Japón y la OTAN

Por Fernando Delage (para Safe Democracy)

Fernando Delage explica por qué la nueva política exterior del primer ministro japonés, Shinzo Abe, (de énfasis en los valores democráticos) es coincidente con la manera de pensar de la OTAN: la normalización de la política de defensa por parte de Tokio y la ambición de desarrollar una mayor influencia diplomática coinciden con la discusión interna de la OTAN sobre su propio futuro. Delage cree que así como el centro de gravedad político y económico del planeta gira en torno a Asia, la OTAN no puede permanecer al margen de esta dinámica. Japón ha abierto una ventana de oportunidad, ¿será aprovechada por los europeos?


Fernando Delage es miembro del Consejo Asesor de la revista Política Exterior (España).

DE MANERA GRADUAL Y CASI IMPERCEPTIBLE, Japón ha ido transformando las bases y la doctrina de su política exterior durante los últimos años. A ojos europeos, nada refleja mejor esos cambios que la presencia de Shinzo Abe en el cuartel general de la OTAN hace algunos días. Nunca antes había visitado la organización un primer ministro japonés.

Naturalmente, Abe no viajó a Bruselas para presentar la candidatura de su país como nuevo miembro de la Alianza. Pero tampoco se trató de un mero gesto. La normalización de la política de defensa japonesa y la ambición de desarrollar una mayor influencia diplomática coinciden con la discusión interna de la OTAN sobre su propio futuro.

PUNTOS DE VISTA COMPARTIDOS
En realidad, desde un enfoque más amplio, lo que observa Tokio con interés es el papel europeo en las relaciones internacionales. La ampliación y el éxito de la unión monetaria dan a la UE un peso innegable en el mundo, a pesar de la actual crisis de liderazgo político del Viejo Continente. Dimensión económica y comercial aparte, Japón comparte con los europeos unos mismos puntos de vista sobre asuntos clave de la agenda internacional: el caso de Irán, por ejemplo, o de Oriente Próximo en su conjunto.

El desarrollo de una relación más estrecha con Europa por parte de Japón equilibra de alguna manera su estrechísimo vínculo con Estados Unidos, al tiempo que refuerza su imagen como potencia global desde la perspectiva asiática. No es casual por ello que, rompiendo la tradición de que Washington sea siempre la primera visita al exterior de un jefe de gobierno japonés, Abe haya preferido viajar a Reino Unido, Alemania, Bélgica y Francia (aunque hay que recordar que visitó Pekín y Seúl el pasado mes de octubre, una semana después de haber tomado posesión).

NUEVA ESTRATEGIA EN ASIA
Con independencia de las grandes consideraciones geopolíticas, hay también asuntos concretos que explican el viaje de Abe; quizá ninguno sea tan importante como Afganistán. En su discurso ante los embajadores de la Alianza Atlántica, el primer ministro expresó su voluntad de reforzar la cooperación japonesa con la OTAN en cuestiones como mantenimiento de la paz, reconstrucción y asistencia en crisis humanitarias. Hizo mención en particular del caso de Afganistán, donde Japón es una de las potencias con responsabilidades desde la conferencia de Bonn. Tokio está elaborando asimismo una nueva estrategia hacia India, Asia meridional y central.

Algo parecido ocurre con la OTAN, consciente de que se juega su futuro en Afganistán. Este escenario geográfico, nunca previsto por el Tratado de Washington, revela cómo las instituciones creadas tras la segunda posguerra mundial tienen que adaptarse a los nuevos desafíos de seguridad global.

LA PUERTA ESTÁ ABIERTA
Porque no habrá fin al conflicto de Afganistán sin que Pakistán sea parte de la solución, la Alianza Atlántica discute la manera de establecer una relación institucional con Islamabad. Y porque el centro de gravedad político y económico del planeta bascula hacia Asia, la OTAN no puede permanecer al margen de esta dinámica. Hay que prestar atención a China, pero sobre todo hay dos grandes democracias que podrían ser fácilmente aliadas: Japón e India.

Precisamente forma parte de la nueva diplomacia japonesa la insistencia en los valores democráticos, idea que coincide con la de quienes quieren hacer de la OTAN una comunidad de las democracias. Japón querría ser el socio natural de los europeos en Asia. Sin embargo, la pregunta es si Europa cuenta con una estrategia hacia Japón. Tokio les ha abierto una puerta a los europeos que no deberían cerrar.

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