Por Zidane Zeraoui (para Safe Democracy)

Zidane Zerauoi dice que México se encuentra en una atmósfera de ingobernabilidad no conocida anteriormente, y que a pesar del autoritarismo del PRI (durante décadas en el poder), es justo reconocer que el partido le dio al país estabilidad política y crecimiento económico durante un largo período de tiempo. Zerauoi cree que independientemente de quién logre certificar su victoria –si Calderón o López Obrador— el país será ingobernable. Y añade que, dada la situación actual, ninguno de los dos candidatos podrá dirigir al país de una manera efectiva: solamente con el nombramiento de un presidente provisional y la celebración de nuevas elecciones (no previstas en la Constitución) podría México darle una salida positiva a la democracia.


Zidane Zeraoui es profesor de Relaciones Internacionales y coordinador de la Maestría en Estudios Internacionales en el Tecnológico de Monterrey, México.

LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES EN MÉXICO, el 2 de julio pasado, han dejado el país en una atmósfera de ingobernabilidad que durante las siete décadas en el poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI), no se había conocido.

A pesar del autoritarismo del PRI, es justo reconocer que durante un largo período el partido le dio al país estabilidad política y crecimiento económico, por lo menos hasta la década de los años setenta.

ESCASOS AVANCES INSTITUCIONALES

La no reelección, el peso presidencial para nombrar su sucesor, pero su silencio de oro una vez terminado su mandato, la fuerte cohesión partidista y el discurso nacionalista le permitieron crear un sistema estatal que logró sobrevivir a varias crisis, hasta su debilitamiento con Miguel de la Madrid y su muerte, con la victoria de Fox en el año 2000.

Pero dado como se vienen dando los acontecimientos, e independientemente de quién logre certificar su victoria –Felipe Calderón del Partido Acción Nacional (PAN) o Andrés Manuel López Obrador del Partido de la Revolución Democrática (PRD)– el próximo sexenio en México será de pocos avances institucionales.

UN PAÍS DIVIDIDO
Si Felipe Calderón logra imponer su supuesta mayoría de votos –el 0,45 por ciento sobre su rival, según los datos preliminares del Instituto Federal Electoral–, tendría poca legitimidad como presidente de un país profundamente dividido y con el control de solamente la tercera parte del Congreso; frente a este escenario no podrá aprobar leyes sin el respaldo del PRI, un apoyo que le costará muy caro a Calderón.

Inclusive con una mayoría legislativa, su principal problema será la fuerza de movilización de López Obrador que puede hacer del próximo sexenio, una pesadilla para el PAN, en particular en la capital del país de mayoría peredista (PRD).

BUSCANDO LA SALIDA POSITIVA
Sin embargo, si el Tribunal Electoral falla a favor de López Obrador, este último con solamente la tercera parte del Congreso, será víctima del acoso de la mayoría panista (PAN) y el país sería ingobernable.

En la situación actual ninguno de los dos candidatos puede dirigir al país de una manera efectiva. Solamente con el nombramiento de un presidente provisional –de hecho se menciona a puertas cerradas el nombre del rector de la máxima casa de estudios, Juan Ramón de la Fuente– México lograría darle a la democracia una salida positiva con nuevas elecciones que deberán enfrentar solamente a los dos candidatos mayoritarios, es decir una segunda vuelta que no prevé la Constitución mexicana.

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