cocaina1Para avanzar en la lucha contra el narcotráfico hay que reducir no sólo la distribución de la droga, sino también la venta de armas y su exportación a México, además de combatir el blanqueo de dinero desde Estados Unidos.

(Desde Monterrey) HACE MÁS DE UN SIGLO, Don Porfirio Díaz, presidente de México de 1876 a 1911, decía: «pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos». Su sentencia nunca ha dejado de tener vigencia en las interacciones entre los dos países. Precisamente, hoy, a escasos tres meses desde que Barack Obama subió al poder, las relaciones entre México y Estados Unidos están en su peor momento en las últimas cuatro décadas, a pesar de las sucesivas visitas de la Secretaria de Estado, Hillary Clinton a finales de marzo, seguida de Janet Napolitano y Eric Helder, respectivamente responsable de la Seguridad Interna y de la Justicia, y finalmente, el 16 de abril, del propio presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

DESENCUENTROS ENTRE VECINOS

Los desencuentros entre las dos naciones empezaron desde la propia independencia del país azteca. Basta recordar la pérdida de Texas (casi 800.000 km2) y a raíz del Tratado Guadalupe Hidalgo otros 2 millones de kms2 (California, Arizona, Nevada, Utah, parte de Colorado, Nuevo México y Wyoming). Además, tanto en 1914 como en 1917, el país del norte ocupó su vecino sureño.

«A pesar de una relación económica intensa con Estados Unidos que le impone una frontera común de casi 3.200 kilómetros, México ha siempre enfatizado una política exterior independiente»Numerosos embajadores norteamericanos actuaron como en un país conquistado, como lo hizo Henry Lane Wilson que firmó junto con Victoriano Huerta y Félix Díaz, el Pacto de la Embajada que conllevó al derrocamiento y asesinato del presidente Francisco I. Madero o recientemente las reiteradas injerencias de John Dimitri Negroponte, en los asuntos internos mexicanos.

UNA ORIENTACIÓN AMBIGUA

Esta relación conflictiva permite entender que desde la Revolución mexicana, los sucesivos gobiernos han optado por enfatizar el Derecho Internacional como dique frente a la hegemonía estadounidense. La posición de México fincada en la defensa y promoción de los principios como la no-intervención, la autodeterminación, la igualdad jurídica de los Estados, la proscripción del uso o amenaza de la fuerza y la solución pacífica de las controversias, responden a este temor permanente de la nación azteca frente a su gran vecino, que se conduce sobre las bases del poder.

A pesar de una relación económica intensa con Estados Unidos que le impone una frontera común de casi 3.200 kilómetros, México ha siempre enfatizado una política exterior independiente basada en sus principios fundamentales de su diplomacia.

«La base del nacionalismo mexicano fue una orientación anti-norteamericana que permitió aglutinar a todas las fuerzas del país»

Esta posición ha llevado a México a oponerse en muchos foros a Estados Unidos, particularmente en la década de los años setenta cuando el presidente Luis Echeverría Álvarez gobernó al país. Inclusive, la Casa Blanca acusó al líder mexicano de tener una orientación comunista por su apoyo a las causas del Tercer Mundo.

Durante todo este periodo, la base del nacionalismo mexicano fue una orientación anti-norteamericana que permitió aglutinar a todas las fuerzas del país, a pesar que económicamente la dependencia hacia Estados Unidos se aceleró cada vez más.

A partir de la administración de Carlos Salinas de Gortari, la opción mexicana fue insertarse aún más en la economía estadounidense con el Tratado de Libre Comercio que eliminó la actitud crítica del país azteca hacia su vecino septentrional. Inclusive durante el sexenio de Vicente Fox, se trató de optar por una adhesión total a la política norteamericana, que el atentado del 11 de septiembre de 2001 y la guerra contra el terror del presidente Bush, lo obstaculizaron.

A esta historia de desencuentros se vienen a sumar los recientes enfrentamientos entre ambos gobiernos que van desde las declaraciones, por parte de Estados Unidos, de que México es un «Estado Fallido» en el que amplias zonas del territorio nacional están fuera del alcance de las autoridades mexicanas, hasta la prohibición para que los camioneros mexicanos de circular en territorio estadounidense, violentando los acuerdos establecidos en el TLCAN, además mención especial merece los temas del narcotráfico y la migración los cuales son, sin lugar a dudas, el talón de Aquiles para ambas administraciones.

GUERRA DE DECLARACIONES

El alto nivel de tensión entre México y la nueva administración norteamericana puede ser fechado a partir del 2 de septiembre del 2008, cuando el presidente Felipe Calderón, por el temor de un regreso a una política proteccionista de parte de Obama, apoyó abiertamente la candidatura del republicano Mc Cain, quien tenía en este momento una clara ventaja sobre su rival demócrata. Este error diplomático de expresar una simpatía abiertamente a uno de los dos candidatos, está implícitamente detrás de los primeros ataques contra la política mexicana. Además, el fracaso en la lucha contra el narcotráfico y el incremento del número de víctimas vulneraron a la administración panista.

El 25 de noviembre de 2008, en un documento oficial «Joint Operating Environment 2008», el nuevo equipo demócrata caracteriza a México como un país «al borde del desastre y de la ingobernabilidad» y lo compara a Pakistán. El siguiente mes, la revista Forbes retoma la idea y califica a nuestro país de «Estado Fallido». Después de asumir el cargo el 20 de enero de 2009, la administración Obama retoma las mismas ideas expresadas por su gabinete provisional.

El 11 de febrero de 2009, el director nacional de Inteligencia de Estados Unidos, Denis Blair, menciona la existencia de los «arcos de inestabilidad» en México y en Asia y retoma el concepto de «Estado fallido», además de hablar de la existencia de regiones sin gobernabilidad. Además de estos ataques contra la administración Calderón, el propio Senado norteamericano, reduce, el 10 de marzo, de 450 a 300 millones de dólares, el apoyo previsto por la Iniciativa Mérida y rechaza la apertura de las fronteras norteamericanas a los transportistas mexicanos, limitando su entrada a solamente 30 millas dentro de las fronteras. El día siguiente, la revista Forbes publica la lista de hombres más ricos del mundo e incluye al «Chapo» Guzmán en el número 701 con más de mil millones de dólares en su haber. Esta nominación, muy polémica, plantea varias preguntas: ¿se sabe en Estados Unidos, realmente la riqueza de un narcotraficante? Si la respuesta es afirmativa, entonces, tanto el blanqueo del dinero como sus propias cuentas gozan de una protección de alto nivel en el vecino del norte. Si la respuesta es negativa, esto significa que la revista contribuye a esta campaña anti-mexicana.

«El nombramiento del cubano-estadounidense Carlos Pascual, como representante de Washington, no fue muy acertada»

Frente a estas campañas claramente orquestadas, el presidente Felipe Calderón, el 12 de marzo, en un discurso poco diplomático y violento, contra-ataca y acusa a los Estados Unidos de inmovilismo y de apoyar, indirectamente, a la narco-violencia con el armamento norteamericano. Cuatro días después, casi 90 productos estadounidenses se ven sancionados con un arancel violando el Tratado de Libre Comercio, pero como respuesta a las medidas de Washington de limitar el transporte carretero mexicano.

La dura posición del ejecutivo mexicano obliga a la Casa Blanca a reaccionar y anunciar no solamente la visita de la Secretaria de Estado norteamericano, sino también de Janet Napolitano, Eric Holder y del propio Barack Obama.

DROGA Y CORRUPCIÓN

El balance de estas visitas es ambiguo. Con la visita de Hillary Clinton, se anuncia también finalmente el nombramiento de un Embajador a México, que durante dos meses estuvo a cargo de un encargado de negocios.

Tradicionalmente, la primera decisión de los Secretarios de Estado norteamericanos, es designar los dos embajadores de sus aliados del Tratado de Libre Comercio, pero en esta ocasión México fue relegado por casi 10 semanas.

«Corrupción en todos los niveles de gobierno, tráfico de armas, permisibilidad de las autoridades fronterizas, lavado de dinero, son todos, aspectos que deben trabajarse si es que se quiere avanzar en este asunto»

Además, el nombramiento del cubano-estadounidense Carlos Pascual, como representante de Washington, no fue muy acertada, sino que al contrario refuerza la idea que del otro lado del Río Grande, se ve a nuestro país como un Estado fracasado.

En efecto, el diplomático norteamericano fue, antes de su llegada a México, vicepresidente y director de estudios de política exterior en el Instituto Brookings y es considerado como experto en «Estados fallidos».

Por otra parte, tanto Clinton como Obama, a pesar de aceptar que el problema de la droga es también un asunto norteamericano, no pudieron comprometerse en la cuestión del armamento por las leyes norteamericanas. Inclusive, el propio presidente estadounidense declaró claramente que la segunda enmienda a la Constitución de su país, establece el derecho de los ciudadanos a protegerse personalmente, es decir a comprar armas, incluyendo a las de alto poder, consideradas en México de uso exclusivo del ejército. Además, el lobby de las armas uno de los más poderosos en Estados Unidos.

LA PRESIÓN DE LOS GRUPOS DE PRESIÓN

Así, tanto el grupo de presión de los transportistas como el de las armas, los dos con mayor influencia en política interna después del de los jubilados, han impuesto sus deseos a la Casa Blanca.

«La cuestión de la drogas y de la corrupción, no es un asunto exclusivo de México»

Recientemente, la propia Secretaria de Estado norteamericano, contradiciendo su posición durante su visita a México, enfatizó que las armas norteamericanas representan solamente una pequeña parte del armamento de los narco-traficantes que se reciben sobre todo de los propios mexicanos y en particular de los ex agentes judiciales o ex militares, y del contrabando de China.

También se hizo hincapié en la corrupción existente en México como el principal factor que impide la lucha eficaz contra el narcotráfico.

Hoy pareciera que el tema del narcotráfico se ha convertido en la «bola de ping pong» que va de un lado a otra de la frontera. Para el gobierno norteamericano es un hecho la «incompetencia» del Estado mexicano para desarticular los cárteles de la droga, en tanto que el gobierno mexicano ha señalado la falta de acción por parte de sus vecinos para combatir el consumo. Si se continúa viendo el problema del narcotráfico como un asunto centrado en términos de oferta y demanda difícilmente se podrá encontrar una salida a éste, pues es un asunto mucho más complejo.

Corrupción en todos los niveles de gobierno, tráfico de armas, permisibilidad de las autoridades fronterizas, lavado de dinero, son todos, aspectos que deben trabajarse si es que se quiere avanzar en este asunto.

La cuestión de la drogas y de la corrupción, no es un asunto exclusivo de México. Ya en la década de los años ochenta, la compañía de cigarros, R.J. Reynolds, radicada en Winston-Salem, North Carolina, fue implicada en el lavado de dinero del narcotráfico. También en el mismo periodo, el propio gobierno estadounidense participaba del tráfico de droga.

«Para una lucha más acertada, le falta a México un enfoque más regional del combate incluyendo no solamente a los Estados Unidos, sino a Colombia y Guatemala»

Durante los años 80, Barry Seal, quien ocasionalmente trabajaba como agente del gobierno norteamericano, encabezó una operación de narcotráfico que traspasó a Estados Unidos una gran cantidad de droga, estimada en 5 mil millones de dólares, proveniente de América Latina, a través de un aeropuerto en Mena, Arkansas. Esta operación tenía la protección de los más altos niveles políticos de Washington, en particular en el Consejo Nacional de Seguridad, bajo la dirección de George H. W. Bush, y del que formaba parte Oliver North.

«En Estados Unidos, contrariamente que México en donde prevalecen los cárteles por las grandes cantidades de transporte de la droga, existen centenares de grupos, a lo largo de la frontera para su distribución»

Estos casos fueron los más sonados en su momento, pero muestran claramente que el dinero de la droga ha servido a todos los fines, incluyendo los políticos del más alto nivel.

UN TRABAJO CONSTRUCTIVO

El clima de crítica y de reproches mutuos, no permite una actuación integrada de los países para lucha contra un fenómeno que rebasa las fronteras nacionales.

Para una lucha más acertada, le falta a México un enfoque más regional del combate incluyendo no solamente a los Estados Unidos, sino a los países productores como Colombia o de paso, como Guatemala. Además, en lugar de un ataque frontal, el combate debe centrarse más al blanqueo del dinero y a las fuentes de financiamiento y sobre todo a la corrupción de los cuerpos policíacos.

«Solamente con una consciencia que la problemática del narcotráfico es un asunto hemisférico y una responsabilidad de todos, la lucha contra este cáncer social puede ser más efectiva.»

En Estados Unidos, contrariamente que México en donde prevalecen los cárteles por las grandes cantidades de transporte de la droga, existen centenares de «gangs», de grupos, a lo largo de la frontera para su distribución al menudeo. Sin embargo, no hay ninguna política concreta del país para reducir la distribución o la venta de narcóticos. La propia Napolitano reconocía que 200 ciudades están bajo el control de los traficantes.

Sin una política claramente dirigida a controlar la distribución de la droga, pero también de la venta de armas y su exportación a México y del blanqueo del dinero, los esfuerzos de México serán vanos.

Solamente con una consciencia que la problemática del narcotráfico es un asunto hemisférico y una responsabilidad de todos, la lucha contra este cáncer social puede ser más efectiva.