honduras_flagEn efecto, si quisiera dispararse en el pie, el gobierno de facto no lo habría hecho mejor, lo que hace difícil la comprensión de porqué decidió acciones tales como asediar la embajada de Brasil, declarar un virtual Estado de Sitio, expulsar a estadounidenses , y acciones similares, que parecen una respuesta desproporcionada a la llegada de Zelaya a la legación diplomática brasileña.

Lo que hace también difícil de entender las decisiones del gobierno de Micheletti, es que ya tiene evidencia suficiente que las formas con las que se actúa son relevantes e importantes. Así ocurrió con la expulsión de Zelaya hacia la vecina Costa Rica, a pesar que la constitución prohibía ese hecho, y que el gobierno de facto contaba con el respaldo del legislativo, del poder judicial, de las fuerzas armadas, de la Iglesia Católica y de los principales candidatos presidenciales. Probablemente, con ese tipo de apoyo lo pudo haber sometido a un proceso político y no a una expulsión donde la imagen a medio vestir impactó a la comunidad internacional, sobre todo, si la actual generación que dirige a la mayoría de las naciones latinoamericanas, fueron víctimas de las dictaduras de los 70’s y 80’s, y todavía recordaban la imagen del presidente Belaunde abordando un avión en ropa interior en los 60’s.

Por ello, si ya tenían la evidencia que el impacto internacional se debió fundamentalmente a la forma, ¿por qué están tropezando nuevamente con la misma piedra?

Así es. Los hechos actuales tienen lugar en los mismos días que se lleva a cabo la Asamblea General de las Naciones Unidas, internacionalizando aún más un tema que había sido fundamentalmente de la región.
En segundo lugar, enfrentan a un país tan más importante como es Brasil ( mucho más que la débil OEA) donde no tienen nada que ganar, sobre todo, porque la diplomacia brasileña se caracteriza por una acción mas bien de compromiso que de confrontación (seguramente fueron sorprendidos por la acción de Zelaya) , y donde tradicionalmente nunca utilizan todo el poder a su alcance. En otras palabras, están provocando a un toro.

En tercer lugar, eligieron el momento menos oportuno desde el punto de vista de EE.UU., ya que obligan a distanciarse aún más al gobierno de Obama, cuando todo indicaba que querían una salida negociada, toda vez, que la oposición republicana le tiene detenido en el senado nombramientos tan importantes como los del encargado para asuntos latinoamericanos y del embajador en Brasil, precisamente por la posición pro-Zelaya que había tomado Washington.

En cuarto lugar, la suspensión de garantías constitucionales, el cierre de medios de comunicación, a quien perjudica más es a los candidatos presidenciales, lo que termina enterrando la estrategia que siempre había propuesto Micheletti, en el sentido que las elecciones presidenciales iban a terminar por ser aceptadas , tarde o temprano , por la comunidad internacional.

Ahora, con las garantías interrumpidas, va a ser difícil presentar a esas elecciones como transparentes, por mucho, que los candidatos con posibilidades hayan apoyado la deposición de Zelaya.

Por lo demás, todo esto tiene lugar en una situación donde efectivamente habían existido movilizaciones a favor del presidente depuesto y alteraciones del orden público, pero nada, absolutamente nada que pusiera en peligro la continuación de un ejecutivo que todavía tenía a su disposición a la fuerza pública, y recibía el apoyo de los poderes legislativos y judicial.

Por lo tanto, ¿porqué actuó de la forma como lo ha hecho a partir del ingreso de Zelaya a la embajada brasileña? Sobre todo, que después de las víctimas, el mayor perjudicado está resultando ser el gobierno que ordenó estas medidas represivas.

A mi juicio la explicación es una sola y tiene que ver con las Fuerzas Armadas. Por cierto, que los altos mandos participaron en la caída de Zelaya, y probablemente lo que los motivó sobre cualquier otro motivo fue el factor Chávez, e incluso la expulsión del depuesto presidente, tuvo que ver con la experiencia del venezolano, donde pudo contraatacar desde su detención y recuperar el poder cuando se le dio el Golpe de Estado.

Sin embargo, lo que ha caracterizado a partir de los 90’s a las Fuerzas Armadas de la región, es que en las crisis políticas y sociales que se han vivido, por sobre todo han puesto en el primer lugar de las prioridades a la gobernabilidad y a la estabilidad. En otras palabras, crisis que en décadas pasadas llevaron a golpes de estado, han recibido una solución institucional, con el pleno respaldo de las instituciones armadas. Así ocurrió con tres presidentes ecuatorianos, varios bolivianos, con De la Rúa en Argentina, solo por mencionar a algunos.

No hay duda que la situación en Honduras se había empantanado, una especie de equilibrio catastrófico, ya que por un lado el gobierno de facto no lograba ningún reconocimiento internacional y se empezaban a abrir fantasmas de aislamiento y embargos, mientras que por su parte, hasta su ingreso a la embajada brasileña, Zelaya no lograba mínimos apoyos internos como para poner en aprietos al gobierno de facto en la propia Honduras. De allí surgieron ideas y propuestas de negociaciones, después del fracaso de la OEA y del presidente Arias de Costa Rica.

Sin embargo ¿por qué repentinamente se pateó el tablero por parte del gobierno de Micheletti?
Y la respuesta, creo que se encuentra en Fuerzas Armadas que estaban empezando a preocuparse por la gobernabilidad y estabilidad futura de su país y por no ver solución pronta a la crisis política que amenazaba en transformarse en económica, también.

Por ello, la única forma de entender decisones como las que hemos presenciado de interrupción de garantías constitucionales y de confrontación con Brasil, donde nada puede ganar un país como Honduras, es una acción para comprometer en esas actuaciones a mandos de fuerzas armadas que empezaban a dudar de lo que estaba pasando y de las consecuencias para el país.

¿Tendrá éxito el gobierno de Micheletti? Todo indica que no. Al contrario, en las inevitables negociaciones, su posición va a ser mucho más débil de lo que era antes de estas desafortunadas, casi desesperadas decisiones, ya que antes del ingreso de Zelaya a la embajada de Brasil, el tiempo parecía correr a su favor.
Ahora no. Y tratar de comprometer a las fuerzas armadas, quizás lo que logre sea exactamente lo contrario, es decir, que este sector en vez de ver a Zelaya como el que estaba subvirtiendo la estabilidad y gobernabilidad del país, empiece a ver al gobierno de facto como el problema y no la solución.

Queda eso sí un problema a resolver para las fuerzas armadas, y ese no es otro que la influencia de Chávez. Pero confrontar eso, no solo pasa por un país que tiene tropas en Honduras como EE.UU, sino sobre todo, por un país que aspira a ser potencia mundial y que ha sido incorporado quizás sin haber sido consultado al problema, cual lo es Brasil.

Pero que Brasil sea la salida implica que este decida utilizar todo su poder y no solo el blando, como ha sido su característica. Un Brasil activo y que le de confianza a ambas partes, y sobre todo, a las fuerzas armadas, es hoy la luz mas probable al final del túnel.