Por José Luis Gómez Garavito (para Safe Democracy)

José Luis Gómez examina las claves del éxito de Álvaro Uribe en Colombia y cree que por encima de los gustos, muchos análisis pueden hacerse del resultado electoral arrasador, pero el más relevante es que los colombianos han apoyado y apoyan de manera clara una política que privilegia la seguridad. Gómez Garavito dice que el voto por Uribe no fue un voto de castigo ni de desesperación, sino un voto de confianza hacia un presidente popular, pero no populista, quien amplía así y concentra el poder, en el tiempo y en el espacio, de manera constante e infatigable, para pesar de sus críticos.


José Luis Gómez Garavito es abogado y está realizando su doctorado en Derecho Público en la Universidad de París X Nanterre. Ha sido profesor de Historia de las Ideas Políticas en la Universidad de Rosario de Bogotá. Es investigador adscrito al CEDIN-Paris X, Centro de Estudios de Derecho Internacional.

ES HABITUAL QUE ANTE UN MISMO HECHO político las reacciones sean muy diferentes. Al fin de cuentas todos hablan de la feria conforme a cómo en ella les fue.

¿Qué decir pues de las elecciones presidenciales en Colombia donde fue reelegido Álvaro Uribe por otros 4 años con una más que cómoda mayoría del 62 por ciento de los votos?

Reeligieron a Barrabás, dirán los menos contentos, que, ante tan contundente resultado, señalarán los límites de la democracia formal, en la cual tampoco creen mucho. Resaltarán que el índice histórico de abstención, del 54 por ciento, se mantuvo.

LOS MÁS CRÍTICOS
No es la voluntad democrática expresada en estas urnas la fuente de legitimidad que inspira esta posición, añadirán. El uso del poder para perpetuarse será mencionado como elemento para desacreditar el resultado. Como en todas las reelecciones.

Triunfo del continuismo sobre el cambio, dirán los perdedores. ¡Sí hay perdedores!

A diferencia del anterior grupo, están dentro del sistema, pero no comprenden cómo no han sido ellos los escogidos. Se dice que las minorías son un futuro promisorio en gestación o rezagos de una antigua grandeza. Por ello, el Polo Democrático se mostró en alza con el 22 por ciento de los votos, mientras que el Partido Liberal, con el 11 por ciento, hace maromas para afrontar la debacle histórica. Unidos, eso si, ambos los dos, en su sorpresa por la magnitud, ¡por tanta diferencia!

POPULARIDAD SIN POPULISMO
!Oh gloria inmarcesible!, palabras con las que empieza el himno colombiano, será en cambio la expresión jubilosa de los ganadores. No es la apoteosis, pero casi. Aquí se resaltará la amplitud del resultado, y, sobretodo, que fue otorgado un voto de confianza a un gobierno no caracterizado por su populismo.

Popularidad sin populismo: una posible síntesis de lo acontecido. Sin necesidad, además, de una segunda vuelta donde las alianzas y los compromisos siempre debilitan.

¿LUCHA POR LA PAZ O CONTRA LA VIOLENCIA?

Por encima de los gustos, muchos análisis pueden hacerse del resultado electoral: su incidencia en el contexto latinoamericano, el apoyo de y a Washington, la expresión de la opinión por fuera de los partidos políticos tradicionales, la reelección como un elemento de parlamentarismo y a la vez de concentración del poder, entre otros.

Pero, sin duda, si el nombre de Colombia es asociado mundialmente a la violencia, la pregunta central surge casi sola: ¿la lucha por la paz o contra la violencia sale fortalecida con tal resultado?

PRIVILEGIANDO LA SEGURIDAD
Los colombianos que votan, la mayoría, manifestaron de manera clara su apoyo a una política que privilegia la seguridad; y que pretende rescatarla como premisa previa que permita el desarrollo y lo social.

El voto por Uribe no fue un voto de castigo ni de desesperación. Fue un voto de confianza, para quien amplía y concentra el poder, en el tiempo y en el espacio, de manera constante e infatigable, para pesar de sus críticos.

Pero la noticia no es Uribe. La noticia es que los colombianos, bueno, no todos, la mayoría de los que votan, están por fin contentos con un gobierno. Qué cosa tan rara: ¡contentos con un gobierno!

Ya era hora.

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