obamanuevosvotantes.jpgLa impresionante maquinaria puesta en marcha por Barack Obama para incorporar nuevos votantes no tiene parangón en la trayectoria de la política partidista norteamericana. Por esta vía el senador de Illinois y potencial presidente de Estados Unidos, ha logrado –en virtud de su instinto innovador– reinsertar en el sistema democrático a un contingente considerablemente significativo de desciudadanizados, integrantes del millonario conglomerado de nuevos votantes registrados. El «Main Street» elige a Obama por amplia mayoría.

(Desde Madrid) ¿QUÉ TAN ANTIDEMOCRÁTICO puede llegar a ser el absentismo electoral? El corolario de esta pregunta es la masiva emergencia de un votante que acude por vez primera a la convocatoria que hace el partido Demócrata para las próximas elecciones estadounidenses, cumpliéndose así el vaticinio del candidato Barack Obama de reestructurar el electorado.

La impresionante maquinaria puesta en marcha por Barack Obama para incorporar nuevos votantes no tiene parangón en la trayectoria de la política partidista norteamericana. Por esta vía el senador de Illinois y potencial presidente de Estados Unidos, ha logrado –en virtud de su instinto innovador– reinsertar en el sistema democrático a un contingente considerablemente significativo de desciudadanizados, integrantes del millonario conglomerado de nuevos votantes registrados (por el momento no se dispone de un total de registrados en los 50 Estados; existen sin embargo registros de nuevos votantes tomados Estado por Estado con varios millones de nuevos votantes en cada uno).

GANANCIAS DEMÓCRATAS

El 61 por ciento de esta población expresa sus preferencias por Obama, contra un pírrico 30 por ciento que manifiesta sus simpatías por McCain. Algunos de estos futuros votantes impugnarán con su incorporación el predominio Republicano. «En el Estado de Pensilvania, 474.000 nuevos Demócratas conforman ahora el padrón electoral, mientras los Republicanos sufrieron una baja de 38.000 votos» Para muestra baste sólo mencionar las preferencias ya expresadas por el candidato del partido azul entre los 4 millones de nuevos votantes registrados solamente en doce Estados que en el 2004 votaron por George Bush. Once de esos estados favorecen en la actualidad a Barack Obama: Ohio, Florida, Virginia, Carolina del Norte, Indiana, Georgia, Missouri, Colorado, Iowa, Nevada y Nuevo Mexico, según publicaron recientemente en The Washington Post Alec MacGillis y Alice Crites, Registration Gains Favor Democrats. Las ganancias Demócratas en algunos estados tradicionalmente conservadores como Florida se han más que duplicado.

Según las estadísticas publicadas por el The Washington Post, de las 800.000 personas registradas por primera vez en el Estado de Florida hasta el primero de septiembre, 316.000 se adscribieron al partido Demócrata, mientras sólo 129.000 se registraron como Republicanos; los restantes se mantienen como independientes. La diferencia en ese Estado entre Demócratas y Republicanos en lo que respecta a la cantidad de nuevos votantes registrados es de medio millón de potenciales votantes en favor de los primeros. La misma historia parece repetirse en Carolina del Norte, donde los Demócratas aventajan en 208.000 nuevos inscritos a los Republicanos con apenas 34.000 nuevos votantes. No hay magia en esta aritmética; como lo destaca la fuente, un significativo componente de este grupo son consideradas minorías, es decir, afroamericanos e hispanos que ahora respaldan a Obama. En el Estado de Pensilvania, 474.000 nuevos Demócratas conforman ahora el padrón electoral, mientras los Republicanos sufrieron una baja de 38.000 votos.

UN CAMBIO DE CONTENIDOS

«Un gran porcentaje de estos individuos no son abstencionistas voluntarios sino más bien absentistas; es decir, nacionales norteamericanos desciudadanizados» Aún mas ilustrativo es el caso del Estado de Nebraska, donde no se ha votado a los Demócratas en elecciones presidenciales desde la administración de Roosevelt en el año 1936, pero que ahora, gracias a la fragmentación de los distritos electorales, ofrece un nicho que los estrategas de Obama han aprovechado para captar preferencias, instalando una oficina que en el primer día de apertura registró a 1.113 voluntarios como activistas de su campaña proselitista.

He aquí un caso donde lo que aparenta ser un mero mecanicismo introduce a su vez un cambio de contenidos. La incorporación de esos votantes, muchos de ellos afroamericanos y gente joven que irán a las urnas por primera vez, deja entrever una penosa realidad subyacente en el seno de la democracia norteamericana, «La estrategia de excluir a segmentos de la población del derecho al voto se aprovechó de un intrincado sistema de votación que difícilmente replicado en cualquier otro país industrializado» y es que los Republicanos lograron hacerse del poder y mantenerlo sobre la base de una vergonzosa exclusión del 36 por ciento de los ciudadanos que tenían el potencial pero no las condiciones de ejercer su voto electoral.

Esta afirmación hay que matizarla. Un gran porcentaje de estos individuos no son abstencionistas voluntarios sino más bien absentistas; es decir, nacionales norteamericanos desciudadanizados, si asumimos que el indicador más explícito de ciudadanización es la capacidad de ejercer el voto. Los datos sugieren que ese 36 por ciento estuvo ausente en las elecciones pasadas y en las anteriores por múltiples razones, por ejemplo, porque no se crearon condiciones para que se registraran en los padrones electorales en sus lugares de votación (tal sería el caso de un grueso de los desplazados por el huracán Katrina en New Orleans).

APATÍA HACIA LAS URNAS

Pero la cosa es aún más patéticamente compleja, porque muchos encararon verdaderos obstáculos para poder acceder a su derecho al voto, especialmente luego de que en el año 2002 el gobierno de George W. Bush y el Congreso mayoritariamente Republicano aprobaran la Ley de Apoyo a la Votacion (Help America Vote Act). «La exclusión de jóvenes, hispanos y afroamericanos del padrón electoral muestra el propósito de reducir la votación demócrata» Esta eufemística disposición fue en su momento denunciada como un artificio para desincentivar el voto de los menos poderosos, de los pobres, y sin experiencia en el sistema de votación, a los que se les requería presentar una carta de identificación electoral que a su vez demandaba al portador disponer, previamente, de una licencia de conducir. La estrategia de excluir a segmentos de la población del derecho al voto se aprovechó además de un intrincado sistema de votación que difícilmente podría ser replicado en cualquier otro país industrializado. Todo ello sin tomar en cuenta que el día de las elecciones en Estados Unidos es siempre un día laboral (el primer martes de noviembre), y que el registro para el voto no es automático. Tampoco existen canales expeditos para facilitar el voto ausente. Por todo ello, no es de extrañar la recurrente apatía que padecen importantes segmentos de la población al momento de movilizarse a las urnas. «Los frutos de esta movilización se observan en la transferencia de afiliaciones Republicanas al Partido Demócrata entre los jóvenes, los hispanos y los profesionales»

La exclusión de jóvenes, hispanos y afroamericanos del padrón electoral ha sido consistente con el propósito evidente de reducir la votación demócrata, dadas las conocidas preferencias de esos grupos. Además, en la medida en que se limite el número de votantes, el peso de las bases del partido Republicano se incrementa, sobre todo el componente de cristianos evangélicos blancos que son los mas politizados, organizados y disciplinados en sus selecciones. El bloque evangélico blanco ha sido crucial en concretizar el programa Republicano ya que es el único grupo demográfico que todavía a estas alturas sigue apoyando la presidencia de George W. Bush y la Guerra en Irak. Un aumento en los votantes registrados en los estados con una fuerte presencia de evangélicos blancos –como en el caso de Virginia y Carolina del Norte– podría diluir el impacto de su votación regimentada. El hecho de que los sondeos indiquen que Obama lleva una ligera ventaja en los dos Estados mencionados que en el 2000 y el 2004 votaron mayoritariamente por George Bush, pone de manifiesto el éxito de la campaña de reclutamiento del senador de Illinois.

LA ESTRATEGIA DE OBAMA

El propósito explícito del candidato Demócrata Barack Obama es cambiar este viejo arreglo, creando a la vez un capital social –y de paso normativo– nuevo, entre los jóvenes, los votantes por vez primera, los hasta entonces apáticos, los no empadronados; los pobres que no tienen recursos, energía o tiempo para agotar todo el proceso que supone registrarse y asistir a las urnas. No es de extrañar por tanto que entre los aliados más adeptos a promover el registro de contingentes de votantes se encuentren organizaciones como Democracia USA, orientada al votante hispano; organizaciones antipobreza como ACORN, y aquéllas que promueven el voto femenino, especialmente de mujeres con jefatura de hogar, como en el caso de la organización Women’s Voices. Los frutos de esta movilización se observan en la transferencia de afiliaciones Republicanas al Partido Demócrata entre los jóvenes, los hispanos y los profesionales, en lugares como Colorado, New Hampshire, Pensilvania (474.000 nuevos enrolados) y Virginia.

En este sentido, no hay nada más auténtico en este arrastre popular que encabeza Barack Obama que el garantizar que la gente ejerza responsablemente su ciudadanía, registrándose y participando en la política, en momentos en los que precisamente son los ciudadanos los que se sienten marginados de las soluciones que el liderazgo económico, político y, sobre todo, empresarial privado está dando ante la debacle económica que afecta a este país y que comenzó precisamente no donde ha terminado, en el corazón de Wall Street, sino en el patio de los asiduos de lo que Obama ha denominado correctamente los de la Calle (Main Street).