solbeszapatero1.jpgEn la situación económica española se juntan factores globales y propios, siendo más graves los segundos, los cuales, dice el autor, están perfectamente detectados desde hace un año.

(Desde Madrid) LA OPOSICIÓN ESPAÑOLA NO CONSIGUIÓ CONVENCER a los votantes de la gravedad de los problemas que se avecinaban y desde entonces se debate en el dilema de denunciar una política económica equivocada en su opinión, y al mismo tiempo ejercer de oposición responsable y respaldar los esfuerzos gubernamentales para que no cunda el pánico. En su última intervención parlamentaria, el 21 de octubre, el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, no se ha andado por las ramas:

Repiten ustedes hasta el aburrimiento que el origen de la crisis es internacional. La utilizan como una eximente, como una coartada. Es verdad que la crisis internacional afecta a nuestra situación.«Rajoy: Aunque no se hubiera producido el turbión de las hipotecas ‘subprime’, España estaría viviendo su propia crisis» Pero no es cierto que la economía española esté mejor preparada que otras para afrontarla. Señor Solbes (vicepresidente del gobierno y ministro de Economía), voy a plantearle alguna pregunta aún a riesgo de que el presidente del Gobierno me vuelva a llamar antipatriota. ¿Por qué se desconfía tanto de la Economía española? ¿A qué lo atribuyen ustedes? ¿A Bush? Señoría, la realidad es así de simple. Los mercados mundiales no se fían de lo que el Gobierno de España está haciendo y el Gobierno de España no está haciendo lo suficiente para que se fíen. La desconfianza que ustedes crean nos está costando muchísimo dinero. La desconfianza que suscita usted y su Gobierno perjudica a nuestra economía más que la subida del petróleo.

En España las cosas van peor porque no estábamos preparados, porque el Gobierno no había cumplido con su deber. Volvemos a ser como cuando gobernaron ustedes anteriormente el país con más paro, con más desempleo femenino y juvenil. Y esto no se explica con la crisis internacional. Señorías algo ocurre en España… Lo que ocurre es que aunque no se hubiera producido el turbión de las hipotecas ‘subprime’, España estaría viviendo su propia crisis. Ustedes, y de manera especial el presidente del Gobierno, engañaron a los españoles diciendo que no había crisis.

Las cosas se pueden hacer mucho mejor. Y además tenemos ejemplos en la reciente época de la Economía española. Entonces se gobernó. Se hizo un diagnóstico y España salió adelante. ¿A qué responden los Presupuestos que hoy nos presentan? A una crisis, a una crisis grave, a esa crisis que acaban ustedes de descubrir y antes no querían reconocer. Sus presupuestos no son realistas porque escamotean la verdad, carecen de política de empleo y recortan la política social. Lo primero que necesitamos es bajar impuestos. Y no será posible salir de la crisis si no bajamos los impuestos a las pequeñas y medianas empresas.

UNA CRISIS LARGA

La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), por boca de su responsable económico, José Luis Feito, acaba de anunciar que el paro superará la barrera de los tres millones de personas en los primeros meses de 2009, cifra que calificó de bastante aterradora. A partir de ahí, se manejan diferentes escenarios, en función de lo que crezca la población activa, cuanto pueda caer la actividad y otros factores, pero atendiendo a la experiencia reciente, el paro podría seguir subiendo incluso cuando se inicie la todavía lejana recuperación económica, como ocurrió en la crisis de los noventa. «Los máximos dirigentes de las finanzas españolas han salido en los medios demandando confianza y presumiendo de solvencia» De hecho, entonces, el punto más bajo del ciclo se registró en 1993, cuando la economía española experimentó un crecimiento negativo, el primero de su historia, mientras que el paro continuó su escalada y no llegó a su máximo hasta 1994.

Feito teme que 2009 sea el segundo año de la historia española en la que el crecimiento económico sea negativo. En su opinión, la resolución de la crisis financiera es una condición indispensable para que la crisis económica sólo sea seria y grave. Si no se resolvieran las tensiones financieras estaríamos hablando de algo más apocalíptico que una crisis económica. Pero aún apuntalando el sistema financiero la crisis será larga y el país entrará en recesión.

Los máximos dirigentes de las finanzas españolas han salido en los medios demandando confianza y presumiendo de solvencia. En este sentido, el más explícito ha sido Emilio Botín, presidente del Banco Santander, considerado internacionalmente como uno de los mejores banqueros del mundo, que ha rechazado cualquier medida intervencionista del Estado en el capital de los bancos, y ha pedido que cada palo aguante su vela, es decir, que los que han cometido excesos deben pagar por ello para que el sistema mantenga el sagrado principio de la sana competencia y la igualdad de oportunidades.

LA MOROSIDAD SE DISPARA

Suponiendo que como afirman los propios interesados, los bancos españoles estén sanísimos y sólo necesiten el respaldo estatal para conseguir créditos en los paralizados mercados internacionales, el talón de Aquiles del sistema financiero español está en las Cajas de Ahorro, que suponen la mitad del mismo, que pesan tanto como los bancos, que han prestado por encima de sus posibilidades, y que además lo han hecho en un 70 por ciento al sector inmobiliario y a la financiación de hipotecas en un porcentaje desconocido de difícil cumplimiento.

El opaco mundo de las cajas de ahorro españolas –que no cotizan en Bolsa–, está en manos de los poderes fácticos –partidos políticos, sindicatos, organizaciones empresariales, gobiernos autónomos, ayuntamientos– que se reparten su control y que si siempre se han entrometido en el trabajo profesional de los gestores, ahora amenazan con contaminar el inevitable proceso de fusiones que se adivina en el horizonte. «¿Si es tan sólido el sistema financiero español, por qué necesita tanto dinero de los contribuyentes?Las Cajas son el principal financiador sumiso y barato de los partidos políticos españoles, que disponen en su conjunto de créditos y avales generosos por más de 60 millones, al mismo tiempo que usufructúan buena parte de los 755 puestos en los consejos de administración de las 43 Cajas de Ahorro existentes. Unos puestos privilegiados recompensados con más de 200.000 euros anuales de media, que llegan a 1,3 millones en el caso de Caja Madrid.

La crisis dispara la morosidad en las Cajas. La cifra de dudosos de Caja Madrid se ha multiplicado por cinco en relación al mismo período del año anterior, y coloca la tasa de morosidad en el 3,37 por ciento. En el país hay 300.000 millones en créditos inmobiliarios. Un aumento de la morosidad hasta el 10 por ciento es asumible. A partir de ello, será sumamente peligroso.

La pregunta que todo el mundo se hace es: ¿Si es tan sólido el sistema financiero español, por qué necesita tanto dinero de los contribuyentes? El apoyo estatal al sistema financiero español es de 150.000 millones: 50.000 para comprar activos financieros y 100.000 para avalar a las entidades bancarias. Y la respuesta de la directora general del Tesoro, Soledad Núñez es ésta: Por una sola razón, porque los mercados para conseguir financiación están cerrados.

UNO DE CADA DOS AUTÓNOMOS, CON PROBLEMAS

De momento, España puede presumir de ser uno de los pocos países occidentales sin quiebras ni intervenciones bancarias. Tan sólo los problemas del mayor banco holandés han causado inquietud en el millón y medio de clientes españoles con que cuentan a través de Ing Direct. «Se ha pasado en un abrir y cerrar de ojos del todo al nada, del dinero regalado al dinero imposible» También el desplome de Lehman Brothers ha dejado un rosario de miles de damnificados en España, gente que contrató fondos de inversión garantizados a entidades como Barclays, Citigroup o Banif (del grupo Santander) sin que le advirtieran o fuera consciente de que eran simples intermediarios de la prestidigitación financiera del banco americano ahora hundido.

Los bancos han trasladado su problema a las empresas, que se ven obligadas a aplazar inversiones, vender activos e incluso a suspender pagos. Un duro racionamiento del crédito, una auténtica pesadilla, un grave estrangulamiento del crédito que incluye dificultades para refinanciar deudas e incluso renovar la esencial póliza de crédito sin la cual una empresa es nada. La renovación de créditos cuando se consigue, incluye altísimos intereses. Se ha pasado en un abrir y cerrar de ojos del todo al nada, del dinero regalado al dinero imposible. «El gobierno español está bastante aislado a escala internacional, cortadas prácticamente las relaciones con Estados Unidos, y limitado en la UE a un papel secundario» Los retrasos en los pagos se generalizan. Las desinversiones están siendo dolorosas. Uno de cada dos empresarios autónomos asegura tener problemas de financiación.

Pero, el crediticio no es el único problema en lontananza. Todo el triunfalismo derivado del importante aumento de las cotizaciones de la Seguridad Social debido a la llegada masiva de inmigrantes, se traduce ahora en todo lo contrario, debido al importante aumento del paro y de los subsidios de desempleo entre la inmigración llegada en estos años.

En cuanto al futuro del sistema de pensiones, los dos grandes partidos ya han prometido empezar a hablar inmediatamente. Todavía están pendientes muchas de las reformas pactadas en 2003: en sistemas complementarios privados, se ha retrocedido incluso; la sangría de prejubilaciones y jubilaciones anticipadas se ha incrementado cuando lo pactado era prolongar la vida laboral; y la mejora de las pensiones de las pobres viudas sigue esperando.

LAS PETICIONES DE ASISTENCIA, EN AUMENTO

«La recesión española va acompañada de la recesión mundial y europea en particular, lo que afecta ya al sector turístico español, desde hace medio siglo la principal industria del país» La crisis económica está provocando un aumento en el número de demandas de servicios asistenciales que presta Caritas Española, que reclama más donativos para atender la avalancha de peticiones de ayuda para la vivienda, alimentación y acceso al empleo. En el primer semestre del año, el número de peticiones de ayuda superaron el 70 por ciento del total registradas en 2007. Los nuevos rostros de la pobreza son familias, con el padre en paro o integrada por mujeres solas con personas a su cargo, y también casos de mujeres mayores con pensiones no contributivas o mínimas. En 2007 recibieron la asistencia de esta organización 993.839 personas en España, y si el aumento de demandas se confirma, podría llegar a millón y medio de personas en el año en curso.

Se han desplomado a casi la mitad las compras de vivienda y automóvil, el grueso de los gastos familiares, y todos los sectores económicos sufren ya descensos de ventas, reducciones de plantillas y recortes de producción. Para colmo de males, la recesión española va acompañada de la recesión mundial y europea en particular, lo que afecta ya al sector turístico español, que desde hace medio siglo es la principal industria del país.

Además todo ello coincide con una coyuntura en la que el gobierno español está bastante aislado a escala internacional, cortadas prácticamente las relaciones con Estados Unidos, y limitado en la Unión Europea a un papel secundario. José Luis Rodríguez Zapatero insiste en que España debe estar en la cumbre de emergencia del G20 para refundar el sistema financiero internacional: España en mi opinión, por peso económico debe de estar en esa gran cumbre internacional llamada a reformar el sistema internacional. Somos la octava potencia económica del mundo y cuando hay una convocatoria para afrontar el sistema financiero internacional y teniendo un sistema financiero de gran potencia y muy sólido, España debe estar. Veremos si lo consigue.

Es habitual en circunstancia semejantes a las que vivimos recordar que toda crisis viene cargada de oportunidades que bien aprovechadas pueden ser su aspecto positivo. Alejandro Martínez Vivar lo hacía el pasado 23 de Julio en estas mismas páginas: España tiene la oportunidad que concede un escenario de crisis económica para sentar nuevas bases estructurales y nuevos pactos sociales para la recuperación y el crecimiento… Si logramos mejorar nuestra democracia social, en una segunda transición, lograremos mejorar nuestra democracia de mercado. Sin ello, será difícil crecer sosteniblemente.

UNA CAÍDA ANUNCIADA…

Ya escribíamos en la primavera (boreal) pasada (¿Es posible evitar el derrumbe de la economía española?), que la oportunidad teórica tiene difícil aplicación práctica:

Digamos en primer lugar, ya que nos toca el papel de pesimistas, que no hay clusters que valgan en un país en serio proceso de disgregación, donde muchos de los 17 gobiernos autonómicos han iniciado un proceso de segregación económica y social. A estas alturas y en estos momentos, es imposible un proceso centralizado de diseño y aplicación de soluciones comunes.

En segundo lugar, el discurso debe retrotraerse a los principios casi filosóficos de un cambio de rumbo. No basta con desarrollar tal o cual sector, sino que hay que partir de un cambio en la concepción de lo que es desarrollo económico, hasta el punto de dejar de llamarlo desarrollo para llamarlo mejora o consolidación. «Reparar el sistema financiero no impedirá la recesión, ha dicho George Soros» Por cada punto del producto interior bruto que España ha sumado en la última década (y lo ha hecho a la mayor velocidad de la historia mundial) ha perdido al menos dos en riqueza natural y ambiental, sanidad de sus ecosistemas y equilibrio social. Pocas veces habrá ejemplos más claros de cómo el desarrollismo, (un concepto inventado en España para criticar las políticas de crecimiento del tardofranquismo, luego copiadas hasta la saciedad por los gobiernos democráticos de la transición), ha sacrificado calidad de vida real por consumismo alocado, algo que en Europa ha sido erradicado desde hace al menos tres décadas.

En tercer lugar, y cuando se habla de competitividad, hay que prestar atención al rápido deterioro producido en los baremos de calidad, en la primacía de la excelencia a nivel individual y colectivo, en las exigencias de buen trabajo y buen producto. Es algo más allá de normativas y conocimientos técnicos, ese imperio de la seriedad laboral que se ha visto arrinconado de forma creciente por el regreso de antiguos vicios nacionales como la chapuza, el chollo, el timo y la caradura del incumplimiento y la ineficacia.

Sólo un profundo, sensato y valiente cambio de orientación general de la política, la economía y la sociedad española puede evitar que la transición española termine en fracaso. Digámoslo así de claro para facilitar la incomprensión que acogerá sin duda a este análisis. Efectivamente, se tachó de pesimista, provocador y hasta de terrorismo verbal. Qué dirán ahora, tan sólo unos meses después, tan rápidos descalificadores.

UN DESPLOME FEO, BRUTAL Y LARGO

Porque aquellos lodos de la primavera, trajeron los barros del otoño. Y así, también Ricardo Angoso escribía en Safe Democracy el pasado día 20 un análisis titulado El fin del modelo económico español: Cómo reconvertir un sistema abocado al fracaso. Si yo parecía pesimista, Angoso no me anda a la zaga: Si España persiste en la construcción de un modelo obsoleto e infuncional sobre las ruinas de su constatado fracaso, acabará aceptando su triste destino de ser un país de servicios pobre, situado en la periferia de la estructura económica global… Un país que ha basado durante años su crecimiento económico a costa del sector inmobiliario, con altos dosis de desregulación, especulación desmedida y un sistema bancario que ha hiperhipotecado por encima de sus posibilidades a casi todo el país, era lógico que -en una coyuntura como la que estamos viviendo- padeciera los primeros síntomas de la crisis. Se derrumbó como un castillo de naipes y la hecatombe, como se verá en los próximos meses, no ha hecho más que comenzar. Angoso se sitúa en una misma línea que nosotros, no estrictamente economicista sino de amplitud sociológica, que intenta detectar las claves profundas que hay que cambiar.

El contexto global no va a facilitar las cosas. Reparar el sistema financiero no impedirá la recesión, ha dicho George Soros. Todos los síntomas apuntan a un desplome económico feo, brutal y largo, dice Paul Krugman, el reciente premio Nobel. Dejemos para otra ocasión nuestras recetas. Se basan en lo que ya se propuso en 1991 en la esperanzadora y frustrante Cumbre de Río, ignorado desde entonces: sustituir el desarrollismo consumista por una economía sostenible basada en el ahorro energético, el final del derroche del usar y tirar, el reciclado a gran escala y la sustitución del patrón dinero como origen y fin de la realización humana. Es utópico, pero no menos que pensar que esta crisis pasará, que todo volverá a ser igual, y que el mundo seguirá incólume por este camino.