barackobamariz100El presidente de Estados Unidos ha sorteado sus primeros días en el gobierno con gran éxito. Él mismo se ha encargado de definirlo mejor que nadie: «Tengo confianza en el futuro, pero no estoy contento con el presente».

(Desde Santiago de Chile) LA EXPRESIÓN, que se utiliza a través del mundo, que los gobernantes electos democráticamente disponen de una especie de periodo de gracia de 100 días para contar con amplio apoyo para sus propuestas electorales, se originó en Estados Unidos.

Ocurrió en el curso de una crisis económica superior a la actual. También había mucha esperanza en el cambio. Comenzó en la década del treinta del siglo pasado con uno de los héroes políticos de Obama, Franklin Delano Rossevelt.

De ahí la comparación y por supuesto, la meta que se autoimpuso y que lo impusieron los medios a nivel internacional, donde se contabilizaban día a día, avances y retrocesos en relación a las mas de 500 promesas hechas en el curso de una campaña electoral de dos años de duración.

ALTO CUMPLIMIENTO

Si uno sigue ese camino, en general el cumplimiento ha sido alto, y a modo de ejemplo podemos señalar un cronograma para la salida de las tropas de Irak (aunque con un plazo más cercano al último de Bush que al original de Obama), el todavía no materializado cierre de Guantánamo, la abolición de los métodos de tortura, el refuerzo del frente afgano, la autorización de la investigación con células madres, la limitación del lobby, el diálogo con adversarios a nivel internacional, y una posición firme con las empresas y ejecutivos que están todavía en actividad gracias a dineros públicos (la petición de renuncia al presidente de General Motors, nada menos).

Por cierto, la realidad política le demostró que no podía concretar otras que han sido rotas, o al menos han quedado pendientes, tales como el reconocimiento del genocidio armenio y el recorte de impuestos para ancianos. Tampoco pudo impedir que Corea del Norte reiniciara sus operaciones nucleares.

LA JUSTICIA POR ENCIMA DE TODO

Sin embargo, y a su haber hizo algo que nadie esperaba y que probablemente no había hecho ningún otro mandatario antes: la autodenuncia detallada de los métodos de tortura, dejando en claro para quienes quisieran leer entre líneas, quienes daban las órdenes o al menos el visto bueno, al mas alto nivel político, y que le va a dar argumentos a quienes, como el juez español Baltasar Garzón, creen en una justicia universal (siempre y cuando no se aplique al pasado cercano español, para algunos o muchos peninsulares).

Sin embargo, esta contabilidad de suma y debe no nos conduce a otra parte que constatar algo que todos sabemos: que Obama es un político honesto, serio y de alto compromiso ético.

Las claves van por otro lado y creo que explican el altísimo nivel de aprobación y satisfacción popular, que incluye la transformación de Michelle Obama, en un modelo de primera dama.

SIEMPRE CON LA VERDAD

En primer lugar, yo mencionaría el hecho que sigue siendo un político que habla en forma directa y hasta el momento, siempre con la verdad, sin ocultar problemas ni inflar éxitos.

Es decir, entender lo básico: que la gente es en general lo suficientemente inteligente para formarse por sí misma una opinión.

En segundo lugar, en estos cien días, por rara vez en la historia de Estados Unidos, el color de su presidente no ha sido determinante, lo que de mantenerse y extenderse hacia la sociedad, expresaría un legado importantísimo.

En tercer lugar, en el terreno de lo simbólico, no hay duda que ha existido un cambio profundo en la percepción internacional de Estados Unidos, entre aliados y adversarios, y aún más importante, a nivel interno, hay confianza y optimismo en su país.

En cuarto lugar, estos cien días han presenciado un virtual colapso republicano, reflejado en el paso al partido Demócrata de Alan Spector, uno de los más antiguos legisladores republicanos lo que aumenta las posibilidades que la oposición no le pueda obstruir su agenda legislativa, ya que le falta solo un senador para esa meta. Aunque por cierto, es difícil que en los 1360 días que le restan a su administración, los republicanos no se rearmen, sobre todo existiendo elecciones intermedias.

LA RECESIÓN ETERNA

Sin embargo, hasta ahora no hemos mencionado la palabra clave: la Economía. En efecto, Estados Unidos ha avanzado, pero (con el desprestigio de los economistas), nadie sabe cuándo va a salir de la recesión. Ha hecho mucho y ha gastado fabulosas cantidades de dinero público, pero todavía no está clara la efectividad de esas decisiones, para Estados Unidos y el resto del mundo.

No importa cuan bien o mal lo haga en política exterior y otros ámbitos, casi exclusivamente la economía va a definir el éxito y el fracaso de su gobierno, y por ahora, no hay antecedentes en uno u otro sentido, salvo la confirmación de cuan profunda es la crisis, y cuan dolorosa va a ser la recuperación.

UN BALANCE MUY FAVORABLE

En resumen, un balance ampliamente favorable a Obama, el reforzamiento de su carisma, la demostración que puede dar el salto de político a estadista, un amplio apoyo de buena voluntad y de credibilidad, en Estados Unidos y en el resto del mundo, y un clima de optimismo y de confianza que es un activo mayúsculo en periodos de crisis.

A mi me ha demostrado que ha sorteado con éxito lo que consideraba que iba a ser su mayor peligro en el gobierno: el exceso de expectativas o «obamanía», y quien mejor ha definido estos cien días es el propio habitante de la Casa Blanca: «Tengo confianza en el futuro, pero no estoy contento con el presente».