Ciro Di Costanzo critica la euforia del gobierno mexicano ante la reforma migratoria integral aprobada en Estados Unidos –que contempla, entre otras cosas, la posibilidad de regularizar a los inmigrantes indocumentados que lleven más de 5 años en territorio estadounidense– y recuerda que contrasta notablemente con la actitud de prudencia e incluso de rechazo que han manifestado la mayoría de los líderes de las organizaciones latinas. Di Costanzo dice que ni las reformas del Senado y ni la de la Cámara de los Representantes representan una victoria real para México ni tampoco para los mexicanos en suelo estadounidense.
Ciro Di Costanzo es periodista y analista de política internacional. Conduce actualmente uno de los programas más importantes de radio de México (Reporte 98.5fm en su tercera emisión) y es catedrático de Comunicación y Política Internacional en la Universidad Iberoamericana. Ha realizado coberturas internacionales y fue fundador del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales. Da conferencias en las principales universidades de su país y en el extranjero.
CON UN ¡VICTORIA! Y EL PUÑO DERECHO ARRIBA, celebró el presidente mexicano Vicente Fox la aprobación de la iniciativa migratoria por parte del Senado de Estados Unidos.
La reforma migratoria integral aprobada contempla, entre otras cosas, la posibilidad de regularizar a los inmigrantes indocumentados que lleven más de 5 años en territorio estadounidense y cumplan con ciertas condiciones.
¿DÍA HISTÓRICO?
El presidente Fox soltó las campanas al vuelo y calificó el hecho como un día histórico, dejando sentir por todos lados su algarabía y entusiasmo, en una conveniente gira por Estados Unidos, diseñada, justamente, para realizar el cabildeo necesario y tomarse la foto de la victoria.
No obstante, la euforia del presidente contrasta notablemente con la actitud de prudencia e incluso de rechazo que han manifestado la mayoría de los líderes de las organizaciones latinas de Estados Unidos.
Los mismos que consiguieron la proeza de sacar a la calle a dos millones de personas en apoyo al inmigrante indocumentado –y que le pusieron un contrapeso político y un coste a la falta de adopción de una ley que no beneficie al indocumentado– han rechazado abiertamente la iniciativa.
FALTA LA BATALLA FINAL
¿Por qué contrasta tanto la actitud del presidente con la de las organizaciones pro-inmigrantes? ¿No persiguen acaso los mismos objetivos? ¿O es que Fox se precipitó al cantar victoria antes de tiempo?
Quizás el presidente mexicano no se detuvo a pensar algunas de las posibles consecuencias de las dinámicas político-sociales de la adopción de la actual propuesta senatorial que espera a ser negociada o empatada con la iniciativa de la Cámara de Representantes.
Ambas propuestas son diametralmente distintas, ya que la del Senado se orienta a la condición del inmigrante y la de la Cámara Baja se orienta a la seguridad y protección de la frontera.
De ese híbrido saldrá una Ley para ser firmada por el presidente estadounidense; por tanto, falta todavía la batalla final, aunque desde el gobierno mexicano ya están celebrando.
EL PAGO A LOS MÁS CONSERVADORES
Por otra parte, habrá que pensar qué precio ha tenido que pagar la Administración estadounidense para matizar o flexibilizar la posición de los legisladores ultra-conservadores para que adoptasen una iniciativa compasiva en el seno del Senado: el envío de soldados a la frontera con México y el levantamiento de un muro transfronterizo (595 km.).
La consecuencia del pago de factura representa más riesgos para los inmigrantes que beneficios. De hecho, a quienes ya esta beneficiando es a las bandas delictivas de traficantes de personas (comúnmente llamados polleros).
Las tarifas de los polleros se han duplicado, por lo que, según los especialistas, las medidas de la Administración estadounidense, lejos de inhibir el cruce de personas en la frontera, fomentará la creación de mafias de traficantes de indocumentados. Y se sumará a los abusos y a la corrupción en una cadena de complicidades entre autoridades de un lado y otro de la frontera.
¿VICTORIA PARA MÉXICO?
Finalmente, la iniciativa senatorial contempla, entre otras cosas, el cobro de una multa de 20 mil dólares para los empleadores por cada inmigrante indocumentado contratado, lo que supondría poner en la calle a miles de personas que se encuentran ya en territorio estadounidense y que difícilmente podría volver a encontrar trabajo.
Además de arrojarlos al paro y a actividades no productivas e incluso delictivas, afectaría el envío de remesas a México.
Todo lo anterior, además tendrá que ser incorporado a la draconiana iniciativa Sensenbrenner, por lo que podría esperarse, en la lógica de una negociación, que los beneficios contemplados, como la regularización de millones de ciudadanos mexicanos, disminuirían de forma notable.
¿Victoria?
¿Qué opina usted de este análisis? Le invitamos a publicar su comentario