crisislatam.jpgAmérica Latina, con más de una tercera parte de su población en la pobreza, es especialmente vulnerable a la crisis económica mundial: el descenso acuciado del envío de remesas desde Estados Unidos y Europa, sumado al auge de los precios de los alimentos, plantean una difícil realidad a corto y medio plazo que exige urgentes políticas agrícolas y económicas, además de vigorosas políticas sociales, dice el autor.

(Desde Nueva York) AMÉRICA LATINA HA TENIDO un muy buen crecimiento económico en los últimos 5 años (a un ritmo del 4,7 por ciento de tasa de crecimiento interanual). Sin embargo, la brecha social sigue siendo muy amplia, y hay nuevos y exigentes desafíos que deberían estar en el centro de la agenda del Estado y de la sociedad.

Uno de estos desafíos guarda relación con las remesas que envían los que emigraron para trabajar. Los envíos de los inmigrantes latinoamericanos pobres desde la Unión Europea a sus familias alcanzaron los 66.500 millones de dólares en el 2007, la mayor fuente de divisas, que oscila entre el 12 al 43 por ciento del Producto Interior Bruto de siete países, y supone el segundo ingreso de México después del petróleo. Esas remesas cubren socialmente a 20 millones de familias, más de 100 millones de personas.

EL DESAFÍO DE LOS QUE PARTIERON

El estancamiento de la economía americana les está afectando. En junio de 2008, el desempleo entre los inmigrantes de la región era del 7,5 por ciento, muy superior al promedio. Uno de los sectores más golpeados de la economía, la construcción, supone uno de los principales empleos ocupados por estos inmigrantes trabajadores. «Sólo la mitad de los inmigrantes latinoamericanos en Estados Unidos llevan a cabo envíos de remesas» El 16 por ciento de los mexicanos, principal corriente migratoria, trabajaban allí. En el 2007, más de 220.000 inmigrantes perdieron sus puestos en la construcción, y los que tenían trabajo ganaron menos. Entre enero y junio de 2008, las remesas mexicanas descendieron un 2,2 por ciento por primera vez en 10 años.

A este problema se le ha sumado el endurecimiento de las medidas políticas migratorias. Las dificultades para conseguir trabajo, el descenso de los salarios y dichas políticas están incidiendo en el hecho de que, en la actualidad, sólo la mitad de los inmigrantes latinoamericanos en Estados Unidos llevan a cabo envíos de remesas, mientras en el 2006 las tres cuartas partes de los emigrados lo hacían (BID, 2008). «En el último año, el maíz ha subido un 70 por ciento, el trigo un 55 por ciento, y el arroz un 160 por ciento»

La tendencia también se presenta en otras economías afectadas como España. En octubre 2007, las remesas fueron 770 millones de euros; en enero 2008 habían bajado a 667 millones.

Además de sus efectos macroeconómicos virtuosos, como su impacto multiplicador sobre la demanda interna, el descenso de las remesas puede aumentar significativamente la pobreza. Quienes las recibían, las gastaban principalmente en alimentos, educación, salud, y otros consumos básicos.

EL ALZA DE LOS PRECIOS DE LOS ALIMENTOS

En el último año, los precios internacionales de productos esenciales para la alimentación de los pobres del planeta (más de 3.000 millones de personas) dieron un salto. El maíz ha subido un 70 por ciento, el trigo un 55 por ciento, en tanto que el arroz ha experimentado un auge del 160 por ciento. El Banco Mundial estima que para un grupo de 41 países pobres, el efecto combinado del aumento en los alimentos, en el petróleo, y otros insumos en los últimos 18 meses les está contando del 3 al 10 por ciento de su Producto Interior Bruto. «Un informe de la FAO y la OCDE estima que la producción de biocombustible es responsable de un tercio del aumento en los precios de los aceites vegetales y de los granos» Un dato: se han producido revueltas por alimentos en más de 30 países.

Entre las causas del alza, estriban las reducciones de la producción ligadas con frecuencia al deterioro medio ambiental, la marginación de los pequeños agricultores, el aumento del petróleo que repercute en los fertilizantes, los transportes, y las maquinarias agrícolas, el ascenso de la demanda de China, la especulación y las políticas proteccionistas y de apoyo al biofuel de los países más ricos.

Recientemente, el New York Times publicó una editorial titulada Hambre creada por el hombre en la que criticaba las políticas implementadas al respecto. Quizás la más equivocada es la selva de subsidios, mandatos, y tarifas, para estimular la producción de biocombustibles a partir de cereales en Estados Unidos y la Unión Europea… «El Índice de Precios al Consumo Interanual subió una media del 6 y 7 por ciento hasta abril 2008, en cambio los alimentos se elevaron más del doble, un promedio del 15 por ciento» casi todo el crecimiento de la producción de maíz en Estados Unidos de 2004 a 2007 ha sido dedicado a la producción de etanol, incrementando los precios mundiales del maíz y de la alimentación de los animales, y estimulando a los agricultores a cambiarse de otros cereales al maíz. Un informe de la FAO y la OCDE estima que la producción de biocombustible es responsable de un tercio del aumento en los precios de los aceites vegetales y de los granos.

Mientras que el consumo de cereales para alimentación humana y animal creció entre el 4 y el 7 por ciento entre 2000 y 2006, su uso para fines industriales como el biocombustible se elevó en un 25 por ciento. Una estimación indica que llenar el tanque de una camioneta con biocombustilble equivale al consumo de maíz de una persona durante un año entero. Una investigación inglesa concluye que las actuales metas de producción de biocombustibles pueden causar un aumento global en las emisiones de gases invernadero, y un aumento de pobreza en los países más pobres.

En cuanto al rol de la especulación, afirma el prestigioso International Food Policy Research Institute (IFPRI) que las transacciones especulativas se sumaron a la volatilidad creciente del precio de los commodities. En el 2006 el volumen de las operaciones sobre futuros y opciones globales agrícolas creció en casi el 30 por ciento.

UN IMPACTO QUE REDUNDA EN LA INDIGENCIA

El impacto del aumento de los precios de los alimentos se está haciendo sentir en la región. «Aun si aumentaran los ingresos un 5 por ciento, con aumento de los alimentos del 15 por ciento, habría 10 millones más de pobres» Según la CEPAL, el Índice de Precios al Consumo Interanual subió una media del 6 y 7 por ciento hasta abril 2008, en cambio los alimentos se elevaron más del doble, un promedio del 15 por ciento. Ello implica una mayor inflación relativa para los pobres, dado el alto porcentaje de su ingreso destinado a alimentos. Peor aun teniendo en cuenta que los que más subieron son cereales como el trigo y el maíz de gran presencia en la dieta de los pobres. Según el IFPRI, el impacto del aumento de los cereales es muy fuerte en los hogares pobres. Para cada aumento del 1 por ciento desciende el consumo en 0,75 por ciento. Por otra parte, los pobres se cambian a alimentos más baratos con menos valor nutricional, y sin importantes macro nutrientes. La CEPAL advierte que aun si aumentaran los ingresos un 5 por ciento, con aumento de los alimentos del 15 por ciento, habría 10 millones más de pobres. Pasarían a ser 204 millones y aumentaría fuertemente la indigencia.

Frente a los riesgos adicionales que significan para un continente, que tiene más de una tercera parte parte de su población en pobreza, la reducción de las remesas, y el aumento de los alimentos, se requieren políticas que fortalezcan las posibilidades productivas de los pequeños y medianos agricultores, amplíen la infraestructura rural, reduzcan los precios de los alimentos, mejoren los ingresos especialmente de los más carenciados, y vigorosas políticas sociales. Al respecto, será necesario aplicar las lecciones aprendidas del pasado donde la reducción de la inversión social en periodos de dificultades, cuando más que nunca se hacía necesario protegerla, y aumentarla, agravó seriamente la enorme deuda social pendiente en la región.