Por Ricardo Quesada Oré (para Safe Democracy)

Ricardo Quesada Oré dice que Alan García ha ganado en Perú –frente al nacionalista Ollanta Humala y a la conservadora Lourdes Flores— por ser considerado el mal menor para el país, pero también por simbolizar la única alternativa democrática y la esperanza para millones de peruanos, pese a su desastroso pasado. Ricardo Quesada detalla las dificultades que enfrentará el nuevo gobierno y cree que Alan García debe tener entre sus prioridades aliviar los niveles de pobreza, lograr que los resultados del crecimiento económico lleguen a más peruanos y reforzar las instituciones democráticas.


Ricardo Quesada Oré es economista y ha realizado cursos de especialización en la Universidad Carlos III de Madrid. Ha sido profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú y de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas del Perú.

HACE POCOS DÍAS, ALAN GARCÍA PÉREZ (AGP) fue electo presidente del Perú para el período 2006-2011. AGP es recordado como el principal artífice de una de las peores crisis económicas de la historia peruana.

Tras ganar en 1985 con un fuerte respaldo popular, el gobierno de García implementó una serie de medidas populistas que llevaron a la hiperinflación, al paro, a pérdida de reservas, pobreza, aumento de la burocracia, al aislamiento del mercado internacional y de la inversión extranjera: en resumen, un país en bancarrota.

Asimismo, en el frente social, el Perú atravesó una de las épocas más sangrientas debido a la actuación de grupos terroristas que pusieron en riesgo la democracia y causaron miles de muertos y desaparecidos.

VOTAR AL MAL MENOR
Ante este precedente y dada la magnitud de los hechos, ¿por qué ganó AGP las elecciones? ¿Cómo pasó de ser el tercero en las encuestas –a pocas semanas de los comicios– a obtener la presidencia?

La respuesta más clara la tenemos al observar quiénes fueron sus contrincantes. En la primera vuelta, con un Ollanta Humala ocupando el primer lugar de las encuestas –pero sin mayoría absoluta– García tenía como meta llegar a una segunda vuelta electoral. Así, con un discurso dirigido a la juventud, y en contra de la derecha tradicional desplazó –al igual que en 2001– a la candidata conservadora Lourdes Flores.

LOS RICOS NO GANAN
Flores cometió nuevamente el error de rodearse de los grupos de poder económico: en un país con marcadas desigualdades sociales, con la mitad de la población en niveles de pobreza, es muy difícil que un candidato asociado a los ricos pueda conquistar el voto popular.

En la segunda y decisiva vuelta electoral, García enfrentó a Humala, un militar retirado que cobró fama por realizar un levantamiento contra el ex presidente Alberto Fujimori. Humala se valió de consignas nacionalistas y anti-americanas para mostrar un cambio significativo con respecto al actual régimen. Al estilo de Chávez y Morales, trató de convertirse en el abanderado del nacionalismo en el Perú.

CHÁVEZ HUNDIÓ A HUMALA
Si bien Humala fue visto por sus simpatizantes como una nueva opción a los políticos tradicionales (similar escenario llevó a Toledo a la presidencia en 2001), su campaña electoral estuvo asociada a enfrentamientos, violencia y posturas de tendencia autoritarias.

Desde el exterior, el apoyo del presidente venezolano jugó un rol importante en la derrota de Humala. La idea del bloque Castro-Chávez-Morales-Humala en la región desplazó muchos votos a favor del APRA.

Cabe destacar que García supo explotar inteligentemente la injerencia de Chávez en las elecciones peruanas a su favor. En resumen, Humala fue víctima de lo que consideró sus principales cartas: un estilo político de enfrentamiento y una política nacionalista.

LA ÚNICA OPCIÓN DE LA DEMOCRACIA
En ese contexto, AGP se presentó como la única opción democrática para el país. Mucha gente tuvo que olvidar aquellos cinco años de gobierno de García, y decidió darle una nueva oportunidad.

Pero si bien AGP es el vencedor de las elecciones, hay otros resultados que se deben analizar en nuevo escenario político peruano.

En primer lugar, Humala ha ganado ampliamente en la zona sur del país, una zona con los mayores índices de pobreza y que no ha visto mejoras sustanciales en los últimos años. Este bloque regional puede ser el fortín de la lucha opositora que Humala ya ha declarado dará a AGP, en contrapunto con la posición del resto de partidos, quienes ofrecerán una tregua política al nuevo gobierno aprista.

ECONOMÍA Y SOCIEDAD
Por otro lado, el movimiento de Humala será la primera fuerza política en el próximo Congreso. Sin dudas, esto hará que el APRA se vea obligado a suscribir alianzas para poder sostener la gobernabilidad. García recibirá un país con muy buenos indicadores macroeconómicos –crecimiento, baja inflación, altas reservas internacionales– pero con un escenario social muy difícil.

Los resultados macroeconómicos no logran convertirse en más trabajo y las protestas sociales serán el pan de cada día. AGP sabe que, a diferencia de 1985, esta vez no tiene un cheque en blanco, y es consciente de que muchos de los votos que conquistó en esta segunda vuelta fueron porque era considerado el mal menor. En ese sentido, debe evitar caer en políticas populistas, evitar el clientelismo político y convocar a técnicos de primer nivel.

LA ESPERANZA DE MILLONES DE PERUANOS
El nuevo gobierno debe tener entre sus prioridades: aliviar los niveles de pobreza, lograr que los resultados del crecimiento económico lleguen a más peruanos y reforzar las instituciones democráticas.

Pero esto no se logrará si la sociedad no tiene objetivos comunes, ni visión de país, y si el gobierno no lleva a cabo políticas claras y coherentes que brinden seguridad a la inversión y al desarrollo de nuevo capital.

AGP tienen una nueva oportunidad, quizás beneficiado por la coyuntura, más que por sus propios méritos. Esperemos que –tal como lo afirma– haya cambiado y sepa liderar una nueva etapa en el país.

Los millones de peruanos en situación de pobreza así se lo reclaman.

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