encuentrorosarioaznar.jpgDurante las últimas tres décadas de democratización, la historia de América Latina se ha definido por oleadas de ascensos y caídas. Ahora que se dan las condiciones, dice el autor, la región ha de pensar en términos de medio y largo plazo y procurar un modelo de desarrollo sostenible, mediante políticas responsables y realistas, pero también creativas, pro-activas e innovadoras.

(Desde Buenos Aires) ES CURIOSA LA INVERSIÓN DE ROLES que se ha producido entre derechas neoliberales noventistas e izquierdas progresistas de estos años 2000, a propósito de la evaluación de las políticas económicas dominantes en América latina. Muchos de quienes entonces criticaban con dureza a los promotores de la apertura a la globalización capitalista de los años 90, con argumentos que eran catalogados como ideológicos por los pragmáticos gobiernos que implementaron las recetas del Consenso de Washington, ahora defienden las actuales políticas pragmáticas de exportación de commodities e inserción en el mercado mundial tachando de ideológicos a quienes advierten sobre las debilidades del actual modelo exportador de recursos naturales, hidrocarburos y alimentos. “Es como si los autores de Manual del perfecto idiota latinoamericano hubieran terminado retratados por la derecha en su propio espejo”

También es curiosa la sobrecarga ideológica de quienes machacan sobre los peligros del populismo, tan reiterativa como las invectivas contra el neoliberalismo que dieron libreto a sus contrincantes en el ciclo precedente.

Es como si los autores de aquel libro Manual del perfecto idiota latinoamericano que pretendían desenmascarar en forma de caricatura los tópicos de la izquierda y el progresismo intelectual, acaso sin advertirlo, hubieran terminado retratados por la derecha en su propio espejo, clamando por el supuesto retroceso de una región que le ofrece al mundo petróleo, gas, soja y… ay, ¡líderes demagógicos y populistas que dilapidan nuestro dinero repartiéndolo a discreción entre los pobres!

DE AQUELLAS MARAVILLAS, ESTAS PESADILLAS

“Renunciando a su creatividad, el típico intelectual latinoamericano es aquél que se conduce por la moda europea, al abrigo del temperamento norteamericano” Aquellos tres mosqueteros liberistas, Álvaro Vargas Llosa, Plinio Apuleyo Mendoza y Carlos Montaner, estuvieron semanas atrás en la ciudad argentina de Rosario, participando de un seminario de la Fundación Libertad, junto a otros prominentes exponentes del liberalismo escorado hacia la diestra, incluyendo al ilustre Vargas Llosa padre y a José María Aznar.

Al calor de las encendidas intervenciones, cuya mayor discrepancia fue el tenor de las críticas a socialismos e izquierdas de ayer y de hoy, algunos de ellos habrán recordado tal vez el perfil de aquel personaje que describieron en el Manual… esa especie de bípedo impune capaz de sostener sin el menor reparo la verdad de perogrullo o trivialidad de moda, a cambio de aparentar ser una persona informada y seria.

“Las maravillas que vieron en los Chicago Boys de Pinochet en el Chile de los 80, en la privatización de los Menem, Salinas de Gortari y Collor de Mello en los 90, transmutaron en la reconversión nacionalista de los Chávez, Morales, Correa o Kirchner”

La intelectualidad latinoamericana, señalaban en aquel libro, ha estado influenciada por los arquetipos. Renunciando a su creatividad y, no queriendo ver sus indudables aportes, el típico intelectual de nuestro continente es aquél que se conduce por la moda europea, al abrigo del temperamento norteamericano. Este personaje, el perfecto idiota, decían, recorre nuestra historia sin el menor interés por la realidad. Y completaban el involuntario autorretrato, sólo se fija en el prejuicio, generalmente el suyo propio, sentenciando a cada rato una media verdad en torno a la cual construye un conjunto de falsas proposiciones.

Las maravillas que vieron en los Chicago Boys del general Pinochet en el Chile de los 80, en la reconversión privatizadora de los Carlos Menem, Salinas de Gortari y Collor de Mello en los 90 (claro, aquello no era autoritarismo ni populismo), transmutaron en las pesadillas encarnadas en la reconversión nacionalista y neodesarrollista de los Chávez, Evo Morales, Rafael Correa o Kirchner.

MEJOR QUE SURFEAR, PLANIFICAR

Es un ciclo pendular que no cambiará en tanto no cambie el punto de apoyo del péndulo. “En los años 2000 otros gobiernan, pero muchos piensan de modo parecido” Este punto de apoyo consiste en la idea de que los países y sus economías deben aprovechar las oportunidades que el mundo brinda montándose en la ola y que, de lo contrario, la ola los tapará o serán barridos por ella. En los años 80 pensaban que era posible introducir políticas de libre mercado con gobiernos autoritarios o decisionistas. Y así se terminó a fines de los años 80, la década perdida.

En los años 90 creían que derribando las murallas de las economías “Las economías que prosperan construyen una estrategia de inserción a medio plazo, con infraestructuras y perfiles productivos diversificados”protegidas y el intervencionismo estatista, emanarían oasis de los desiertos y fluirían en torrente los capitales de inversión que promoverían el gran shock capitalista. Así se terminó, a fines de los 90, con cifras récord de desocupación y pobreza.

En los años 2000, son otros los que gobiernan pero muchos de sus funcionarios piensan de modo parecido: al compás de los precios internacionales y la demanda de China e India, les espera a las economías latinoamericanas un destino de crecimiento sostenido y ganancias aseguradas para repartir luego como mejor convenga.

“Para una Sudamérica que ha madurado, debe ser posible definir un nuevo paradigma de desarrollo sostenible que evite recaer en viejas retóricas para enfrentar los actuales desafíos” Tal vez el problema sea de partida. Las economías y países que prosperan parecen ser aquéllos que construyen una estrategia de inserción a medio plazo, con infraestructuras y perfiles productivos diversificados. Antes que subirse a las olas como surfistas, construyen embarcaciones que pueden soportar mareas y vientos adversos.

Lo que se llama en la jerga económica políticas anticíclicas y prudenciales, que requieren por cierto una buena dotación de planificación y regulación estatal en concurso con buenos cálculos y compromisos de las grandes empresas respecto del riesgo social de sus decisiones de inversión para nivelar la balanza de las burbujas especulativas y las ganancias y pérdidas de corto plazo.

UN MODELO DE DESARROLLO SOSTENIBLE

Para una Sudamérica que ha madurado y enraizado sus democracias, que ha logrado indicadores de crecimiento sostenido como no los tuvo en décadas (conviene leer al respecto los últimos informes de CEPAL), que ha logrado mejorar (aunque insuficientemente) algunos principales indicadores sociales, debe ser posible también definir un nuevo paradigma de desarrollo sostenible que se haga cargo de estas problemáticas y evite recaer en las viejas retóricas y fijaciones ideológicas para enfrentar los actuales desafíos. Sobre todo teniendo en cuenta el horizonte próximo de una desaceleración del crecimiento y la perspectiva de una recesión en Estados Unidos que generará efectos rebote y turbulencias en la economía internacional.

América Latina se acostumbró a vivir oleadas de ascensos y caídas en las tres últimas décadas de la democratización. Ahora existen condiciones objetivas para caminar sobre suelos de marcha más sólidos y pensar en términos de mediano y largo plazo, de tal modo que no sea el actual otro paréntesis entremedio de sucesivas crisis. Para eso hace falta políticas responsables y realistas, pero también creativas, pro-activas, innovadoras. Hace falta, asimismo, buenas hojas de ruta y evaluaciones sensatas, menos proclives a la invectiva incendiaria y más dispuestas al razonamiento reflexivo y las verdades parciales y compartidas.