Por Chimène Coste (para Safe Democracy)

Chimène Coste explica por qué Cuba ha podido ingresar al nuevo Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, cómo se ha eregido en el modelo de la revolución para los países en vías de desarrollo y de qué modo ha provocado sólo posiciones a favor o en contra en la escena internacional en los últimos cuarenta años. Coste cree que para que la seducción del modelo cubano sea menor para los países del Tercer Mundo, debe existir una alternativa real y posible capaz de articular derechos laborales y sociales junto con los derechos civiles y políticos en el marco del multilateralismo.


Chimène Coste es politóloga y tiene un Master en Sociología Política por la Universidad de La Sorbonne. Se encuentra actualmente realizando su doctorado por la misma universidad.

CUBA HA OBTENIDO GRANDES ÉXITOS POLÍTICOS en este último mes de mayo de 2006. El gobierno de la isla ha conseguido ser electa por 135 votos para integrar el nuevo Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas que reemplaza a la antigua Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, es decir ha sido respaldada por las dos terceras partes de los miembros de la Asamblea, lo cual le permite integrar el Consejo de Derechos Humanos con gran legitimidad.

CUMBRE UE-AMÉRICA LATINA

Pero el asunto no queda allí. La Declaración Final de la IV Cumbre Europa-América Latina, celebrada en Viena, ha dado aire al gobierno cubano al rechazar las «medidas coercitivas de carácter unilateral con efectos extraterritoriales que son contrarias al Derecho Internacional y a las normas comúnmente aceptadas del libre comercio». Esa misma Declaración incluye explícitamente el rechazo a «la aplicación de las disposiciones extraterritoriales de la Ley Helms-Burton».

Buena parte de la comunidad internacional reconoce que Cuba padece desde hace 47 años un embargo injustificado, y admite, al mismo tiempo, que en Cuba se violan los derechos civiles y políticos, tales como la libre expresión y asociación. ¿Cómo se entiende entonces el respaldo de la comunidad internacional al elegirle como miembro del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas?

MANTENIENDO LA REVOLUCIÓN

Fidel Castro ha logrado mantener la revolución cubana en la agenda política internacional haciéndola visible durante más de 47 años. Pero los perjuicios que resultaron de esta exposición han sido enormes: ataques políticos y mediáticos permanentes, cuando han existido otros regímenes mucho más sangrientos y represivos completamente ignorados por la opinión pública internacional.

Sin embargo, las victorias políticas han sido mucho mayores. El caso cubano se ha tornado uno de los asuntos de mayor polémica internacional y un caso para el cual solo existen dos posturas: a favor o en contra.

A FAVOR O EN CONTRA

Estar a favor de Cuba es desafiar al superpoder estadounidense y enfrentarse con sanciones económicas. Por eso, la votación ha sido secreta.

La inmensa mayoría de los países a favor pertenecen al mundo en desarrollo. Para ellos, los derechos «formales» (es decir, civiles y políticos) valen tanto como los derechos «reales» (léase derechos sociales y culturales, que los cubanos gozan a pesar de las dificultades actuales derivados de la caída de la Unión Soviética).

Varios de estos países se han beneficiado del internacionalismo de la revolución cubana en el plano social, y para ellos Cuba significa el rechazo del unilateralismo estadounidense y del mesianismo democrático del mundo occidental.

¿Contribuye esto al diseño de una gestión multilateral de los asuntos globales?

SISTEMAS DEMOCRÁTICOS
Desde mi punto de vista, ayuda a polarizar el mundo entre los sistemas democráticos y el resto.

Por eso, y para que se difundan los principios democráticos, es crucial que las democracias acaben con su mesianismo y con la teoría del fin de la historia de Francis Fukuyama. Es importante no sólo proclamar la indivisibilidad de los Derechos Humanos, sino también la igualdad entre derechos civiles y derechos sociales. Y acompañar y fortalecer los procesos locales y endógenos de democratización, sin imponer las normas y los principios de las democracias occidentales, que son, por cierto, el resultado de procesos históricos y culturales determinados.

EL VERDADERO MULTILATERALISMO
Recién entonces existirá la posibilidad de un verdadero multilateralismo, que no sea la coexistencia de sistemas antagónicos, dominados por el superpoder estadounidense de un lado –que desacredita el papel potencial de la Unión Europea– y las alianzas pragmáticas de los autoritarismos del otro lado. Apoyo, en su lugar, el intercambio real entre modelos distintos.

Un mundo en el cual la seducción del modelo cubano sea menor para los países menos desarrollados, y en el que existiera una alternativa real y posible capaz de articular los derechos laborales y sociales junto con los derechos civiles y políticos.