flamesTomás Jiménez Araya
02/02/2011

En el norte de África y Oriente Próximo hay más de 100 millones de jóvenes de entre 15 y 29 años que son el resultado acumulativo de una larga y profunda transición demográfica que empezó hace 3 ó 4 décadas. Lo normal es que un cambio demográfico como ese beneficie al país, ya que con tantos jóvenes en edad de trabajo y la reducción en la población dependiente (ancianos y niños) se abre la posibilidad de ampliar la participación laboral, incrementar las tasas de ahorro e inversión e impulsar un mayor crecimiento económico. Sin embargo, para ésto se tiene que contar con el entorno político y social correcto, algo que no se ha dado en Túnez ni en Egipto, y los jóvenes árabes muchas veces no tienen acceso a cosas tan básicas como la vivienda, educación o empleo. Era de esperar que esta multitud de jóvenes desfavorecidos se hartaran de aguardar al cambio y quisieran tomar el futuro en sus propias manos.

Tomás Jiménez Araya es profesor consultor del Máster de Derechos Humanos y Democracia-UOC y editor de Población y Desarrollo en el Mediterráneo. Transiciones demográficas y desigualdades socioeconómicas.

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