obama-chinaEl diálogo que celebran China y EEUU los días 27 y 28 de Julio en Washington estrena un nuevo formato, más amplio, ya que no solo incluye en su agenda asuntos económicos sino también de orden estratégico global. La representación de ambas partes también refleja un mayor nivel. Barack Obama pronunciará un discurso al inicio y se reunirá con la delegación china al final de los encuentros. El nuevo modelo supone una mejora de status respecto al Diálogo Estratégico Económico de la era Bush, que desarrolló un total de cinco rondas, y fue pactado por Obama y Hu Jintao en el pasado abril en Londres.

El formato para la definición de una ambiciosa estrategia integral y de largo plazo en las relaciones bilaterales fue largamente perseguido por China, más cómoda en dichos planteamientos, y EEUU, acostumbrado a contextos más tácticos y de compromisos más puntuales, deberá realizar un esfuerzo de acomodo. La elevación de la categoría de los encuentros también es del gusto chino ya que supone el reconocimiento de la importancia y trascendencia de esta relación, que no admite parangón similar con ningún otro estado, lo que viene a sentenciar el carácter notablemente singular de su diálogo. Siempre temeroso de los cambios de administración en Washington, especialmente ante el arribo de los demócratas, esta vez Beijing ha logrado transformar el desafío en una oportunidad y mejorar significativamente el nivel de partida.

En los días previos, China ha dado a conocer su agenda. Entre los temas, cabe significar la prevención de actividades dirigidas contra China desde territorio estadounidense, en clara alusión a los incidentes de Xinjiang del pasado 5 de Julio y el apoyo que en EEUU recibe el Congreso Mundial Uigur y Rebiya Kadeer, residente en este país; o la seguridad de las inversiones chinas en EEUU y la exigencia a Washington de políticas económicas responsables para mantener la estabilidad del dólar. China es el principal acreedor de bonos del Tesoro de EEUU (801.500 millones de dólares a finales de mayo) y la caída del dólar podría dañar seriamente el valor de sus activos. Ello quiere decir que las garantías ofrecidas por el secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner, en su visita de Junio a China no se consideran suficientes.

Las relaciones económicas bilaterales son un asunto clave para ambos: la recuperación, el proteccionismo comercial, la reforma del orden financiero mundial, la diversificación del sistema monetario internacional, el déficit presupuestario y sus implicaciones globales, la cooperación en el sector energético. Otros temas como la seguridad alimentaria y la seguridad de los productos, el cambio climático y el calentamiento global, también figuran entre los temas a tratar. En ninguno de ellos cabe esperar, por el momento, algo más que la simple puesta a punto, dejando los compromisos concretos para una ocasión posterior, una vez fijados de común acuerdo los procedimientos de actuación.

Además de la evolución de las relaciones bilaterales, los asuntos regionales y de alcance internacional también estarán sobre la mesa y, entre ellos, el primero, el litigio nuclear norcoreano, actualmente sin perspectivas de solución y con el diálogo hexagonal, la principal apuesta china, en entredicho.

El contexto global en que se desarrolla este diálogo incide en el empeño de EEUU de retomar la senda del liderazgo global, apostando en firme por la recuperación del terreno perdido durante la era Bush, en una señal que pudiera entenderse como la vuelta a una política de contención de China. Así, mientras los reajustes introducidos en la política exterior estadounidense apuntan al reforzamiento de su presencia en Asia Central (Kirguizistán), meridional (India) y el Sudeste asiático, tal como quedó reflejado en la reciente cumbre de los países de la ANSEA, aumentan las voces que reclaman a China una disposición mayor para dirigir los destinos de un continente, Asia, donde no solo es ya la primera región económica sino muy pronto también la mayor economía