La llegada de Sarkozy al Elíseo ha provocado algunos cambios en la política exterior francesa: un acercamiento a Estados Unidos, una mayor sintonía con el Reino Unido y mayor autonomía del tándem con Alemania. La transformación puede tener consecuencias a largo plazo para la cohesión interna de la Unión Europea, dice el autor.

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El presidente francés, Nicolas Sarkozy, ministro del Interior durante los mayores disturbios urbanos de la reciente historia francesa en las barriadas más marginales de las principales ciudades, quiere evitar su repetición: el vigésimo plan que se quiere aplicar a la banlieu, los barrios periféricos de las ciudades, ha sido bautizado como Esperanza. ¿Son efectivas las medidas? ¿Cuál es el origen de la violencia? ¿Se trata de una revuelta islámica? ¿Es útil la línea dura?

Acaban de disolverse los controles en una frontera históricamente polémica como es la que separa Alemania de Polonia gracias a la aplicación del Tratado de Schengen. La medida puede suponer un reforzamiento de un rol hegemónico de Alemania, lo que despierta enormes recelos entre sus países vecinos. Pero lo más importante es que si ayuda a deshacer los desequilibrios económicos y políticos de la zona, se contribuirá a un reforzamiento de la Unión Europea y al renacer de la prosperidad en la Europa central y oriental.