bachetabare.jpgChile y Uruguay inaugurarán formalmente a final de año un nuevo ciclo electoral en América Latina. ¿Giro al centro o ratificación de las izquierdas? ¿Cómo influirán estos dos resultados sobre los procesos electorales que les seguirán en los demás países de América Latina?

(Desde Montevideo) LAS ELECCIONES NACIONALES en Uruguay que tendrán lugar en octubre, marcarán el inicio de un nuevo ciclo electoral en América Latina. En efecto, tras ellas seguirá la elección en Chile un mes después, y durante los años 2010 y 2011 se producirá una extensa serie de eventos electorales en buena parte de los países de la región.

Este nuevo ciclo electoral estará caracterizado por un cambio significativo en el contexto económico. Mientras que el ciclo electoral anterior –cuyo punto de partida puede fijarse en las elecciones presidenciales de Argentina en 2003 y su punto de cierre en las elecciones paraguayas de mayo de 2008–, «Los datos que se registran en la economía mexicana y brasilera se expandirán al resto de las economías de la región» estuvo acompañado de un contexto económico muy favorable caracterizado por un fuerte crecimiento en toda la región junto a un aumento muy significativo de los precios internacionales de los principales rubros productivos de la región, bajas tasas de inflación y tendencia a la reducción de la desocupación.

Sin embargo, este nuevo período de recambio gubernamental en la región va a estar enmarcado dentro de un proceso de profunda crisis global a escala planetaria que comienza a afectar con fuerza al continente latinoamericano.

UNA CRISIS DE CONDICIONES MUY SEVERAS

En efecto, toda la información disponible indica que el impacto de la crisis de la economía mundial, cuya magnitud aún no es posible apreciar en su totalidad, se hará visible con vigor en las economías de los países latinoamericanos con sus consiguientes consecuencias sociales en materia de desempleo y reducción de los niveles de vida de vastos sectores sociales. «La región enfrentará un contexto económico adverso, uniformemente negativo»

Los datos que ya se registran en la economía mexicana y brasilera habrán de expandirse con mayor o menor virulencia en el resto de las economías de la región. Es verdad que esta crisis encuentra a nuestro continente mejor preparado que en ocasiones anteriores, también es verdad que el epicentro de la grave tormenta económica está situado en el mundo desarrollado, pero no menos cierto es que la economía mundial está más interrelacionada que nunca y que la magnitud de la crisis es de dimensiones muy severas.

«El período electoral entre 2003 y 2007 se caracterizó por un fuerte predominio de las opciones políticas de izquierda» Por lo tanto, parece por lo menos muy ingenuo el tono de los discursos de varios mandatarios latinoamericanos en el marco del Foro Social llevado a cabo en Brasil, caracterizado por cierto toque de euforia y animado por profecías apocalípticas sobre el orden económico capitalista, como si sus respectivos países no formaran parte del sistema.

La región enfrentará, entonces, en estos tiempos que ya han comenzado, un contexto económico adverso, cuya intensidad variará según las respuestas que cada uno de los países defina y ponga en práctica, pero que será uniformemente negativo. En estas circunstancias se desarrollarán los procesos electorales de este nuevo ciclo.

EL GIRO A LA IZQUIERDA

«Es posible identificar a un conjunto de países alineados en torno a Chávez: Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, República Dominicana y Argentina» Desde el punto de vista político, el período electoral transcurrido entre 2003 y 2007 se caracterizó, como se sabe, por un fuerte predominio de las opciones políticas de izquierda y, en términos generales, se puede afirmar que América Latina giró políticamente hacia la izquierda como nunca antes lo había hecho.

Los resultados electorales determinaron la coexistencia simultánea de gobiernos de izquierda en Chile, Argentina, Bolivia, Ecuador, Brasil, Uruguay, Venezuela, Nicaragua, Guatemala, Panamá y más recientemente Paraguay.

Sin embargo, por debajo de la etiqueta genérica de gobiernos de izquierda, se han desarrollado propuestas gubernamentales muy heterogéneas que registran variaciones tan amplias como las que pueden percibirse entre los gobiernos de Chile y Venezuela, para tomar como referencia los más distantes en sus posturas ideológicas, posiciones políticas y decisiones en cuanto a políticas públicas concretas.

«El contexto económico mundial no ayuda a los partidos gobernantes para la renovación de sus mandatos» Por un lado, es posible identificar a un conjunto de países crecientemente alineados en torno a cierto liderazgo del presidente Hugo Chávez, entre ellos se puede ubicar a Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, República Dominicana y Argentina. Caracterizados por un discurso y una práctica más populista, con una postura de fuerte crítica a Estados Unidos, reivindicando un socialismo del siglo XXI, con concepciones de democracia participativa que se pretende como etapa superior a la democracia representativa e impulsando programas de corte más estatista y con ciertas tendencias a la limitación del pluralismo político y social.

Por otro lado, es posible ubicar a los gobiernos de Chile, Uruguay y Brasil que se ajustan más a una concepción de izquierda cercana a los modelos socialdemócratas europeos, con una política económica más ortodoxa y de apertura al funcionamiento del mercado, sin cuestionamientos a los modelos de democracia representativa, mejores relaciones con el mundo desarrollado y sin limitaciones en materia de pluralismo político o social.

LA INCERTIDUMBRE DEL NUEVO CICLO

Pues bien, la interrogante política más relevante que se plantea es, entonces, si en este nuevo ciclo electoral, las alternativas de izquierda volverán a ratificar su predominio en la región o, por el contrario, se observará una modificación en la conducta electoral de la ciudadanía latinoamericana. Y, en caso de ocurrir un viraje ideológico, la siguiente interrogante, tan relevante como la anterior, consiste en establecer cuáles serían las características de las nuevas configuraciones de gobierno.

«Hasta ahora no aparecen opciones fuertes y propuestas definidas que permitan imaginar la presencia de actores políticos novedosos y que sustituyan a los actuales agrupamientos políticos gobernantes» En este sentido, el contexto económico mundial no ayuda a los partidos gobernantes para la renovación de sus mandatos. Es obvio que cuando la coyuntura económica se vuelve adversa, aunque la responsabilidad por sus efectos no sea directa de quienes ejercen los respectivos gobiernos, la ciudadanía tiende a manifestar su malestar buscando cambios políticos.

Sin embargo, los cambios económicos recién comienzan a expresarse y es sabido que la traslación de sus efectos al plano social lleva su tiempo, por lo que no necesariamente se producirá un efecto inmediato en el talante del electorado con respecto a estas circunstancias.

Los partidos de gobierno, pertenecientes a posiciones políticas de izquierda, intentarán trasmitir que las responsabilidades y culpas de la actual crisis son el resultado, justamente, de la aplicación de modelos y políticas propias de la derecha en el mundo desarrollado. Por otra parte, el tenor de las respuestas que emergen desde los gobiernos del mundo desarrollado, con su mayor énfasis proteccionista, podrían ser utilizadas como un argumento fuerte a favor de las posturas de los gobernantes de la izquierda latinoamericana.

De todos modos, la ocurrencia de una alternancia en la región que ponga en funciones de gobierno a fuerzas políticas sustitutivas de las formulaciones de izquierda que actualmente prevalecen, depende también de la capacidad de construcción de alternativas que posean los partidos y candidatos desafiantes. Hasta ahora, en muchos de los países latinoamericanos no aparecen opciones fuertes, candidaturas importantes y, sobre todo, propuestas definidas que permitan imaginar la presencia de actores políticos novedosos (sean de centro o de derecha) que sustituyan a los actuales agrupamientos políticos gobernantes, o que tengan capacidad de impulsar una nueva etapa política en la región.

LAS PRIMERAS PRUEBAS: CHILE Y URUGUAY

Sin embargo, en el caso de los primeros países que enfrentarán el nuevo ciclo electoral en la región, Chile y Uruguay, es posible visualizar incertidumbre sobre los resultados que se producirán a fines de 2009. Ambos casos presentan similitudes que hacen que sus respectivos veredictos sean más significativos. «La fortaleza del sistema de partidos ha permitido que frente a los partidos gobernantes se levanten alternativas desafiantes sólidas» En ambos países gobiernan partidos o coaliciones que deben ubicarse, sin duda, en el ala más moderada del continuo de los gobiernos de izquierda de la región.

En efecto, tanto la Concertación Democrática (más claramente) en Chile, como el Frente Amplio (menos consistentemente) en Uruguay, son ejemplos de las alternativas de izquierda en el gobierno pertenecientes a un talante más socialdemócrata. Por otro lado, se trata de países que han registrado performances económicas muy positivas en los últimos años. Son también los dos países que poseen señales más firmes de cultura política democrática en sus respectivas sociedades; cuentan además con partidos políticos fuertes y sólidos que han demostrado una gran capacidad de representación política.

Quizás la principal diferencia es que, mientras en Chile la Concertación Democrática intentará su quinto triunfo consecutivo cumpliendo dos décadas ininterrumpidas en el gobierno, en Uruguay el Frente Amplio habrá completado recién su primera gestión tras sólo cinco años de gobierno. En tal sentido, la Concertación en Chile da señales notorias y evidentes de desgaste y cansancio que no parecen contrarrestarse con éxito con su enorme bagaje de experiencia gubernamental. A su vez, el Frente Amplio en Uruguay, que no enfrenta un proceso de desgaste, sin embargo no parece estar resolviendo con eficacia el difícil trance de la sucesión en el gobierno y ha sufrido erosión en sus niveles de respaldo ciudadano.

En ambos casos, quizás a diferencia de otros países de la región, la fortaleza del sistema de partidos ha permitido que frente a los partidos gobernantes se levanten alternativas desafiantes sólidas y capaces de disputar el gobierno a quienes hoy lo ejercen. La candidatura de Sebastián Piñera en Chile con el apoyo de los viejos partidos de la derecha, Renovación Nacional y la UDI; y el Partido Nacional en Uruguay, con las opciones de Jorge Larrañaga y Luis Alberto Lacalle, se presentan como alternativas con vitalidad suficiente como para competir eficazmente en la lucha electoral de fines de este año. Más difícil es establecer cuáles serían las notas que caracterizarían a sus respectivos gobiernos en caso de triunfar.

EFECTO IMPORTANTE

En síntesis, estamos al comienzo de un nuevo ciclo electoral en América Latina cuyas dos primeras experiencias tendrán lugar a fines de este año en dos países con características similares. En ambos casos la incertidumbre sobre los resultados que habrán de producirse es el componente principal que se destaca en los respectivos panoramas políticos, lo que hace aun más apasionante el proceso electoral que se inicia.

Lo que resulta ineludible es que sus resultados tendrán un efecto importante sobre la sensación térmica del continente y sobre los procesos electorales que les seguirán en los demás países de la región.