Por Sagrario Morán (para Safe Democracy)

Sagrario Morán explica que el 11-S obligó a la organización Al Qaeda a modificar su estructura y composición monolítica y unitaria –integrada por veteranos de guerra que lucharon contra los soviéticos en Afganistán— a cuatro tentáculos fundamentales: la estructura central de Al Qaeda, la red árabe de Oriente Medio, la red magrebí y la red del sudeste asiático. Morán cree que hay que insistir más en el reclutamiento d la organización y en el apoyo y las simpatías que el terrorismo yihadista despierta, si de verdad se quiere acabar con la lacra del terrorismo.


Sagrario Morán es especialista en terrorismo y violencia política. Es profesora de la Universidad Complutense de Madrid y de la Universidad Rey Juan Carlos I. Ha publicado «PNV-ETA. Historia de una relación imposible».

TODOS LOS EXPERTOS EN TERRORISMO COINCIDEN en afirmar que Al Qaeda dista mucho de ser la organización que fundó Osama Bin Laden a finales de la década de 1980. Entonces, era una estructura monolítica y unitaria integrada por veteranos de guerra que lucharon contra los soviéticos durante la invasión de Afganistán.

La primera acción terrorista atribuida a Al Qaeda fue el asesinato en Nueva York del rabino Meir Kahane, líder de la «Liga de Defensa Judía», en 1990. Sin embargo, fueron los atentados contra Estados Unidos, el 11 de septiembre de 2001, los que convirtieron a la organización en la gran amenaza para la seguridad mundial.

CAMBIOS DE ESTRUCTURA Y COMPOSICIÓN

El problema ha dejado de ser de unos pocos para ser de todos y obligó a la organización a modificar su estructura y composición. En definitiva, se le obligó a estar a la altura de dicha consideración y de sus objetivos finales: crear un especie de super-Estado que abarque desde el extremo occidental de África hasta Indonesia, atravesando Oriente Medio, la región del Golfo, Asia central y del sur, así como los territorios donde en el pasado ha habido un predominio musulmán (Al Andalús). Es decir: una utopía imposible de alcanzar.

IMPOSICIÓN DEL SALAFISMO
Varios atentados y miles de muertos no han conseguido que Al Qaeda se acerque ni un ápice hacia su objetivo. La ideología que se impuso fue el salafismo, una corriente radical de la rama suní del Islam.

Para ello, el sistema Al Qaeda se estructuró en cuatro tentáculos fundamentales: la estructura central de Al Qaeda, la red árabe de Oriente Medio, la red magrebí y la red del sudeste asiático (según la tesis de Marc Sageman). Con lo cual, estamos ante una red de redes que permite la iniciativa local, siempre y cuando se dirijan hacia el fin expuesto.

De todas estas redes, parece ser que es la magrebí la que tiene como misión actuar en el continente europeo y en el Magreb.

CÉLULAS AUTÓNOMAS E INDEPENDIENTES

Esta red estaría formada por células autónomas e independientes del núcleo central de Al Qaeda, integradas en su mayoría por jóvenes musulmanes de origen magrebí, algunos radicalizados en el propio Magreb y otros en las comunidades de inmigrantes de los diferentes Estados europeos.

Dentro de dicha red también se incluyen entidades terroristas como el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate argelino (GSPC) o el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), entre otros.

MÁS ATENCIÓN TRAS EL 11-S

Conscientes de esta realidad, la comunidad internacional se ha dotado de nuevos instrumentos para combatir el terrorismo. Antes del 11-S, el terrorismo había recibido poca atención por parte de los organismos internacionales (principalmente de la ONU). Fue inmediatamente después de dicha fecha cuando el Consejo de Seguridad apeló al capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas (lo que hace vinculante lo resuelto para todos los Estados miembros) para tomar medidas encaminadas a prevenir y reprimir los actos terroristas, su financiación y organización.

Después de los atentados del 11-S se han sucedido más de una docena de resoluciones importantes del Consejo de Seguridad relativas a la lucha contra el terrorismo (alguna imperativa), contra cuatro anteriores a dicho acontecimiento.

La UE también ha aplicado nuevas medidas en la lucha contra el terrorismo. En definitiva, algunas de las organizaciones con mayor presencia en la escena internacional han tomado cartas en el asunto.

EL PROBLEMA DEL RECLUTAMIENTO
Pero no es suficiente, el apoyo y las simpatías que el terrorismo yihadista despierta en buena parte de las sociedades musulmanas obliga a actuar sobre diferentes aspectos del problema y aplicar medidas de prevención. Unas medidas que deberían ir dirigidas a uno de los flancos en los que más vale la pena insistir, si de verdad queremos acabar con la lacra del terrorismo: el reclutamiento. Y, por supuesto, favorecer la integración de los jóvenes musulmanes en las sociedades europeas.

Hay que debilitar la tesis del choque de civilizaciones, absurda hoy por hoy, y asumir sin complejos que la utopía de la Alianza de Civilizaciones es un instrumento útil para fomentar el diálogo entre las diferentes culturas.