Por Augusto Zamora R. (para Safe Democracy)

Augusto Zamora R. dice que más allá de las divisiones en América Latina –evidentes en la Cumbre de Viena–, existen tres grupos de países: el primero, que engloba a los libremercadistas, aliados de Washington y cuyas exportaciones y mano de obra van a parar mayoritariamente a Estados Unidos (México, Perú, Colombia y Centroamérica); un segundo grupo intermedio de países con su epicentro en el MERCOSUR, liderados por Brasil y Argentina, más orientado a Europa; y un tercer grupo integrado por países heterogéneos, formado por Cuba, Venezuela y Bolivia. En este sentido, Zamora R. cree que más allá de todo, lo que se está poniendo en marcha es una segunda descolonización continental. Sepa por qué.


Augusto Zamora R. es profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido abogado nicaragüense ante la Corte Internacional de Justicia entre 1983 y 2001. Es columnista del periódico El Mundo. Su última obra es «La paz burlada. Los procesos de paz en Centroamérica» (Editorial Sepha, Madrid, 2006).

LA PASADA CUMBRE ENTRE LA UNIÓN EUROPEA Y LATINOAMERICA puso de manifiesto, entre otras cuestiones, la hondura de la división que existe hoy entre los países de América Latina. No es que la región haya sido, salvo momentos puntuales, ejemplo de unidad, pero la división que vive en el presente presenta características singulares. Quizás la principal de ellas sea la fragmentación económica y comercial que, a su vez, se traduce en posiciones políticas divergentes, que han provocado incluso crisis diplomáticas.

LIBREMERCADISTAS, ALIADOS DE WASHINGTON

Hay un grupo «libremercadista» (en el siglo XIX lo llamarían librecambista), que encabeza México, al que pertenecen también los países centroamericanos, Perú y Colombia, partidarios de los tratados de libre comercio, especialmente con Estados Unidos. La balanza comercial y el fenómeno migratorio expresan la política y viceversa. Respecto al comercio, casi el 90 por ciento de las exportaciones mexicanas y el 57 por ciento de las colombianas se realizan a Estados Unidos.

Centroamérica, por su parte, importa lo mismo que exporta (39 por ciento). Las remesas de la emigración se han convertido en una fuente esencial de divisas para las economías. En el caso de México, las remesas de los emigrantes en 2004 (16.612 millones de dólares) fueron mayores que la Inversión Extranjera Directa (16.601 mdd) y superaron de lejos los ingresos por turismo (10.753 mdd). Según la CEPAL, las remesas suponen el 14 por ciento del PIB de El Salvador y el 11 por ciento del de Nicaragua. Estados Unidos, por tanto, dispone de poderosos medios de presión sobre estos países. Todos los países de este grupo tienen gobiernos afines a Washington y son los únicos que considera sus aliados.

BRASIL Y ARGENTINA MIRAN A EUROPA
Un grupo intermedio tiene su epicentro en el MERCOSUR, liderados por Brasil y Argentina, donde se hizo firme resistencia a la propuesta estadounidense del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Las exportaciones de esta subregión explican su posición, pues apenas el 18 por ciento de sus exportaciones y el 17 por ciento de importaciones se realizan con Estados Unidos. La emigración, por su parte, opta mayoritariamente por Europa, lo que es especialmente evidente en el caso de Argentina y Uruguay. Esta subregión, con la excepción de Paraguay, está gobernada por alianzas de centro-izquierda, que apuestan por la integración, una mayor autonomía y un papel más beligerante para el Estado, aunque con visiones particulares cada uno de ellas. La Argentina de Kirchner asume posiciones más firmes respecto al papel estatal en la economía que el Brasil de Lula.

CUBA, VENEZUELA Y BOLIVIA

El tercer grupo lo integran países heterogéneos, unidos por su voluntad de defender los recursos del país de la voracidad extranjera y de emplearlos en beneficio de su población. Se oponen a los TLC, por considerarlos mecanismos para perpetuar el subdesarrollo y el atraso. Frente a los «libremercadistas», proponen la nacionalización de los recursos naturales, la integración regional y la protección de los mercados nacionales. Lo forman Cuba, Venezuela y Bolivia, países que han firmado un Tratado de Comercio de los Pueblos, y promueven un fortalecimiento de sus relaciones políticas y económicas con el MERCOSUR, por integración o asociación.

Las cuestiones en juego no son puramente formales. El primer grupo asume un modelo que implica, inevitablemente, la perpetuación del modelo de intercambio desigual que impuso Inglaterra desde la independencia formal de Latinoamérica. El tercer grupo retoma los escasos intentos hechos en la región por establecer modelos autónomos de desarrollo. El grupo intermedio oscila entre una posición y otra, aunque, dado la influencia que ejercen en ellos los países desarrollados (y las oligarquías nacionales), sus oscilaciones lo aproximan más al primer grupo que al tercero.

200 AÑOS ESPERANDO

Lo cierto es que, en Latinoamérica, se ha abierto un debate de fondo sobre su futuro, que ha puesto otra vez en primer plano una cuestión olvidada tras la implosión de la Unión Soviética y la aplicación sin criterio del modelo neoliberal.

Se trata, aunque no se le llame así, de poner en marcha una segunda descolonización, que ponga fin al sistema de imperialismo informal establecido por Inglaterra a lo largo del siglo XIX, bajo el nombre de librecambio, y mantenido luego por Estados Unidos, con el nombre de libre comercio.

Un modelo que asignó a Latinoamérica el papel de exportador de materias primas y consumidor de manufacturas, que ha sido una de las principales causas de su atraso y dependencia. Esta segunda descolonización lleva a retomar el control de los recursos naturales y de la economía, para ponerla al servicio del país, como ocurre en Bolivia.

Esto es lo que está sobre la mesa. Un tema que lleva casi 200 años esperando.