La desconfianza pasa factura
Ética y capital social en épocas de turbulencias
A propósito de la economía, estamos asistiendo a tremendas crisis regionales y mundiales, que están conmoviendo todos los ámbitos que guardan vinculación con los mercados, con las relaciones internacionales, y con la vida personal y familiar de la inmensa mayoría de la gente. En verdad, nadie puede quedar fuera de este terremoto, que más tarde o más temprano afectará las raíces mismas de la convivencia, dice el autor.
(Desde Montevideo) DUROS E INESPERADOS ACONTECIMIENTOS de estos tiempos, traen a cuento incipientes reflexiones elaboradas en las lejanas aulas universitarias de Filosofía, que ahora retomamos ante un mundo que nos atrapa, pero que también nos atrae y nos abre infinitas posibilidades.
La creciente influencia de la interacción ciencia-técnica sobre la transformación de la vida humana en el planeta, y del planeta mismo, insinuaba entonces procesos sin precedentes. En apenas un par de décadas, el hombre ha acumulado nuevos y antiguos conocimientos, ha encontrado las formas de poder comunicarse en poco tiempo y con gran eficiencia con personas de cualquiera latitud, se fue movilizando en el planeta y fuera de él en tiempos cortos, ha hallado nuevas orientaciones para cuidar su salud, prolongar la expectativa de vida, alcanzar grados de bienestar jamás soñados y numerosos otros logros más. «Como ser gregario, el hombre nace, vive y muere en sociedad»
La aceleración del ritmo histórico, los tremendos cambios de todas las regiones y culturas, la interacción global por encima de fronteras y limitaciones legales y políticas, el sacudimiento de la estabilidad misma de la existencia de cada ser humano concreto, el riesgo de erosionar los perfiles mismos de las identidades culturales, han ido marcando la calidad de vida y la transición cronológica entre dos siglos.
Todos los cambios y el surgimiento de imprevistas realidades, han venido influyendo también en los estilos clásicos de convivencia y en las formas de relacionarse con los valores referidos al comportamiento personal y social.
Como ser gregario, el hombre nace, vive y muere en sociedad. Puede haber excepciones. Pero, cuando las hay, no son más que eso: excepciones.
SOMOS SOCIALES
Nacemos en un contexto social que se incorpora a la vida de cada uno de nosotros, antes incluso de tener uso equilibrado de la razón y del pensamiento. Yo y Tú están enraizados y dan sentido esencial, a la condición humana y a la convivencia interactiva. Otros nos eligen el nacimiento y el país donde habremos de nacer, el medio ambiente, la región, el idioma, las costumbres, los valores culturales, los usos sociales, las reglas jurídicas y morales, la religión o la ausencia de ella, y hasta el nombre que llevaremos toda la vida. Así transcurren las existencias de casi todos los seres humanos. «Armonía y cohesión son el hilo invisible que posibilita y hace duradera la convivencia»
La vida en sociedad no es solamente la relación de los hombres entre sí. Es la propia interioridad de cada persona, su mundo subjetivo, el ámbito exclusivo de su intimidad. El pensamiento en sí mismo es inviable sin desdoblar en nuestro propio espíritu el yo y el tú, que, al decir de Platón, tornan posible el silencioso coloquio del alma consigo misma. Pero el lenguaje que elabora el pensamiento interior no es otro que el lenguaje que hemos aprendido en nuestra vida en sociedad. Cada hombre es social hacia afuera y hacia adentro.
La sociedad interhumana subsiste si en ella prevalecen la cohesión y la armonía, sobre la confrontación y el caos. Armonía y cohesión son el hilo invisible que posibilita y hace duradera la convivencia. Nadie puede sustituir al prójimo. El otro seguirá siendo prójimo, y nuestros papeles no son ni serán nunca intercambiables. Nadie puede ocupar el lugar de otro. Todos deberíamos cuidar siempre estos cimientos decisivos, esto es, la cohesión y la armonía, evidentes a los ojos del alma.
Pero también debemos tener siempre claro que los seres humanos, como nos lo enseñó Emmanuel Levinas, somos enigmas los unos para los otros. Incluso, muchas veces cada uno es un enigma para sí mismo. Pero debemos aprender a convivir, contribuyendo cada quien a fortalecer la cohesión y la armonía del medio social en que vivimos concretamente. No nos referimos a convivir con la humanidad. La humanidad es un concepto, pero nunca una perspectiva viable como convivencia concreta. Convivimos con el contorno humano que nos acompaña concretamente en la cotidianidad de nuestras vidas personales.
LA CONFIANZA ES EL CAPITAL MÁS IMPORTANTE
Hay un factor maravilloso en el que se apoya la convivencia. Se llama confianza. No hay prácticamente perspectivas de vida en sociedad y en comunidad, que no se apoyen en la confianza. Pensemos en los aspectos más sencillos de nuestros aconteceres propios, y veremos que tenemos que confiar en el prójimo, y que el prójimo tiene que confiar en nosotros. La confianza es un riesgo, pero no hay forma de evitarlo. Todas las garantías que procuramos para tener mayores seguridades en situaciones de todo tipo que debemos asumir a diario, se tornan casi irrelevantes si no creyéramos que el otro va a cumplir lo que ha prometido o habrá de actuar de acuerdo a pautas que los valores y las normas de convivencia establecen para que prevalezcan la paz y la armonía entre la gente. «La confianza es el capital más importante para transitar con respeto y dignidad en el mundo social» También el prójimo tiene que confiar en nosotros. La confianza es reciprocidad.
Credibilidad es justamente el grado de confianza que marca el estilo y la identidad de cada persona. Es la confianza que despertamos en otros, la que hace que se nos considere capaces de cumplir los compromisos asumidos. La credibilidad que otros nos despiertan, hace que nos arriesguemos a confiar en ellos. Perdemos credibilidad, cuando hemos dañado la confianza del otro en nosotros. Dejamos de confiar en el otro, cuando ha procedido en contra de su propia credibilidad.
En síntesis: la confianza es el capital más importante para transitar con respeto y dignidad en el mundo social. La confianza abre las almas unas a otras. La desconfianza las cierra. ¿Qué clase de vida en sociedad es posible y grata si no confiásemos los unos en los otros?
Veamos ahora cómo estas reflexiones pueden aplicarse a la comprensión de las transformaciones globales, y sus consecuencias en la economía, la convivencia entre los pueblos y las personas, la avalancha de temor y miedo que se cierne sobre todos nosotros, la confrontación y la violencia como experiencias amargas de todos los días, la delincuencia desenfrenada, la agresión sorpresiva, cobarde y despiadada en cualquier lugar de la tierra, y en definitiva, el decaimiento de la fe en el destino mismo del hombre.
LOS RIESGOS DE LA DESCONFIANZA
A propósito de la economía, estamos asistiendo a tremendas crisis regionales y mundiales, que están conmoviendo todos los ámbitos que guardan vinculación con los mercados, con las relaciones internacionales, y con la vida personal y familiar de la inmensa mayoría de la gente. En verdad, nadie puede quedar fuera de este terremoto, que más tarde o más temprano está afectando las raíces mismas de la convivencia.
Lo que más se evidencia en esta situación son los números, las estadísticas, las bolsas internacionales, la desaparición de empresas, las quiebras, el desempleo, las interpretaciones de quienes opinan después, y la incertidumbre ante lo que vendrá. «Si toleramos que la desconfianza continúe contaminando el medio ambiente de la convivencia, este planeta se tornará definitivamente irrespirable»
Si avanzamos la meditación filosófica, y la aplicamos a fondo para tratar de comprender lo que está ocurriendo y qué podemos esperar, descubrimos que lo que más se ha deteriorado hasta situaciones límite, es la confianza. Nos atrevemos a expresar que no saldremos airosos de esta crisis, si no se restituye y se vuelve a respetar la confianza.
Pero las crisis no son permanentes. Sin embargo, para salir de ellas, debemos siempre retornar a las fuentes espirituales y a los valores esenciales de la condición humana. Sobre ellos se asienta toda posible convivencia. Gobernantes, políticos y economistas son necesarios para ir superando la crisis. Aunque no sólo ellos. Habrá que acostumbrarse también a dejar espacio, escuchar y respetar las voces de los pensadores y de aquellos que cuidan la salud espiritual de las personas, si queremos que el hombre se aproxime a la felicidad.
No será fácil restituir un nivel adecuado de confianza. Pero sin ella, la caída será más grave. En etapas de descomposición social, muchos hablan de crisis de confianza. Es como cuando pensamos en la importancia del oxígeno, porque nos falta el aire. Al recuperarlo, sin embargo, volvemos a distraernos en otros menesteres. Si toleramos que la desconfianza continúe contaminando el medio ambiente de la convivencia, este planeta se tornará definitivamente irrespirable.
NO SON LOS VALORES, SINO LA ACTITUD
La transformación global de la que irreversiblemente formamos parte, no deja casi espacios que estén a salvo de los cambios galopantes que nos penetran sin pedirnos permiso. Por ser global, la geografía física y el mundo cultural, no admiten vacíos. Es una nueva manera de vivir, que nos ha traído muchísimas ventajas… y también muchísimos problemas. Como acontece con todo lo humano.
«La libertad es no sólo un derecho. Es ante todo un compromiso consigo mismo y con los demás» Durante las últimas décadas, y amarrado a estos cambios, ha ido imponiéndose un materialismo en la manera de vivir y hasta de interpretar la condición humana. Muchos antimaterialistas parecen no advertir que su discrepancia conceptual con el materialismo, es diverso de su manera de vivir, donde toleran que todo lo material vaya tomando prioridad casi insalvable sobre el espíritu y su relación con el mundo abstracto, pero fundamentalmente, contra los valores trascendentes, sociales, morales y aun religiosos.
No son los valores los que han cambiado. Es la actitud ante los valores, la que se está modificando peligrosamente. El distanciamiento ante los valores espirituales y la impúdica subversión de los mismos, la irreverente prevalencia de lo material sobre lo espiritual, la codicia, el irrespeto, la agresividad y el afán de imponerse unos a otros, la falta de límites ante las ambiciones desmedidas, la arrogancia de llegar a creer que el hombre es el amo del universo, la insensibilidad acelerada ante el misterio universal, que es fundamento de todo cuanto es y vale, en fin, el desviarse del sendero de la convivencia fraternal y de la verdadera justicia, están desgastando la libertad y la auténtica vida en sociedad. La libertad es no sólo un derecho. Es ante todo un compromiso consigo mismo y con los demás. La libertad es siempre conjugada con el entramado social.
Ser libre es confiar en el propio destino. Es respetar el derecho de todos en confiar en sus correspondientes destinos. Es abarcar la pluralidad de todos los días para procurar la meta trascendente y esperanzada del hombre. Para vislumbrarla como algo superior, es errado intentar lograrla en la confrontación y la violencia, y en la erosión destructiva de la confianza. No hay libertad sin confianza, ni confianza sin libertad.
Estamos viendo crecer en la sociedad contemporánea, angustiados y casi inermes, el germen destructor de la desconfiada. Estamos viviendo en una sociedad desconfiada.
CADA HOMBRE ES ÚNICO
Todos tenemos una cuota de responsabilidad para edificar el camino de aumentar la confianza, y vencer la desconfianza. Quienes tienen más poder, deben cumplir en la proporción de sus responsabilidades. Pero el resto de la sociedad no puede observar pasivamente e impotente la caída hacia el abismo de la desconfianza. Tengamos siempre presente, y actuemos en consecuencia, que nadie nos puede imponer por decreto que tengamos confianza. No hay poder que lo pueda lograr. Nadie confía por obligación. Confía por convicción.
Sabemos que confiar es un riesgo. Pero desconfiar es un riesgo mayor y mucho más peligroso. Nuestra libertad es la que nos permitirá escoger cuál de estos dos caminos queremos hacer predominar en nuestras vidas.
Las consecuencias serán totalmente diferentes, en concordancia con la decisión existencial que tomemos. Nadie puede evadir este compromiso. No se puede pretender que venga únicamente desde afuera la determinación de confiar o desconfiar. La opción personal es insoslayable. La decisión que asumamos trazará la identidad y el significado de cada una de nuestras vidas. Se cumplirá ineluctable la eterna enseñanza bíblica: cada hombre es único.
- Wall Street y la caída de los mitos
por Bernardo Kliksberg - "La economía global debe volver a ser regida por la ética"
por Bernardo Kliksberg
Publicado por:
Luis Fernando García Núñez
fecha: 10 | 10 | 2008
hora: 5:24 pm
Link permanente
Esta crisis es motivo de interminables análisis, de miradas acertadas o no de las razones que han llevado al mundo a la quiebra, de voces llenas de angustia porque se derrumban las bolsas, porque sube o baja el dólar, porque no hay dinero, porque las deudas son multimillonarias. Es decir, los poderosos ahora socializan sus pérdidas, piden ayuda a los gobiernos y los gobiernos presurosos se las conceden. Antes, durante las bonanzas, que han sido muchas, nadie dice nada, esas no se socializan, se ocultan y de ellas disfrutan los pocos poderosos, los que ahora piden confianza para que sus ganancias no disminuyan, para que sus yates no se queden sin gasolina, y los hoteles a los que están acostumbrados sigan siendo los sitios donde pasan gloriosas noches de placer y de borracheras sin límites. Esa es la gran crisis que vive el mundo. Ahora se caen los fondos de pensiones, los pequeños ahorros de los pobres se pierden, y les cobran a los humildes sus deudas; a los ricos, a los bancos, mientras tanto, los gobiernos, con un cinismo desbordante, los socorren con sumas exhorbitantes, con miles de millones de dólares, de euros. Por eso el mundo decente ha perdido la confianza, por eso la gente no cree en los bancos, por eso los analistas económicos no tienen credibilidad. Y de la crisis hay culpables y ellos deben pagar el crimen que han cometido. El FMI debe pagar su deuda con el mundo -es el principal culpable-, como lo deben hacer otros organismos internacionales y sus dirigentes, los que se gastan en dos o tres noches de reuniones 400 mil dólares de los ahorros de sus clientes. Esa es la crisis, esa es la desconfianza, ese es el problema. Es el que no ven Bush, ni el inefable Rodríguez Zapatero, ni el presidente francés, ni la primera ministra alemana, ni el gobierno inglés. Ellos han hecho perder la confianza del mundo no corrupto. Las cifras, los datos, las curvas, son apenas unas molestas alegorías de un crimen que empieza a destaparse, porque con los números reales no se puede jugar.
Publicado por:
Cesar Benavides Cavero
fecha: 10 | 10 | 2008
hora: 6:00 pm
Link permanente
Estamos parcialmente de acuerdo con las expresiones de Luis Garcia Nuñez, respecto de la crisis FINANCIERA Y QUE HA GENERADO LA DESCONFIANZA regiomal y mundial, en lo que no estamos de acuerdo es en TODOS TENEMOS QUE GENERAR LA CONFIANZA ¿PORQUE NUEVAMENTE PODEMOS CAER EN LA MISMA CRISIS? Si no tomamos medidas. Creemos, que primeramente se deben MEJORAR LOS SISTEMAS DE CONTROL Y REALIZAR SEGUIMIENTOS CONTINUOS A LOS MOVIMIENTOS FINANCIEROS Y ECONOMICOS, porque está es la MEJOR MANERA DE PODER TENER UNA MAYOR SEGURIDAD DE LOS DINEROS DE LOS AHORRISTAS E INVERSIONISTAS, Y ESTO SI GENERARÍA MAYOR CONFIANZA.
César Benavides Cavero
Instituto Peruano de Criminalística y Pericias
Publicado por:
Ana Maria
fecha: 10 | 10 | 2008
hora: 7:26 pm
Link permanente
Lo más peligroso de las crisis ,es algo que he señalado reiteradamente en los comentarios a los artículos de Varsavsky ,es la creencia que impuso a todo el mundo el sistema globalizado DE QUE LA RIQUEZA ESTABA AL ALCANCE DE TODOS.
Sabemos muy bien ,desgraciadamente ,los latinoamericanos que las masas empobrecidas al máximo por las atroces crisis que soportamos SE DEDICARON AL LUCRATIVO COMERCIO DE LA DROGA .También como ahora estamos comprobando en Argentina LA EMPRENDEDORA CLASE MEDIA CON ESTUDIOS UNIVERSITARIOS.
Lo tremendo de esta situaciòn es que todo el pueblo queda a merced de robos ,muertes ,secuestros etc etc organizados en forma de guerrilla.
Otro problemas de las crisis es el «vicio especulativo»que no cesa a pesar de haber «deshecho practicamente la economìa» ,entonses los capitales especulativos «siguen buscando nuevos negocios» y la emprenden con la»famosa entrega del sistema previsional a los fondos privados» que COTIZAN EN BOLSA.
Eso fué practicamente criminal en América latina pués fué jugar(ahora pasa en USA) con los ahorros de la gente que no tiene tantas espectativas en razón de la edad.
En la última etapa antes de esta caída formidable SE ESTABAN ATACANDO A LAS VIAS PRODUCTIVAS.Especulando al par que con esa demonizaciòn atacando la producción de materias primas(las famosas commoditis).Entraban a especular Y LUEGO DEMONIZABAN EL PRECIO DE LAS COMMODITIS.El gobierno de argentina sufriò una formidable presiòn al respecto que hace a su absurda actitud.
En fin la crisis no es dolorosa porque uno tenga que limitarse en gastos o ptohibirse de tener satisfacciones merecidas por los esfuerzos SINO EN TENER QUE SOPORTAR EL QUE A PESAR DE LA CRISIS NO SE AVIENE A HACER SACRIFICIOS PORQUE ASÍ LO HAN FORMADO POR DECADAS.
Publicado por:
Ana Maria
fecha: 10 | 10 | 2008
hora: 8:05 pm
Link permanente
A pesar del lógico resentemiento que podemos tener los latinoamericanos por pensar que el mundo «no se mirò en nuestro espejo» no debemos olvidar que hay que hacer una fria opciòn mental.
Si se logra salvar al capitalismo y en su consecuencia a la democracia ,logicamente el mundo que renazca tendrá que ser un mundo más medido en sus pretenciones(en todas las clases sociales)y auténticamente convencido de que el sentido social tiene que ser una convicciòn.ES DECIR NO CONVENCERSE DE QUE NO SE TIENEN LIMITES EN LA GANANCIA A PESAR DE QUE CON ELLO SE ESPECULA CON LA MISERIA O BIEN EL PERJUICIO ECONOMICO DE OTROS- A PESAR DE QUE LUEGO SE DECLAMEN GRANDES APORTES DINERARIOS PARA FINES SOCIALES-.
NO HACER DEL VALOR ECONOMICO EL VALOR MAXIMO Y EMPEZAR A EXIGIR A LA SOCIEDAD QUE SE ENTRONICEN OTRAS CUALIDADES MAS IMPORTANTES DEL INDIVIDUO.
CUANDO EL DINERO SE ESCURRE COMO AGUA DE LAS MANOS RECIEN NOS DAMOS CUENTA QUE SUS PROMESAS ERAN VANAS .RECIEN NOS DAMOS CUENTA DE LOS PERJUICIOS QUE A LA SOCIEDAD HICIMOS POR LOGRARLO NEGANDO LA PARTICIPACION A MUCHOS QUE NOS AYUDARON EN EL INTENTO.
Publicado por:
Mariano Erro
fecha: 10 | 10 | 2008
hora: 10:22 pm
Link permanente
El unico control efectivo que se hace en un Casino es de preocuparse, casi obsesivamente, porque la gente juegue más y más…
Existen cuatro opciones para no perder plata en un Casino:
a) No entrar.
b) Entrar y no jugar.
c) Entrar y jugar con el dinero de otro/s.
d) Tener la cantidad de suerte y contención imprescindible como para retirarse una vez que se ha ganado algo de dinero.
Publicado por:
Ana Maria
fecha: 10 | 10 | 2008
hora: 11:03 pm
Link permanente
Mariano Erro:palabra sacra.
Si sos un pobre diablo ,como somos la mayorìa de los que pisamos el planeta,si nos hacen creer que vamos a ser millonarios(según nuestro potencial de «positividad psicológica» como se nos quiere hacer creer)seguro que terminaremos»sin yerba de ayer secándose al sol».
Publicado por:
Ana Maria
fecha: 11 | 10 | 2008
hora: 9:59 pm
Link permanente
Algo bastante gracioso es el ofrecimiento del «más que alicaìdo FMI»a la Argentina en el sentido de poder otorgarle un crédito blando.
Espero que «nuestra Penelope Glamour no esté tan necesitada como para aceptarlo».
Caso contrario se darìa la paradoja que la pobre ARGENTINA bien embromada por el FMI sirviese para «su re-entrada en escena».