sector empresarial, la universidad, y las administraciones públicas.

No debemos olvidar tampoco, y menos después de la crisis subprime (cuyas tripas son completamente desconocidas para la mayor parte de las sociedades occidentales), la importancia que tiene fomentar la formación económica y financiera desde la educación secundaria, con el objeto de ayudar a los ciudadanos a defenderse mejor de las asimetrías de información existentes en los mercados financieros.

Igualmente, «La falta de un gran pacto de Estado en materia económica entre todos los partidos políticos puede ser otro gran inconveniente» no debemos descuidar la importancia que tiene la transparencia y la comunicación dentro de la gestión de la empresa privada y de las instituciones públicas. La crisis actual está demostrando las carencias en cuanto a transparencia de algunas instituciones públicas como son el Gobierno o el Banco de España. Sin una comunicación creíble, difícilmente se podrán alcanzar las cotas necesarias de confianza para salir de situaciones adversas. La confianza y la madurez institucional de un país son factores de crecimiento claves en el largo plazo.

Por último, la falta de un gran pacto de Estado en materia económica entre todos los partidos políticos puede ser otro gran inconveniente. No parece que el momento actual sea el más oportuno para abrir un debate sobre el mayor autogobierno de las Comunidades Autónomas, o sobre la necesidad de llegar a un Estado federal.

PACTO SOCIAL

España tiene la oportunidad que concede un escenario de crisis para sentar nuevas bases estructurales y nuevos pactos sociales que agranden la democracia social de este país. Este pacto social, deberá ser un pacto de nuevos equilibrios y nuevos sacrificios.

¿Salarios y mercados de trabajo más flexibles? Sí, pero acompañados de nuevas coberturas y nuevos derechos para los trabajadores.

¿Reformas en las pensiones y liberalización en la energía y en la distribución comercial? Sí, pero acompañado de medidas contra los negocios especulativos, de nuevas formas de regulación.

El crecimiento de los últimos años ha venido acompañado de una importante contención salarial, pero de grandes márgenes empresariales. Las empresas españolas con grandes márgenes empresariales también tienen la responsabilidad social de aportar y comprometerse más con la sociedad española, así como de hacer un mayor esfuerzo por la innovación, y por mejorar el vínculo social.

Si logramos mejorar nuestra democracia social, en una segunda transición, lograremos mejorar nuestra democracia de mercado. Sin ello, será difícil crecer sosteniblemente.