obamajlmart.jpgObama apuesta por el diálogo y el cambio. Habrá reformas, pero no las que muchos se imaginan. La permanente y cambiante realidad impondrá una agenda pragmática, más allá de las buenas intenciones.

(Desde Montevideo) SI HAY ALGUIEN QUE TODAVÍA duda de que cualquier cosa es posible en Estados Unidos, si alguien todavía cree que no perviven los sueños de nuestros padres fundadores, si a estas alturas alguien cuestiona el poder de nuestra democracia, la respuesta la tiene en esta noche, dijo el presidente electo Barack Obama en su primer discurso tras conocerse su triunfo que lo llevará a la presidencia el 20 de enero, cuando jure su cargo sobre la Biblia en las escaleras del Capitolio de Washington.

El sueño americano, cuando muchos lo daban por muerto, especialmente jefes de Estado que hacen culto de su antiamericanismo, revive con el senador negro por Illinois, que cumplió 47 años en agosto, y que será el presidente más joven desde que John F. Kennedy juró el cargo en 1961 con 43 años.
«El discurso de unidad, y en momentos de crisis, lo catapulta al liderazgo y a una exposición más de lo habitual»
El propio Obama se define como un producto del sueño americano. Y su pasado más allá de la política así lo indica. Su padre, un emigrante keniata, y su madre, nacida en Kansas, se conocieron en la Universidad de Hawai. Allí se casaron y Barack nació el 4 de agosto de 1961, pero se separaron tan sólo dos años después. Su padre regresó a Kenia y Obama sólo lo volvió a ver una vez antes de su muerte en un accidente de tráfico. Su madre se volvió a casar y se trasladó a Indonesia en 1967, donde Obama vivió cuatro años. Después vino Hawai, Los Ángeles, la licenciatura en Ciencias Políticas en Columbia, el trabajo comunitario en Chicago, la licenciatura en Derecho en Harvard y el establecimiento definitivo en Chicago. Allí había conocido en 1989 a Michelle Robinson, con la que se casó en 1992. Fruto de la relación nació en 1998 Maila Ann, a la que se sumó en 2001 Sasha.

DISCURSO UNITARIO

Incluso su hasta hace poco rival, el senador republicano por Arizona John McCain, llegó a decir de él que es una voz de fortaleza y moderación, una historia de éxito estadounidense.

No hay Estados rojos y Estados azules, enfatizó Obama, en referencia a los colores de republicanos y demócratas, hay Estados Unidos de América, dijo el futuro presidente. El discurso de unidad, y en momentos de crisis, lo catapulta al liderazgo y a una exposición más de lo habitual. «El futuro presidente alertó la misma noche que se conocieron los resultados, sobre las expectativas demasiado altas que muchos se hicieron con su histórico triunfo»

Las primeras señales de Obama son claras. Trabajará con los republicanos, la otra mitad del país, en especial la norteamérica profunda. La diferencia entre ambos partidos en los comicios fue de alrededor de un 6 por ciento en el voto popular. Su gobierno estará conformado por gente de ambos partidos y representando la realidad étnica de la primera potencia mundial. Un gobierno de inclusión. Lo votaron el 96 por ciento de los negros, el 67 por ciento de los hispanos, el 61 por ciento de los asiáticos y el 43 por ciento de los blancos que viven en ese país. La política de Estado ha sido una constante en las administraciones estadounidenses en muchos temas. La crisis hoy también lo requiere, y el presidente electo está dispuesto a ponerlo en práctica.

La campaña para ganar votos terminó. Obama con sus promesas ya llegó a un sitial de privilegio. Ahora, como todos los políticos, debe manejar la ecuación entre lo que se promete y lo que se puede hacer.

El futuro presidente alertó la misma noche que se conocieron los resultados, sobre las expectativas demasiado altas que muchos se hicieron con su histórico triunfo. Realmente los estadounidenses escribieron una página histórica. La esclavitud fue abolida en los Estados Unidos hace tan sólo 143 años, y el derecho al voto de los negros, fue aprobado en 1965.

UNA AGENDA COMPLEJA

Los problemas son muy complejos y no está garantizado que todo lo que se prometió en la campaña se pueda llevar adelante en el actual período, «Los cuatro años de Carter fueron tan decepcionantes que garantizaron el inicio de doce años republicanos» ni siquiera en una eventual segunda administración demócrata.

Habrá contratiempos y pasos en falso. Habrá muchos que no estarán de acuerdo con todas las decisiones o políticas que haga como presidente. Y sabemos que el gobierno no puede resolver todos los problemas. Pero siempre seré honesto con ustedes sobre los desafíos que enfrentamos, dijo en su discurso Obama.

Jimmy Carter llegó a la Casa Blanca sobre una gran ola de entusiasmo como reacción al escándalo de Nixon. También él suscitó grandes expectativas, pero se enfrentó a una economía desfavorable. Al final, los cuatro años de Jimmy Carter fueron tan decepcionantes que garantizaron la victoria de Ronald Reagan en 1981 y el inicio de doce años republicanos en la Casa Blanca.

La agenda que le espera en el salón oval de la Casa Blanca es compleja. Un grave error, que luego podría conducir al desencanto, sería idealizar por adelantado a la administración de Obama. Sería no saber cómo funciona la política. «Como ahora, la victoria de Roosevelt estaba presagiada y la mayoría legislativa le permitió poner en marcha los primeros planes de reactivación económica tras tomar posesión del cargo»

The New York Times, que lo apoyó decididamente, afirmó: No es tiempo para los laureles; ahora viene la parte dura.

Los paralelismos con el pasado apuntan a que Obama enfrenta, al asumir el gobierno de la primera potencia mundial, una situación comparable con la que tuvo Abraham Lincoln al entrar al poder en el momento en que la nación colapsaba por la Guerra Civil o la que vivió Franklin D. Roosevelt al asumir en la plena Gran Depresión.

Tras las elecciones, el escenario estadounidense guarda cierto parecido con el que se encontró el presidente demócrata Franklin D. Roosevelt al ganar en 1932. Entonces el Congreso y el Senado también estaban en manos de su partido. Los comicios se celebraron cuando la economía se había desplomado después de la crisis del 29 y se registraban 12,5 millones de desocupados. Como ahora, la victoria de Roosevelt estaba presagiada y la mayoría legislativa le permitió poner en marcha los primeros planes de reactivación económica tras tomar posesión del cargo. Aquel corto periodo, de febril actividad legislativa, se conoce como los primeros cien días del New Deal.

ES LA ECONOMÍA…

Hoy, los estadounidenses que lo votaron tienen su mirada puesta en sus problemas de bolsillo, más allá de las crisis internacionales y los conflictos. Votaron porque está sufriendo las consecuencias socio-económicos de la crisis. Votaron mirando su interés personal. Como en casi toda su historia, la gran mayoría de los estadounidenses miraron hacia adentro. «Por lo menos cuatro de cada 10 electores indicaron que la situación financiera de sus familias ha empeorado en los últimos cuatro años»

Seis de cada 10 votantes eligieron a la economía como el tema más importante que enfrenta el país. Ninguno de los otros cuatro temas en la lista –energía, Irak, el terrorismo y los seguros de salud– fueron elegidos en más de una ocasión de cada 10.

Por tanto, no resultó sorpresivo que los votantes también tengan una visión muy amarga en torno al estado de la economía del país.

Casi la mitad señaló que la economía está mal y casi todos los demás dijeron que no está en buenas condiciones.

Por lo menos cuatro de cada 10 electores indicaron que la situación financiera de sus familias ha empeorado en los últimos cuatro años. «El lobby antidéficit es muy pequeño, pero tan poderoso como el de estadounidenses opuestos a las subidas de los impuestos» Una tercera parte dijo que era igual y aproximadamente una cuarta parte indicó que estaba mejor.

En una visión a futuro, la mitad de los entrevistados dijeron que les preocupa que la crisis económica actual pueda dañar las finanzas de las familias el año próximo, y otra tercera parte se mostró en cierto modo preocupada por lo mismo.

Las promesas del presidente demócrata fueron importantes, pero su éxito dependerá de cuantas logre llevar adelante y que beneficios les traerán a los contribuyentes. En la toma de decisiones desde la Casa Blanca, no hay soluciones milagrosas que satisfagan a todo el mundo. El gasto no se puede aumentar sin aumentar los impuestos o el déficit. Y, si bien, el lobby de banqueros y economistas antidéficit es muy pequeño, es casi tan poderoso como el número mucho mayor de estadounidenses opuestos a las subidas de los impuestos.

GRANDES APUESTAS

Obama prometió bajar los impuestos del 95 por ciento de los asalariados estadounidenses y gravar los ingresos que sobrepasen los 250.000 dólares anuales. Propuso una reducción fiscal anual de 500 dólares por asalariado y de 1.000 dólares por familia. También suprimiría los impuestos de las personas mayores cuyos ingresos no superen los 50.000 dólares. «El riesgo esta vez no es sólo la inflación, sino un derrumbe catastrófico de la moneda. La actual recesión no es el preludio de una recuperación rápida» El candidato demócrata quiere sin embargo aumentar el impuesto sobre la renta de los capitales de 15 por ciento a 28 por ciento, y gravar los beneficios excepcionales acumulados por las compañías petroleras para acordar una rebaja en la factura energética de los contribuyentes. Piensa desbloquear 50.000 millones de dólares para grandes trabajos de infraestructura.

Está a favor de limitar la emisión de gas carbónico y a un mercado de los derechos a contaminar. Fija un objetivo de reducción de 80 de las emisiones de carbono antes de 2050. Desea invertir 150.000 millones de dólares en diez años en tecnologías de energía limpia. Obama es, tras haberse opuesto, favorable a las perforaciones limitadas en alta mar.

Sin embargo, con un déficit estimado para 2009 de más de un billón de dólares, incluidos los 700.000 millones inyectados a Wall Street, ni siquiera un Congreso dominado por los demócratas financiará un aumento neto del gasto.

El riesgo esta vez no es sólo la inflación, sino un derrumbe catastrófico de la moneda. «La condiciones financieras serán tan determinantes en la próxima administración, que ya el presidente electo tiene en mente un segundo plan de estímulo económico» La actual recesión no es el preludio de una recuperación rápida.

Promueve también una reforma integral de inmigración no explotada por los políticos anteriores, que dividieron a la nación en lugar de encontrar soluciones reales. Confía en que el primer paso para resolver el problema de la inmigración es reforzar la seguridad de las fronteras para disponer de un mayor control sobre quién ingresa al país y de qué forma.

Concibe a la educación como el vehículo de movilidad social y económica, que brinda esperanza y oportunidad a millones de jóvenes. Asimismo, busca garantizar que todos los estudiantes tengan una educación de calidad, independientemente de la raza y la clase. Plantea que todo americano tiene derecho a recibir cuidados de salud asequibles y asume la obligación moral que eso lleva consigo.

Estas promesas son muy difíciles de cumplir, en medio de la actual crisis. El dinero tiene que salir de algún lado. A la ex pareja presidencial de los Clinton, con una mejor coyuntura, le quedó en el debe el tema de la salud que aún hoy sus detractores se lo siguen recordando.

PÉRDIDAS MILLONARIAS

La condiciones financieras serán tan determinantes en la próxima administración, que ya el presidente electo tiene en mente un segundo plan de estímulo económico. Este sería un nuevo plan de salvataje de la economía, tras el paquete de 700.000 millones de dólares aprobado por la administración saliente de George W. Bush y el Congreso, que nacionalizó parte de la banca privada, y de un recorte de impuestos por 150.000 millones de dólares otorgado a los trabajadores norteamericanos a comienzos de año. «La pérdida neta del número uno del sector automotor alcanza 2.500 millones de dólares en el trimestre finalizado en septiembre» Las cifras de las nuevas ayudas irían desde 60.000 millones a 100.000 millones de dólares y estaría centrada en aumentar el gasto público, luego de que Obama asuma.

La crisis golpeará de lleno al gobierno de Obama y determinará el cumplimiento de sus propuestas. Los últimos indicadores no son halagüeños. Unos 240.000 puestos de trabajo fueron suprimidos en octubre, llevando la tasa de desocupación a 6,5 por ciento, el nivel más alto desde marzo de 1994. La cifra es muy superior a lo esperado. Se aguardaba una pérdida ya elevada de 200.000 empleos y una tasa de 6,3 por ciento de desempleo.

En el sector automotor, la estadounidense Ford anunció una pérdida neta trimestral de 129 millones de dólares, menor a lo previsto, pero afirmó que suprimirá 10 por ciento de su fuerza laboral. Por otra parte, General Motors, el mayor fabricante norteamericano, anunció que podría encontrarse en 2009 con un nivel de liquidez que no le permita continuar sus operaciones, por lo que renunció a comprar su competidor Chrysler, y señaló que tomará todas las medidas posibles para evitar la quiebra. La pérdida neta del número uno estadounidense del sector automotor alcanza 2.500 millones de dólares en el trimestre finalizado en septiembre, una cifra mayor de lo previsto.

PODER BLANDO

La propuesta de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con Canadá y México, y de revisar otros, tiene hoy bastante sentido para los trabajadores estadounidenses. Quiere asegurarse de que todos los Tratados de Libre Comercio contienen garantías sobre las condiciones de trabajo y medioambiente. Además, quiere suprimir las exoneraciones fiscales a las empresas estadounidenses que se deslocalizan.

«El mandatario electo se mostró partidario de la imposición de zonas de exclusión aérea en la occidental zona sudanesa Darfur para detener el genocidio» Obama ha reiterado y subrayado la importancia del multilateralismo y de la restauración de las relaciones diplomáticas con toda la comunidad internacional, incluyendo con viejos y nuevos adversarios como Irán, Cuba, Venezuela y Corea del Norte, en contraste con el enfoque unilateralista del actual mandatario, George W. Bush.

Pero, por otro lado, la mayoría de los asesores de Obama son veteranos de la administración del presidente Bill Clinton, cuya marca propia de intervencionismo liberal, eludiendo a la ONU en temas como los Balcanes, Sudán y Medio Oriente, son parte de sus antecedentes.

Consecuente con visiones intervencionistas como su vicepresidente Joe Biden, que votó la guerra en Irak, el mandatario electo se mostró partidario de la imposición de zonas de exclusión aérea en la occidental zona sudanesa Darfur, unilateralmente si es necesario, para detener el genocidio. No habrá cambios radicales, pero sí una política de poder blando.

IRAK

Obama promete poner fin al conflicto de Irak de forma responsable en 16 meses. Contrario a las bases permanentes, está dispuesto al envío puntual de tropas en caso de catástrofe o genocidio. «Los primeros indicios de cuál será el camino para Irak deberán darse poco después de que el presidente electo asuma el 20 de enero» Apuntando sus fuerzas y recursos a la guerra en Afganistán y a lucha contra el terrorismo de Al-Qaeda, enviará dos brigadas más a ese país asiático, de manera que en 2010 podría haber más soldados estadounidenses combatiendo que ahora.

El fin de la guerra, que de acuerdo con la Oficina de Presupuestos del Congreso cuesta 145.000 millones de dólares al año, significaría cumplir con una promesa de campaña y liberar recursos para el combate contra Al-Qaeda y el talibán en Afganistán. Sin embargo, persiste la duda entre algunos de sus asesores de si Irak podrá defenderse sin la presencia estadounidense.

Además, luego de tanto esfuerzo y recursos invertidos, no puede Estados Unidos permitir que se suma en el caos una nación con 27 millones de personas, localizada estratégicamente junto a Irán, Siria y Arabia Saudí, con una de las mayores producciones petroleras del mundo.

Los primeros indicios de cuál será el camino para Irak deberán darse poco después de que el presidente electo asuma el 20 de enero, cuando los iraquíes eligen a las legislaturas de las 18 provincias del país, en donde chiíes, suníes y kurdos no logran ponerse de acuerdo.

¿CAMBIO DE RUMBO RESPECTO A ORIENTE MEDIO?

Obama no podrá soslayar tampoco la compleja situación en Oriente Medio. Si Obama quiere contribuir a la paz, no sólo entre israelíes y palestinos, sino también entre Israel y sus vecinos árabes, deberá neutralizar al responsable de la desestabilización regional: Irán.

El presidente electo es favorable a mantener un diálogo con Irán sólo y únicamente si esto puede hacer avanzar los intereses de Estados Unidos. Este diálogo debe comenzar primero en un nivel bajo. Está a favor de sanciones internacionales para empujar a Irán a la transparencia respecto a su programa nuclear, pero no descarta la opción militar como último recurso, lo que tiraría por tierra sus credenciales antibelicistas. «La cercanía de Emmanuel con Israel le garantiza al presidente una línea directa con un viejo problema, la paz en Oriente Medio» El desarrollo de armas nucleares de Irán es inaceptable y la república islámica debe cesar su apoyo a organizaciones terroristas, opina el futuro presidente. El gobierno de los ayatolas ya se ha encargado de comparar sus afirmaciones con las que realiza el presidente Bush.

Para Obama el compromiso de Estados Unidos con Israel no es negociable. Es contrario a la política de colonización de los territorios palestinos. El senador está a favor de un Estado palestino, y preconiza el aislamiento de Hamas y Hezbolá mientras éstos no renuncien al terrorismo y reconozcan el derecho a existir de Israel.

El primer signo de este rumbo político lo marcó la designación de su Jefe de Gabinete, el congresista por Illinois, Rahm Emmanuel. La conocida cercanía de Emmanuel con Israel le garantiza al presidente una línea directa con un viejo problema que aún está sin resolver: la paz en Oriente Medio.

A aquellos que querrían derribar el mundo: los derrotaremos. A aquellos que buscan la paz y la seguridad: los apoyamos. Y a todos los que se preguntaban si el faro de Estados Unidos aún luce tan brillante: una vez más, la verdadera fortaleza de nuestra nación no viene del poder de nuestras armas o del tamaño de nuestra riqueza, sino del poder duradero de nuestros ideales: democracia, libertad, oportunidad y una inflexible esperanza, dijo al marcar su línea en política internacional.

OBAMA AL HABLA

Obama habló telefónicamente con varios líderes mundiales tras su victoria. La crisis financiera global y los conflictos internacionales figuras entre los asuntos tratados con los principales aliados estadounidenses.

Obama mantuvo varias conferencias telefónicas con líderes mundiales para hablar de la crisis financiera y de la situación mundial. El presidente electo habló con el mandatario mexicano Felipe Calderón, el primer ministro australiano Kevin Rudd, el primer ministro canadiense Stephen Harper, el presidente francés Nicolas Sarkozy, la canciller alemana Angela Merkel, el primer ministro israelí Ehud Olmert, el primer ministro japonés Taro Aso, el presidente surcoreano Lee Myung-bak y el primer ministro británico Gordon Brown. Entre esos líderes también figuran el presidente de China, Hu Jintao; el presidente de Egipto, Hosni Mubarack; el presidente y el primer ministro de Polonia, Lech Kaczynski y Donald Tusk; el rey Abdalá de Arabia Saudí; el mandatario paquistaní, Asif Ali Zardari; el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y el jefe del gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero.

Estas llamadas marcan de alguna manera hacia donde mirará la Casa Blanca. Obviamente, y ante la actual crisis, Latinoamérica no estará en los primeros lugares de la atención de Washington, salvo asuntos puntuales.

El multilateralismo estará presente en la política del electo presidente, buscando un mundo más justo y en donde los problemas tengan los consensos o las mayorías necesarias, bajo el manto de Naciones Unidas, dejando atrás la política unilateralista de su antecesor, el republicano George W. Bush.

Obama, que cautivó tanto por su inteligencia política como por su moderación, habló como el nuevo presidente de la principal potencia del mundo y prometió un nuevo amanecer de liderazgo norteamericano.

El tiempo y la realidad será la encargada de dar las respuestas sobre el nuevo inquilino de la Casa Blanca, tras el fin de un ciclo con una visión unilateral del mundo. Obama apuesta por el diálogo y el cambio. Sin duda habrá reformas, pero no las que muchos se imaginan. La permanente y cambiante realidad impondrá una agenda pragmática, más allá de las promesas electorales y las intenciones del histórico inquilino negro de la Casa Blanca.