A pesar de los avances tecnológicos en la limpieza de residuos tóxicos en las últimas décadas y la actuación de las autoridades americanas para controlar la fuga de crudo, no se ha podido parar la expansión de la mancha hacia las costas de los Estados bañados por las aguas del Golfo. Nos encontramos ante una nueva catástrofe ecológica.
Es importante recapacitar sobre la dependencia que tiene Estados Unidos y el resto de países industrializados del petróleo. Diariamente consumimos miles y miles de litros que cada vez es más difícil de encontrar y más costoso y complejo de extraer. Ante esta necesidad y el objetivo del presidente norteamericano Barack Obama de limitar la compra de barriles de países de la OPEP y potenciar la producción propia o cercana, autorizó a BP la extracción de crudo en el Golfo de México. Lo curioso de todo el asunto, es que la plataforma petrolífera llamada Deepwater Horizon (Horizonte de Aguas Profundas) era nueva y con maquinaria altamente compleja. A pesar de ello por una razón que aún se desconoce la barrera de seguridad que debería haber evita la fuga, no se activó.