Por Mario Toer (para Safe Democracy)

Mario Toer dice que la verdadera novedad en América Latina es que se ha alterado la escena política y se han desarrollado y consolidado en poco tiempo corrientes que pretenden hacer esfuerzos por modificar las relaciones de poder, sin alterar la democracia, lo cual no es poco. Toer analiza la situación política de Perú, con la disputa entre Ollanta Humala y Alan García, y cree que más allá de la diferencia de estilos, podría tratarse de un interesante experimento de reconstruir un Estado que atienda a las mayorías.


Mario Toer es catedrático de Sociología y de Política Latinoamericana de la Universidad de Buenos Aires.

LO QUE REALMENTE EXISTE DE NOVEDOSO en la región que mayores escalas de desigualdad concentra en el mundo, es que se ha alterado la escena política y se han desarrollado y consolidado en poco tiempo corrientes que pretenden hacer esfuerzos por modificar esta situación. Y esto se ha producido sin que se alteren las garantías del pluralismo ni se avizoren riesgos significativos para la institucionalidad democrática. No es poca cosa.

ESTABLISHMENT REGIONAL
Promesas siempre habían existido, casi siempre diluidas a la menor amenaza, cooptadas por el establishment o cegadas a sangre y fuego. Hoy prácticamente no hay país que no cuente con una fuerza política con vocación transformadora en el gobierno o con creciente vigor en la oposición.

Más allá de las diferencias de origen, estilo o contexto –muy variados los tres– comparten los objetivos programáticos. Así lo reafirman sus protagonistas con sus reiterados encuentros o públicas declaraciones. A pesar de las discordancias sobre aspectos puntuales que han alcanzado alguna estridencia, el caso de las papeleras de lo márgenes del río Uruguay y las modalidades que adquirió la nacionalización del gas en Bolivia, todos ellos comprenden que sin unidad y proyectos integradores, cuentan con estrecho margen para sobre imponerse a los intereses de los más poderosos.

Es en este contexto que algunos analistas insisten en resaltar las diferencias y trazar un eje divisor entre los que serían respetuosos de las normas preexistentes y quienes se sienten tentados por el autoritarismo. Por cierto que, la mayoría de las veces, son voceros de los más poderosos los que reclaman en esa dirección. Durante mucho tiempo en ciertos círculos se asimiló el concepto de gobernabilidad al de status quo.

ASPIRACIÓN DE CAMBIO
Sin duda los márgenes para hacer realidad las promesas varían en cada contexto, por lo que las alarmas de los respectivos establishment no tienen la misma intensidad.

La aspiración de que los cambios requeridos puedan llevarse a cabo de la manera menos traumática es una aspiración legítima, en tanto no enmascare la pretensión del gatopardo, que todo quede como está. Y para que los cambios se produzcan se requiere tener fuerza suficiente, que tiene que contar con un terreno donde pueda demostrarse. No hay concesiones gratuitas. Es casi de perogrullo, pero en algunos análisis aparece ausente.

DOS ESTILOS EN PERÚ

El escenario que se ha desplegado en el Perú con motivo de las dos fórmulas que disputarán la segunda vuelta electoral, aparece como por demás propicio para ver en escena a dos expresiones que pueden ejemplificar los dos estilos aludidos.

Ha quedado al margen la candidatura que podía considerarse más permeable para administrar la continuidad de las políticas de corte neoliberal.

Quién ocupo el segundo término lidera a una de las muy contadas fuerzas políticas sobrevivientes que expresaron por décadas el reclamo popular. A pesar de la crisis generalizada en la que García dejó el gobierno tres lustros atrás, para muchos peruanos la responsabilidad no fue del APRA si no de sus enemigos, que montaron el «golpe de mercado» similar al que sufriera Alfonsín en la Argentina en las postrimerías de su mandato, casi al mismo tiempo.

ALAN GARCÍA Y OLLANTA HUMALA
García manifiesta que ha comprendido la lección y que su proyecto de cambiar al Perú tendrá las salvaguardas necesarias. No sin esfuerzo, los voceros del establishment han adelantado que optarán por él. Suponen que podrán deshacerse de él de manera análoga a lo ya ocurrido en el pasado y sospechan que Humala puede ser bastante más duro. Pero para Humala es casi una misión imposible trepar del 31 por ciento a más de 50 por ciento. De esta manera, Alán García podría darse el lujo de llegar a la presidencia teniendo como principal opositor a alguien que como acto inaugural de esta nueva campaña fue a visitar la tumba de Raúl Haya de la Torre, fundador del APRA, y eventualmente encontrar algún nivel de colaboración, a pesar de que la dureza de la campaña lo muestra lejano.

En cualquier caso, en Perú los dos estilos tendrían la chance de coexistir en un mismo escenario, como las dos fuerzas principales que postulan el cambio y no ya en el contexto de países diferentes.

La tarea de reconstruir un Estado que atienda a las mayorías, como señala Fabián Bosoer, podría facilitarse. Si el diablo no mete la cola. A pesar que en la sociedad no sirven las probetas, será un experimento interesante.