Por Fabián Bosoer (para Safe Democracy)

Fabián Bosoer cree que existen varios factores para explicar el nuevo mapa político latinoamericano. En primer lugar, un factor biográfico, y es la historia personal de sus líderes, que provienen de los años sesentas y setentas. Un segundo factor temporal, el del espanto del pasado reciente, la década del noventa y su secuela de pobreza, desempleo, endeudamiento y enajenación de riquezas. Ha un tercer factor geopolítico o espacial: la mirada –y la inquietud– de Estados Unidos que permite el trazo grueso que unifica este heterogéneo panorama. Y, por último, una agenda compartida. La pregunta para Bosoer es: ¿se puede encontrar una misma orientación en las actuales políticas latinoamericanas?


Fabián Bosoer es politólogo y periodista del diario Clarín. Es profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de Belgrano.

HAY, EN PRIMER LUGAR, UN FACTOR BIOGRÁFICO INELUDIBLE en el nuevo mapa político latinoamericano: la historia personal de sus líderes y camadas que, muchos de ellos por primera vez acceden al gobierno de sus países; gente proveniente de las militancias combativas estudiantiles, gremiales y políticas de los años 60 y 70, víctimas y sobrevivientes de represiones y dictaduras. Hay un factor temporal, y es la época que les ha tocado y el contexto social en el que emergieron: todavía los unifica más «el espanto» del pasado reciente –la década del noventa y su secuela de pobreza, desempleo, endeudamiento y enajenación de riquezas– que «el encanto» de las oportunidades que brinda el presente.

FACTOR GEOPOLÍTICO
Son, con excepciones y matices (Chile es el más notable), más una consecuencia emergente del vacío que dejaron los derrumbes, retiradas o frustraciones precedentes que el resultado de una construcción de poder alternativa o programática. Hay, en tercer lugar, un factor geopolítico o espacial: es la mirada –y la inquietud– de Estados Unidos lo que permite el trazo grueso que unifica este heterogéneo panorama de experiencias y liderazgos nacionales. Las sociedades opinan críticamente sobre las políticas llevadas adelante por la Administración Bush y los gobiernos tienden a representar esas aprehensiones.

ALGUNAS TENDENCIAS COMUNES
Hay también una agenda compartida, pero ¿es posible encontrar una misma orientación en las políticas? ¿Qué balance puede hacerse de las experiencias de gobierno más avanzadas? Aquí vuelven a resaltar algunos parecidos y muchas diferencias. No es lo mismo el punto de partida del Chile que recibió Ricardo Lagos como continuador de la Concertación Democrática en 2000, la Venezuela que encumbró a Hugo Chavez en 1998, la Argentina post-convertibilidad y post-default de 2001-2003 y el Brasil que Fernando Henrique Cardoso le entrega a Lula ese mismo año. Pero aún así es posible trazar algunas tendencias comunes.

MODELO HIBRIDO
No responden al modelo clásico de la izquierda latinoamericana. Son, mas bien, el resultado de hibridaciones ideológicas, aprendizajes históricos, pragmatismo por fuerza de las circunstancias que vino de la mano de una confluencia entre el descrédito de las fórmulas neoliberales representadas por el fenecido Consenso de Washington y las favorables condiciones externas para las economías de la región, el aumento de los precios internacionales de commodities y la irrupción de China en el comercio mundial en los primeros años del nuevo siglo.

RECUPERACIÓN ECONÓMICA
Ello posibilitó que las frágiles y volátiles economías latinoamericanas pudieran adquirir mejores mecanismos de defensa y se recuperaran mediante un fortalecimiento de las exportaciones, tipos de cambio flotante y políticas fiscales cuidadosas. Según cifras de CEPAL y PNUD, la región completó en 2005 su tercer año consecutivo de crecimiento económico con una expansión del 4,3 por ciento del PBI, lo que supone un alza de este índice per cápita cercana al 3 por ciento y expectativas de que dicho ciclo persistirá este año. También se redujeron levemente los índices de pobreza, 13 millones de personas salieron de esa condición sobre un total de más de 200 millones, un 40 por ciento de la población latinoamericana. Otras cifras destacables: la deuda externa como porcentaje del PBI ha descendido por primera vez en los últimos dos años a un 4,3 por ciento y también la tasa de desempleo, de un 11 a un 9,3 por ciento.

EL VASO MEDIO VACÍO
Pero el punto más flojo, se advierte también, es la distribución del ingreso, en la que los indicadores denuncian la persistencia de una altísima desigualdad social: en 2002 el 10 por ciento más rico de la población percibía 30 veces el ingreso del 10 por ciento más pobre. La tendencia, tres años más tarde, no se ha revertido: la desigualdad y la exclusión social son el principal desafío que enfrentan estas gestiones de gobierno «progresistas» sometidas a una permanente interpelación popular y mediática. Es la parte medio vacía de este vaso.