subprime.jpgEl mundo está pagando la fiesta de la que participaron consumidores adictos y numerosos bancos internacionales, dice el autor. ¿Qué decisión tomarán los bancos centrales? ¿Qué harán el G8 y China en su conjunto? ¿Quién impulsará una masiva corrección de las carteras financieras a valor real de activos? ¿Seguiremos tapando agujeros? ¿Quién pagará la cuenta final de la crisis en Estados Unidos? ¿Asistirá el mundo impasiblemente al fin de la hegemonía económica estadounidense?

(Desde Miami) LA TELEVISIÓN BRITÁNICA tiene un humor impiadoso. La última muestra provino de la habitualmente magnífica unión de los actores John Bird y John Fortune, The Last Laugh. Los Dos Johns, como se les conoce, decidieron explicarle a la audiencia qué era la crisis subprime. Uno asumió el rol de entrevistador; el otro fue un banquero de inversión. La pieza es imperdible y tiene una legión de seguidores en You Tube.

Sintéticamente, un John explica a otro que el origen de la crisis está en un vendedor de hipotecas que visita la casa desvencijada de un hombre negro en Alabama. El hombre está en camiseta, no tiene un duro ni lo tendrá, pero comprará una casa de cientos de miles de dólares que jamás podrá pagar. Su hipoteca se subirá a un fondo de nombre rimbombante que otro banquero de inversión, en Asia, comprará sin más, renombrará con una denominación más absurda y volverá a vender. La burbuja ya está inflada.

Vi este video hace un tiempo, en el blog de un amigo. Ocurrió lo habitual: me reí y me picó la curiosidad. El resultado está aquí y se llama Paf, plop y kaboom.

DE CASAS Y TARJETAS

El Paf es evidente: el frenazo anunciado de la economía americana, discursivamente esquivado por años por el gobierno de George W. Bush. «La sed insaciable de los consumidores americanos representa el 70 por ciento del PIB de Estados Unidos y ha respondido por un quinto del consumo mundial de las últimas décadas» Alumbrado en 2001, con la crisis del 11S, el paf era un río de lava caliente corriendo y calentando los fundamentales de una economía dedicada al consumo irresponsable, y su financiamiento.

El Plop va por la burbuja inmobiliaria, sucesora de la puntocom de fines de los 90, y emergente del río de lava. Nada nuevo al respecto: anunciada en 2005, acabó por reventar y este año comenzaron a verse con fiereza los resultados del estallido. Ahora, montada sobre esa burbuja, vienen las Kaboom, el río caliente sobre la tierra.

Piensen en los consumidores americanos. Su sed insaciable representa el 70 por ciento del PIB de Estados Unidos y ha respondido por, al menos, un quinto del consumo mundial de las últimas décadas. El economista Michael Mandel ha recordado recientemente que, en los últimos 25 años, los estadounidenses han comprado en todo momento. Sólo en el primer trimestre de 1991, cuando descendió un leve 0,4 por ciento, dejaron de hacerlo.

«Cuando la economía americana frenó, las familias descubrieron en la libreta de ahorros un agujero negro. Entonces dedicaron el salario a pagar la hipoteca y refinanciaron el resto con tarjetas de crédito» Pero no hay ciclo económico de crecimiento perpetuo. Los fundamentales de la crisis actual están en la de 2001, cuando, para no ahondar la crisis desatada por el 11S, la banca relajó el control crediticio y repartió tarjetas plásticas a personas, como el señor de Alabama, que tenían menos que cero en sus cuentas bancarias.

Con crédito barato, el consumidor americano, adicto a las compras, se volvió un tiburón en pleno frenesí alimentario. Compró coches más caros que siempre, gastó en ropa y vacaciones a plazo. Personas sin solvencia tomaron préstamos para comprar casas de 200.000 dólares norteamericanos y familias con capacidad para absorber hipotecas de 300.000 dólares se tentaron con la de 800.000 dólares. Todas llevaban detrás el sello Esto es impagable, imbécil, pero todos daban vuelta la página y se reían del formidable chiste con su agente bancario. Era el momento dulce.

PAF, PLOP, KABOOM (MICRO)

En resumen, cuando la economía americana se frenó, esas familias descubrieron que la libreta de ahorros tenía un agujero negro. «Literalmente, al final del ciclo la capacidad de ahorro de los americanos pasó del 12 por ciento en 1981 a sólo algo más de 0 por ciento del salario promedio hoy» Paf en la microeconomía. Entonces dedicaron el salario a pagar la hipoteca y refinanciaron todo lo demás con las tarjetas de créditos: menaje, gastos educativos, autos, combustible, supermercados y tiendas, lujos, salidas, vacaciones… Pero tarde o temprano hay que pagar. Entonces, cuando el parón se hizo evidente, las viviendas perdieron valor y los créditos aumentaron sus intereses, pasmaron. Plop micro. Ahora, cada vez que miran la cuenta del plástico a fin de mes, pasman otra vez. Kaboom micro.

Literalmente, al final del ciclo la capacidad de ahorro de los americanos pasó del 12 por ciento en 1981 a sólo algo más de 0 por ciento del salario promedio hoy, de acuerdo a la Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos, los valores han sido discutidos. Esas familias son incapaces de pagar la cuenta.

En la actualidad, «Este año, las declaraciones de quiebras personales han explotado, aun cuando desde 2005 la ley de protección de bancarrota es más restrictiva» el crédito a los consumidores estadounidenses es de unos 2,5 billones de dólares al año, pero sólo el 40 por ciento de las familias pagan la cuenta crediticia (de las tarjetas) completa y a fin de mes. El resto, acumula intereses y amortizaciones, penalizaciones y multas que suben la cuenta más de un 23 por ciento promedio al año.

La deuda por consumo ha llegado a niveles límites. El monto de las tarjetas con demoras superiores a 30 días sumaba en octubre pasado 17.300 millones de dólares, un 26 por ciento más que en idéntico mes de 2006. Las tarjetas en default eran el 18 por ciento. Este año, las declaraciones de quiebras personales han explotado, aun cuando desde 2005 la ley de protección de bancarrota es más restrictiva. En marzo pasado sumaron 900.000 quiebras, un 36 por ciento más que en el mismo mes del año anterior. Capital One y American Express ya tienen estrés elevado por la demora y Citigroup ha declarado aumentos de pérdidas del 65 por ciento por los créditos impagos.

SOCORRO, 2009 A LA VISTA

Es doloroso y lamentable, como una imagen revisitada de una película ya vista. Pero el caos no termina allí, pues las deudas por tarjetas aun deben incluir impagos mayores. Entre ellos, otro kaboom llegará en 2009, cuando se revisen nuevamente los tipos de interés de las llamadas hipotecas Alt-A, que se ubican entre las prime y las subprime y son préstamos a personas que cumplen con criterios de solvencia tradicionales pero no aportan suficiente documentación de aval, y las Option ARM, que generan intereses crecientes sin pago de capital. «En Estados como Florida se triplicó el número de coches recuperados por impagos; mientras, en junio, se cumplieron seis meses de descenso en las ventas de coches de General Motors y Ford»

El Center for Responsible Lending, una organización civil que persigue las prácticas abusivas de financiamiento, ha estimado que más de 2,4 millones viviendas serán reposeídas por los bancos en todo Estados Unidos por los impagos de estas hipotecas. Expertos financieros llevan la cuenta a 3,5 millones para fines de 2009.

Las aseguradoras de esos préstamos tampoco tienen cómo cubrirlos. El apalancamiento de las agencias monoline, como AMBAC y MGIA, es absurdo. Poseen pasivos reclamables por 3,3 billones de dólares con fondos propios de 25.000 millones de dólares. En otras palabras, tienen en cartera un dólar por cada 130 prestados. ¿Quién miró a otro lado cuando esa acumulación de pasivos ocurría? Todos.

Antes de eso, 2008 cerrará provisoriamente la cuenta con los siguientes ítems:

— El recorte de gastos de las familias ya ha entrado con cuchillo en la economía real. Las ayudas fiscales del gobierno se evaporaron sin pena ni gloria en mayo y junio pasados. En Estados como Florida se triplicó el número de coches recuperados por impagos mientras, en junio, se cumplieron seis meses de descenso consecutivo de ventas de coches de General Motors y Ford. «Hasta hoy, Estados Unidos ha sido financiado por el mundo, con Japón y Asia a la cabeza. Pero ya no más»

— No es sólo un problema de quienes menos tienen. La tienda de clase media Linens’n’Things, enfocada en decoración y utensilios del hogar, se declaró en quiebra este año. Lo mismo Circuit City, que vende electrónicos. Las cadenas Nordstrom y Macy’s, adonde compran familias de ingresos medio-altos, vieron caer el precio de sus acciones y expectativas de venta para 2008.

— El dominó aun debe incluir los defaults en gastos educativos. Se sabe, en Estados Unidos la educación no es un derecho sino una deuda contraída. El costo corriente de un college para una familia americana está por encima de los 114.000 dólares, por hijo. Muchas de esas deudas han sido tomadas con créditos y securitizadas por los mismos fideicomisos de tarjetas que ya no desean estar expuestos a ese riesgo. Estimaciones privadas advierten que 40 por ciento de los estudiantes afroamericanos ya no paga o tiene problemas para saldar sus préstamos universitarios.

— El despeño no ha hecho más que llevar las cosas a un punto previsible: ahora la deuda pública está en riesgo real. Hasta hoy, «Europa ha sufrido el ciclo de expansión de la inversión por encima de la capacidad de ahorro de sus habitantes. Es el caso de España» Estados Unidos ha sido financiado por el mundo, con Japón y Asia a la cabeza, pues el mercado aún confiaba en la capacidad de la economía americana para seguir sosteniendo su dinámica y porque el dólar era reserva de valor. Pero ya no más. Sólo contra el euro, el dólar acumula una depreciación del 70 por ciento desde 2002.

En otras palabras, la economía internacional ha ido depreciando la incidencia de los consumidores de Estados Unidos. Muchos temen que el gobierno federal saliente sea incapaz de colocar deuda pública para financiar un déficit adicional de 500.000 millones de dólares. ¿Quién comprará un título a 10 años en una moneda que se deprecia inexorablemente? De hecho, para los inversores japoneses ya es más rentable adquirir deuda de su propio gobierno.

DESINFLAMIENTO Y DESPUÉS

Ahora bien, ¿asistirá el mundo impasiblemente al fin de la hegemonía americana? Es más, ¿debe hacerlo? «La receta tiene nombre: deflación e inflación global, con mayor o menor nivel de incidencia por regiones» No. Las crisis plop y kaboom desinflan a todos. Aunque en menor medida, Europa ha sufrido el ciclo de expansión de la inversión por encima de la capacidad de ahorro de sus habitantes. Es el caso de España. En Italia se ha incrementado también la deuda de los consumidores mileuristas, necesitados de financiamiento virtual ante el deterioro progresivo del Estado social y la reducción de la renta real.

La receta tiene nombre: deflación e inflación global, con mayor o menor nivel de incidencia por regiones. Dinamarca ya es la primera economía europea en declararse en receso; Italia lo oculta. China reducirá su crecimiento potencial del 11 por ciento en 2007 al 8 por ciento este año por una menor demanda estadounidense. «Los gobiernos, hasta en Inglaterra, han socorrido a consumidores y bancos irresponsables porque no hacerlo hubiera sido peor»

Aunque vistos sus alcances, la cuenta de la crisis aun no llegó. Las estimaciones iniciales decían que las subprime podían costarle a la economía estadounidense entre 200.000 y 300.000 dólares para 2009 por el menor gasto de sus consumidores (o sea, en dos años habrían desaparecido los 340.000 dólares recibidos en efectivo por las familias para financiar hipotecas.) Pero recientemente, Goldman Sachs corrigió las estimaciones a 460.000 millones dólares. Y eso sólo no mide el impacto final en la economía real; economistas de la Universidad Johns Hopkins estiman que por cada dólar (US$ 1) que caiga el precio de las viviendas en Estados Unidos, las familias dejarán de gastar nueve centavos de dólar (US$ 0,09).

Ahora los bancos se han vuelto cuidadosos, sentándose sobre el dinero. Los políticos vuelven a hablar de mejorar la supervisión de las tarjetas de crédito. Algunos sugieren eliminar los impuestos sobre los ahorros e inversiones de las familias de clase baja y media. Los gobiernos, hasta en Inglaterra, han socorrido a consumidores y bancos irresponsables porque no hacerlo hubiera sido peor.

EL CASCABEL DEL GATO

Es posible que muchas de esas medidas ayuden, pero también lo hará una mirada más crítica de la industria financiera. «Los riesgos de inflar artificialmente los precios de bienes básicos pueden costar la vida a millones de personas» El mundo ha vivido flotando en liquidez que no encuentra activos capaces de absorber tanto valor, ni quien los pague. Primero fueron las casas, ahora es el turno del petróleo, los alimentos y cuanto commodity muestre valores hipotéticamente desacelerados.

Parece que a la economía internacional le hubiera picado el gusto por vivir a los saltos. Apenas deja entibiar un recalentamiento para subir la llama por encima de 100F. La crisis puntocom, sin ir más lejos, se resolvió en Estados Unidos abriendo la puerta al consumo descontrolado que alumbró la actual. En su momento, no se vio esa decisión como un suicidio programado. «¿Qué decisión tomarán los bancos centrales, más allá de hacer líquidos los mercados o rescatar a algún banquero cariacontecido?» Pero ahora las alertas están encendidas. Los riesgos de inflar artificialmente los precios de bienes básicos, si no devastadores para la economía global, pueden costar la vida a millones de personas. Sin embargo, la burbuja no para de inflarse.

Sí, es difícil controlar un capital tan disperso, volátil y abundante. Se escurre e inaugura un nuevo frenesí de tiburones cada vez que muerde algo. Como dice David Einhorn, un administrador estadounidense de fondos de inversión, en su libro Fooling Some of the People All of the Time, las autoridades son buenas para limpiar los fraudes después de que el dinero se fue, pero realmente no saben qué hacer con los fraudes cuando los descubren en curso.

No hay dudas, el mundo está pagando la fiesta de la que participaron consumidores adictos y numerosos bancos internacionales, pero aún está a tiempo de tomar medidas ejemplares respondiendo a infinidad de preguntas que demandan urgente atención. ¿Qué decisión tomarán los bancos centrales, más allá de hacer líquidos los mercados o rescatar a algún banquero cariacontecido? ¿Qué harán el G8 y China en conjunto? ¿Quién impulsará una masiva corrección de las carteras financieras a valor real de activos? ¿La hará ese alguien mandatoria o a elección de cada agente? ¿Seguiremos tapando agujeros? ¿Quién pagará la cuenta final? ¿Cómo se repartirán los inevitables costes de reparación?…

Los mercados necesitan libertad para crecer pero sin regulación, imperfectos y voraces, se desbocan. Mientras nadie le eche el cascabel al gato, cada burbuja tendrá su plop y kaboom. Y nosotros andaremos de paf en paf.