iranverde1Después de la Revolución Naranja, de la Rosa y de la del Tulipán parece haber llegado el tiempo de la «Revolución Verde» a Irán, color que representa al Islam y, quien sabe, quizás sea la primera verdaderamente democrática en un país musulmán.

(Desde Londres) CUANDO SHIRIN EBADI recogió el Premio Nóbel en 2003 se identificó a sí misma como «iraní, descendiente de Ciro el Grande. El emperador que hace 2500 años proclamó sobre el pináculo que no reinaría sobre aquellos que no le quisieran como mandatario». Si el Presidente Ahmadineyad se considerara descendiente de Ciro el Grande estaría muy claro qué tendría que hacer. Sin embargo, el recientemente reelegido presidente de Irán parece que o bien no conoce su propia historia o bien no la respeta.

«Musaví es originario del Azerbaiyán iraní, la región donde han surgido buena parte de las revueltas populares en Irán. Musaví tiene experiencia como gobernante ya que fue primer ministro en los años ochentas, en los años de la Guerra Irak-Irán, lo que le convierte en un héroe nacional»

Sin embargo, la población de Irán parece estar dispuesta a obligar a Ahmadineyad a seguir el ejemplo de Ciro el Grande y al grito de «este no es mi voto», cientos de miles de iraníes han tomado las calles de Teherán para demostrar que ese 65 por ciento de votos, que Ahmadineyad se atribuye, no le pertenecen.

LOS INDICIOS

En realidad resulta complicado creer que la candidatura de Ahmadineyad pueda ser la vencedora de las elecciones presidenciales. Un presidente que ha empeorado aún más la imagen internacional y que ha dividido a su propio pueblo, en pocas y extrañas ocasiones es reelegido como mandatario. Existe un cúmulo de indicios que nos llevan a pensar que las elecciones no han sido limpias:

LA ALTÍSIMA PARTICIPACIÓN

«Con la única excepción de los excéntricos aliados del presidente Ahmadineyad, la mayor parte de la comunidad internacional ha mostrado su apoyo a las opciones más liberales»

Colas, papeletas agotadas, extensión de los horarios de votación, etc…. Todo valía para demostrar a la línea más dura del régimen que la población iraní, una de las más jóvenes del mundo, apostaba por un cambio tranquilo. Parece claro que la alta participación no favorecía al presidente Ahmadineyad y un 85 por ciento resulta demasiado elevada.

PARTICIPACIÓN DE LOS REFORMISTAS

Al contrario de lo que ocurrió en 2005, los reformistas decidieron participar en las elecciones. El freno constitucional que en 2005 impidió a Jatamí presentarse a las elecciones no pudo frenar a las candidaturas más aperturistas. El hecho de que Jatami se retirara de la carrera presidencial no sólo no supuso el fin de las opciones más liberales sino que las concentró en el «Frente de Participación». Incluso el ex presidente iraní mostró su apoyo al candidato Musaví aunque de forma velada para evitar la acción de las fuerzas revolucionarias.

MUSAVI COMO CANDIDATO ALTERNATIVO

«Con estos elementos parece lógico pensar que las elecciones fueron cuanto menos irregulares, aunque bien podría decirse abiertamente que fueron un fraude. Sin embargo, en algunas ocasiones, como en Georgia, Serbia o Ucrania, este tipo de prácticas no es más que el principio del fin del gobernante que las comete»

El que fuera primer ministro de Irán tenía todas las condiciones para arrebatar el poder a Ahmadineyad. Musaví es originario del Azerbaiyán iraní, la región donde han surgido buena parte de las revueltas populares en Irán. Musaví tiene experiencia como gobernante ya que fue primer ministro en los años ochentas, en los años de la Guerra Irak-Irán, lo que le convierte en un héroe nacional. Esta condición le otorgaba un plus de legitimidad frente un Ahmadineyad que está fuertemente cuestionado.

APOYO DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

Con la única excepción de los excéntricos aliados del presidente Ahmadineyad, la mayor parte de la comunidad internacional ha mostrado su apoyo a las opciones más liberales. En el caso de la nueva administración norteamericana, los mensajes de conciliación del presidente Obama (Novruz y El Cairo) bien merecían una holgada victoria del candidato reformista Musaví. La población iraní, harta de sufrir falta de libertades, parece reclamar una apertura que si se confirman los resultados no se producirá.

IRREGULARIDADES ELECTORALES

Otro de los elementos que nos hacen sospechar de la limpieza de las elecciones es la rapidez con la que se ha producido el recuento. Sin entrar en otros detalles, como la prohibición de sondeos electorales o el cierre de los medios de comunicación leales a Musaví, la oposición ha denunciado multitud de irregularidades en el recuento de las papeletas electorales. Probablemente, esta ayuda ha permitido a Ahmadineyad, el presidente que fue elegido con el menor porcentaje de voto de la historia de Irán, ser declarado vencedor sin la celebración de una segunda ronda.

OBSTÁCULOS PARA LA PRENSA

«A modo de conclusión cabe preguntarse si Ahmadineyad habrá descubierto ya que el pueblo de Irán no quiere ser gobernado por aquel mandatario que sea rechazado por los iraníes. Las manifestaciones de tiñen Teherán de verde indican que hace falta un cambio»

Tanto la prensa extranjera como la nacional han tenido que esquivar múltiples obstáculos para cubrir las elecciones iraníes. En lo que a los reporteros extranjeros se refiere, la concesión de visados ha sido tarea cuasi imposible mientras que los iraníes han sido perseguidos y reprimidos con gran dureza. Los visados, que fueron concedidos para una semana no van a ser renovados y los periodistas iraníes que cuestionan el establishment están siendo detenidos por las fuerzas revolucionarios.

HACE FALTA UN CAMBIO

Con estos elementos parece lógico pensar que las elecciones fueron cuanto menos irregulares, aunque bien podría decirse abiertamente que fueron un fraude. Sin embargo, en algunas ocasiones, como en Georgia, Serbia o Ucrania, este tipo de prácticas no es más que el principio del fin del gobernante que las comete. La gran movilización popular, la atención mediática internacional y la dureza de la represión post-electoral bien nos recuerda a otros casos que han sido calificados como «Revolución de Colores». Después de la Revolución Naranja, de la Rosa y de la del Tulipán parece haber llegado el tiempo de la «Revolución Verde» color que representa al Islam y, quien sabe, quizás sea la primera verdaderamente democrática en un país musulmán.

A modo de conclusión cabe preguntarse si Ahmadineyad habrá descubierto ya que el pueblo de Irán no quiere ser gobernado por aquel mandatario que sea rechazado por los iraníes. Las manifestaciones de tiñen Teherán de verde indican que hace falta un cambio.