Por Maximiliano Borches (para Safe Democracy)

Maximiliano Borches dice que la victoria electoral del presidente peruano Alan García (socialdemócrata), no puede traducirse en una victoria política, ya que esta última la cosechó el Partido Unión por el Perú (UPP), comandado por su rival –y ganador en la primera vuelta electoral– Ollanta Humala. En este sentido, Borches cree que García ganó por el temor a que ganara su rival y que esta situación no le será gratuita: se dará un escenario de fragilidad política, y con personalidades muy cuestionadas dentro del nuevo gobierno. Por esta razón, García debe lograr un consenso en Perú que posibilite una mayor profundización de la vida democrática.


Maximiliano Borches es periodista y analista internacional. Colabora en distintos medios de prensa latinoamericanos y es director de la revista «Horizonte».

CON UNA ESCASA DIFERENCIA (SÓLO EL 7 POR CIENTO), Y CON UNA INSUFICIENTE victoria en nueve de los veinticuatro departamentos del Perú, el ex presidente del APRA, Alan García (1985-1990), volvió a la presidencia de su país, dieciséis años después.

Sin embargo, y pese a todo, la victoria electoral del presidente Alan García (socialdemocracia), no puede traducirse en victoria política, ya que esta última, sin dudas, la cosechó el Partido Unión por el Perú (UPP), comandado por su rival –y ganador en la primera vuelta electoral– Ollanta Humala.

LA DERECHA VOTA AL CENTRO-IZQUIERDA
Tras una sucia campaña política, donde los insultos, los agravios y la agitación de fantasmas políticos –y no así las ideas– fueron los verdaderos protagonistas, Alan García ganó paradójicamente gracias a los votos de los sectores de derechas y al temor impuesto contra su rival.

Tras un meteórico ascenso en su apoyo popular, el ex militar nacionalista Ollanta Humala, candidato por el UPP, pasó de un inexistente 5 por ciento de intención de voto en octubre del año pasado, a una victoria con el 31 por ciento en la primera vuelta electoral, y a casi un 47 por ciento de votos, en la segunda vuelta. Este fabuloso crecimiento de su caudal político, hizo encender todas las alarmas del establishment político peruano, que lo ha defenestrado hasta el punto de apoyar a su otrora enemigo político, convertido ahora en figura mimada.

LA INTROMISIÓN DE CHÁVEZ
Este temor originado por los medios de prensa, hacia la figura de Humala, convirtió en votos positivos para la candidatura de García, los que anteriormente se había volcado hacía Lourdes Flores, argumentando la intromisión del presidente venezolano Hugo Chávez –convertido en enemigo público número uno desde Washington– en esta campaña.

Por este motivo es explicable que Alan García haya resultado ganador en el distrito más populoso del Perú: Lima (donde obtuvo un 66 por ciento de los votos), como así también en los otros distrito de la costa del Pacífico, donde residen los sectores de poder adquisitivo medios y altos de la sociedad peruana.

GOBIERNO DÉBIL
Pero este triunfo del candidato del APRA, Alan García, no será gratuito.

En primer lugar, no cuenta con mayoría propia en el Congreso, el APRA representa allí a la primera minoría. Quién se impuso en las elecciones legislativas fue justamente el UPP, que obtuvo 45 de las 120 bancas disputadas.

En segundo lugar, al momento de comenzar a formar el nuevo gobierno, los representantes del liberalismo peruano –que apostaron en contra del proyecto político del APRA– reclamarán para sí estratégicos lugares de poder, a cambio de lograr un necesario gobierno de coalición nacional, para que Alan García pueda comenzar a gobernar; y allí será inevitable la confrontación de intereses entre el 55 por ciento de los habitantes peruanos sumergidos bajo la línea de pobreza, y el 10 por ciento de mayores recursos, que aspiran a modelos disímiles de convivencia nacional.

FIGURAS CUESTIONADAS
El vicepresidente de García será el almirante en retiro Luis Giampietri, un ex colaborador del régimen fujimorista y sobre quien pesan graves cargos de violaciones a los Derechos Humanos.

Giampietri dirigió –como oficial de la Marina en actividad– el asalto militar a la isla penal del Frontón en 1986, durante el gobierno de García, que terminó en una matanza masiva de presos acusados de terrorismo. Giampietri se ha pronunciado públicamente en contra del juzgamiento de los militares acusados por violar los Derechos Humanos, tema que García ha eludido durante toda la campaña.

CORTA LUNA DE MIEL

Esta situación de fragilidad, y el acompañamiento a este nuevo gobierno de figuras por demás cuestionadas en la vida política del Perú, puede llegar a redundar negativamente en las elecciones municipales y de distritos de finales de este año.

Ahora, habrá que ver cómo arranca la luna de miel política que representan los primeros cien días de gobierno, y qué medidas tomará este nuevo presidente para intentar lograr un consenso que posibilite una mayor profundización de la vida democrática peruana.

Por lo demás, y quizás parafraseando intencionalmente a un (hoy) denostado presidente argentino que gobernó durante toda la década del noventa, Alan García ha prometido al pueblo peruano que no los voy a defraudar.