Por Mauro Victoria Soares (para Safe Democracy)

Mauro Victoria Soares analiza la trágica oleada de ataques en San Pablo –con un centenar de muertos– y afirma que más allá de presionar al gobierno del Estado para que concedieran beneficios a los líderes encarcelados, la acción tuvo como objetivo mostrar la fuerza y la eficacia de los narcos. Victoria Soares cree que la respuesta únicamente represiva es contraproducente y no ha servido para frenar la violencia: el problema del crimen organizado en Brasil tiene causas estructurales, alerta.


Mauro Victoria Soares se graduó en Derecho y obtuvo el título de Master en Ciencia Política por la Universidad de San Pablo. Está realizando su doctorado en Teoría Política en la misma universidad. Es investigador visitante de la Universidad de Columbia, en Nueva York.

EL ESTADO DE SAN PABLO, EL MÁS POBLADO DE BRASIL, fue sorprendido por una oleada de ataques contra diversas ramas de sus fuerzas policiales, principalmente estaciones y puestos de policía, patrullas y policías fuera de servicio.

Las acciones fueron coordinadas por una de las mayores organizaciones criminales del país, el Primer Comando de la Capital (PCC), que también fue responsable de los disturbios simultáneos en aproximadamente 70 prisiones del Estado.
Los ataques han sido una represalia por el traslado de 765 sospechosos de ser miembros del PCC –algunos de ellos sus jefes– a una prisión de máxima seguridad alejada de la Ciudad de San Pablo, capital del Estado.
La cifra oficial de muertos superó con creces la centena.

SAN PABLO, CIUDAD DE DIOS
Concentrada inicialmente sobre los oficiales de policía, la violencia de los ataques a las estaciones policiales se extendió sobre bancos, y fue seguida de asaltos a autobuses, que fueron incendiados luego de desalojar a los pasajeros. La Ciudad de San Pablo estuvo convulsionada por la interrupción del servicio de transporte público, el cierre de escuelas y comercios. Asimismo, se produjo una auténtica auto-toque de queda por temores a nuevos ataques.

Es evidente que el motivo de los ataques ha sido presionar a los gobernantes para que concedan beneficios a los líderes encarcelados, que no están permitidos para los prisioneros en régimen especial. La acción fue sobre todo una muestra de fuerza y eficacia de los jefes del PCC. Apuntaron a los oficiales de policía y probablemente el objetivo fue minar la fuerza del cuerpo policial desafiando su poder.

En realidad, la afrenta no es una novedad para las instituciones de Defensa brasileras: una de las facilidades al alcance de estos jefes del crimen, es que usualmente llevan a cabo operaciones «por fuera» desde el mismo interior de las prisiones a través de sus teléfonos móviles. Es así como se organizan los levantamientos.

CÓMO COMBATIR LA CRIMINALIDAD
La red de conexiones bajo el control de estos criminales incluye a agentes policiales que forman parte de la estructura, quinees les proven además de otros recursos. Las grietas del sistema penitenciario –y de las instituciones penales en general– son un tema bastante complejo de las políticas públicas en Brasil, y se trata de un debate que debe ser prioritario a los fines de encontrar soluciones articuladas que permitan luchar contra la criminalidad, con la contribución de diferentes sectores del gobierno y la sociedad. Así lo han sostenido observadores de organizaciones como Amnesty International y Human Rights Watch, más allá del discurso violento que predomina como primera reacción a los ataques.

La inmediata respuesta de la policía, contrariamente a lo previsto, provocó una estampida en el número de los sospechosos muertos, de 38 el lunes a 71 el martes, exactamente después de que los ataques hubieran disminuido y el contraataque policial –operativo nocturno– comenzara. Hay casos, por ejemplo, de reportes de inocentes muertos por la policía, que se producen en los contraataques en las zonas pobres de los suburbios (oficiales que utilizan máscaras de sky negras).

CUÁL ES LA MEJOR RESPUESTA
Es evidente que como método para combatir el crimen, esta clase de respuesta no parece ser ciertamente la mejor que pudiéramos esperar del departamento de Defensa y del Interior, a pesar de la conservadora retórica de la que algunos grupos se hacen eco, exhaustivamente a través de los medios. De hecho, grandes sectores de la clase más empobrecida ya están acostumbrados a este tipo de tácticas represivas, las cuales les afecta a diario.

Simplemente intensificando la represión no se introducirán otras soluciones más que sus efectos colaterales. El problema del crimen organizado tiene causas estructurales, que comprenden múltiples factores.

Casos de violación de las libertades civiles son habituales entre las fuerzas policiales brasileñas, y jamás han contribuido a calmar las iniciativas criminales (tal como demostraron los últimos ataques).

Si las acciones de las organizaciones criminales constituyen un ataque al democrático imperio de la Ley, me parece definitivamente claro que no será a través de la inobservancia de las leyes la forma por la cual el problema será resuelto.