plaza-de-la-revolucion¿Porqué citar y reproducir el texto “Recuerdo cubano” del muy conocido intelectual don Roger Bartra. Por una razón muy especial: la persona a la que alude soy yo. En lo personal, me impresiona enormemente enterarme de algo que ocurrió en Cuba hace 31 años con un ensayo mío.

Por cierto, hasta que hace poco tiempo, una amiga venezolana, compañera de estudios de posgrado en Essex, Inglaterra, me hiciera llegar una reproducción de esa publicación, nunca supe que había pasado con mi ensayo.

Quedé de una pieza al enterarme de lo que pasó. Por ello, quiero compartir con Uds. a través del espacio que siempre me ha ofrecido con generosidad Safe-Democracy, lo que ocurrió hace tanto tiempo.

Más allá de lo que uno piense de Cuba y de su sistema político y económico, es una demostración de una lección de vida: la verdad siempre termina por conocerse, no importa cuanto tiempo pase. Por lo demás, lo que se relata a continuación no solo refleja el ambiente ideológico que imperaba en Cuba, sino sobre todo es una muy buena ilustración de lo que tenía lugar durante la hoy desaparecida Guerra Fría.

Ahora el texto del Profesor Bartra.

“Me sorprendió un poco que me invitaran a formar parte del Jurado del Premio Casa de las Américas en 1978. Yo vivía en esa época en Paris y mi fe en la revolución cubana se había extinguido hacía mucho tiempo. Pero lo que no se había extinguido era mi curiosidad política. Nunca había estado en Cuba y tenía interés en ver con mis propios ojos el fenómeno político que hacía años había encendido la imaginación de tantos latinoamericanos. Así que acepté hacer el largo viaje a La Habana en enero de 1978. Desde el comienzo recibieron a los jurados como si fuésemos altos dignatarios, protegidos por soldados y trasladados en autobuses que circulaban por la mitad de la carretera obligando a todo el tráfico a apartarse a nuestro paso. Nos recluyeron los primeros días en un lugar aislado de la sierra de Escambray, en el hotel Hanabanilla, al lado de un tranquilo lago. Allí tendríamos todo el día para leer los manuscritos. Mis compañeros en el jurado de ensayo fueron el historiador venezolano Federico Brito Figueroa, el sociólogo ecuatoriano Agustín Cueva y el profesor Alberto Prieto de la Universidad de la Habana. El mejor de los ensayos propuestos fue sin duda, de lejos, el escrito por el chileno Ricardo Israel Z. titulado “Chile: un caso de fascismo dependiente”. Pero en su texto citaba a Trotsky para hacer una crítica de sus interpretaciones del fascismo. El profesor cubano nos advirtió que no podría ser premiado un ensayo que mencionara a Trotsky sin denunciarlo como traidor y agente de las potencias imperialistas. Yo defendí el ensayo de Ricardo Israel abiertamente. Brito y Cueva me apoyaron. Las discusiones fueron interminables y absurdas. Nada conmovía el dogmatismo del cubano, que seguía la línea oficial.

De regreso en La Habana, Agustín Cueva y yo nos reunimos a comer con Fernando Retamar y Mario Benedetti (escritores y funcionarios de Casa de las Américas) para protestar e intentar convencerlos. No hubo nada que hacer, no los persuadimos. Nos explicaron, además, que la votación final para aprobar cada premio, en los diferentes rubros (poesía, novela, etc) se haría en sesión plenaria de todo el jurado, y allí no tendríamos ninguna posibilidad de que nos apoyasen. Aunque la mayoría de los jurados de ensayo propusiese premiar al chileno, no pasaría en la votación final si los cubanos se oponían. Haydé Santamaría , la directora de la Casa de las Américas, rechazó también la posibilidad de premiar un ensayo que citase a Trotsky, aunque fuese para criticarlo. Lo único que se logró fue que el premio de ensayo de ese año fuese declarado desierto.

«Nunca más quise volver a Cuba”
Hasta ahí el Recuerdo cubano del afamado profesor Bartra.

Mi desilusión personal con gente cuya obra admiro como el fallecido Mario Benedetti es grande, pero más allá de eso, la pregunta general es una sola: ¿cuánto han cambiado las cosas en Cuba?, al menos en ese aspecto.