Por Abuy Nfubea (para Safe Democracy)

Abuy Nfubea se adentra en la historia congoleña de las últimas décadas para demostrar por qué el país ha sido mucho más que el escenario estratégico donde se ha librado hasta hace poco la gran batalla de intereses por los recursos naturales, donde se han probado armamentos y se fomentaron o mantuvieron guerras por delegación. Después de más de cuarenta años sin elecciones, guerras civiles y violencia, la República Democrático del Congo se enfrenta hoy a la posibilidad de una transición democrática. Conozca a continuación algunos acontecimientos representativos de la historia del país, quiénes son los candidatos que se disputan el poder y qué representan.


Abuy Nfubea es periodista especializado en temáticas africanas. Preside la Federación Panafricana de Comunidades Negras de España y colabora con decenas de medios de comunicación. Imparte conferencias y da clases sobre la realidad africana en la Universidad Complutense de Madrid, en la Universidad Carlos III de Madrid, en la UNED y otras.

EL PUEBLO CONGOLEÑO FUE LLAMADO A PARTICIPAR (el pasado 30 de julio) en las primeras elecciones multipartidistas de carácter presidencial y legislativo con un total de 33 candidatos y 25,7 millones de electores. En la tierra que viera nacer a Simon Kimbangu, conviven más de 450 pueblos –la mayoría votan por primera vez en un país con más de la mitad de la población por debajo de los veinte años– en más de 50.000 oficinas de voto.

Pero la República Democrática del Congo es casi un continente, con 42 millones de habitantes. En efecto, se trata de un país con años de guerra civil y una transición sangrienta repleta de cambios como la nueva Ley electoral y la Constitución. Y aunque los cambios llegan con muchas dificultades, sí inciden en lo simbólico de la acción política y en el propio proceso democrático africano, como es la restauración de la bandera azul con estrellas amarillas en la parte lateral, más conocida como bandera de Kananga abolida por Mobuto.

¿Y LOS CANDIDATOS?
El candidato con más posibilidades es el actual presidente del gobierno en transición, quién ha liderado las reformas constitucionales y por tanto es el favorito en las encuestas a pies de urna: Joseph Kabila (con un 46 por ciento de intención de voto). Es hijo del mítico ex presidente Laurent Désiré Kabila, y ha heredado el puesto de su padre asesinado en abril de 2001.

Aunque concurrió oficialmente sin partido como caudillista independiente, lidera la Alianza para la mayoría presidencial, formación que desde los círculos lumumbistas se acusa de pro-estadounidense. Pero expertos en África coinciden en señalar que lidera una de las pocas formaciones capaces de obtener votos en todo el país.

BEMBA FUERTE EN KINSHASA
El otro candidato con posibilidades ha recibido cerca del 28 por ciento, según datos oficiales, y mantiene un apoyo firme en la capital Kinshasa. Bemba, del Movimiento por la liberación de Congo (MLC), quien se autoproclamó (el pasado 29 de julio) triunfador en las elecciones presidenciales, 24 horas antes del inicio de la votación. Ha sido líder de un antiguo grupo armado, reconvertido hoy en partido político, y encabezó –con el apoyo de la vecina Uganda– el segundo grupo rebelde más importante durante la guerra mundial africana que azotó la región de 1998 a 2002. Bemba es un próspero hombre de negocios, hijo de un rico empresario allegado a Mobutu Sesee Seko, lo que le ha permitido extender su campaña por varias ciudades del país.

NZUZI WA MBOMBO, MPOLO Y KAVIDI
Otro nombre que suena es el de Nzuzi wa Mbombo, del Movimiento popular de la revolución.

Es llamativo el hecho de que los cuatro candidatos de la democracia cristiana compiten por separado. También es novedad que aparezcan candidatas mujeres, entre las que destacan Maria Teresa Mpolo (del Partido por la paz y Nlandu Kavidi del Unión por la defensa de la República), dos hermanas que han ganado cierta popularidad, sobre todo si tenemos en cuenta que nadie las conocía antes del regreso de su exilio en Estados Unidos. Eso sí, al parecer, con mucho dinero.

Pero como ha quedado claro, a pesar de la alta participación, se tardará varias semanas en conocer los resultados finales. Aunque Kabila Junior tiene una ventaja en los escrutinios preliminares estaría por debajo de la mayoría absoluta, lo que forzaría una segunda vuelta. Se considera que el escrutinio está siendo lento, aunque la misión de la EURAC ha señalado que –a pesar de ciertos obstáculos que afectaron a la naturaleza de los comicios, como la ausencia de urnas en las provincias del este y el centro, así como una insuficiente cantidad de tinta indeleble– se ha respetado el alto el fuego por parte de los grupos armados.

UN POCO DE HISTORIA
Durante la guerra fría se llevó acabó los magnicidio de Lumumba y del entonces secretario general de la ONU, el sueco Hammarskjold, lo que se ha dado en llamar el crimen de Ndola. El despliegue de las tropas de la ONU en el Congo no resolvió la crisis ni terminó con los problemas de Hammarskjold en la sede en Nueva York.

Kasavubu destituyó a Lumumba, quien inmediatamente anunció que deponía al presidente. Mobutu, agente de la CIA y comandante del Estado Mayor, se apropió del poder.

Uno de sus primeros actos fue acusar a Lumumba de comunista e inmediatamente expulsar a todas las embajadas del bloque soviético. Kasavubu quedó como presidente nominal, pero Lumumba fue arrestado, finalmente tras presiones del rey de Bélgica, cuñado de la reina Sofía; Kennedy aprobó la eliminación física de Lumumba, que fue entregado a sus enemigos de Katanga donde fue asesinado brutalmente en 1961 y su cuerpo diluido en ácido. Tshombe persistió en su desafiante separatismo, acuñó monedas y alistó a mercenarios europeos (algunos españoles) para reforzar la separación de Katanga. Duró lo que el martiniqúes Aimé Cesaire denominó una estación.

CASCOS AZULES Y MERCENARIOS BLANCOS
La asamblea plenaria de la ONU reunió a 57 ministros de Exteriores y 23 jefes de Estado, incluyendo a Eisenhower y a Macmillan por parte de la OTAN, Chu En lai y Krushchev por el bloque soviético, y Nehru, Nkrumah, Nasser y Castro de los países no alineados.
Y como las potencia occidentales ejercían el derecho de veto, el 17 de febrero de 1961, el Consejo de Seguridad reforzó el mandato de Hammarskjold para poder prevenir la guerra civil en el Congo.

La independencia de Katanga –como hoy Montenegro– estaba apoyada por Bélgica, Francia, Inglaterra, Sudáfrica, Estados Unidos, las compañías del diamante (De Beers) y el vecino protectorado inglés gobernado por el Apartheid Rhodesia del Norte (hoy Zambia). A fines de agosto de ese mismo año, con unos 16 mil soldados de la ONU en Congo, Hammarskjold decidió actuar, ordenando el arresto de los bancos europeos y estadounidenses que estuvieran en Katanga. Entonces, Occidente atacó al secretario general, acusándolo de procomunista y antioccidental. El 12 de septiembre, luego de confesar a un colega de la ONU que renunciaría si no resolvía el problema de Congo, partió de Nueva York encontrándose a su llegada con enfrentamientos armados entre los cascos azules y los mercenarios blancos. Tshombe se había refugiado bajo la protección de la Rhodesia del Apartheid. Hammarskjold propuso a Tshombe una reunión en Ndola, al otro lado de la frontera. Enviando antes al diplomático británico lord Landsdowne en el DC4 reservado para su uso personal, el sueco viajó ante una delegación de 9 asistentes en otro avión de la ONU llamado Albertina. Todos murieron en un oscuro accidente del que una comisión de Naciones Unidas –con el voto de Estados Unidos y el Reino Unido– declaró reservado.

ENFRENTAMIENTOS IDEOLÓGICOS
Tras la desaparición de Lumumba y Hammarskjold, tal y como hizo con Sadam en Irak o Bin Ladeen en Afganistán, la CIA recompensó a Mobutu armándole por su alianza durante la guerra fría contra el comunismo africano. Uno de esos enemigos era el régimen de Marien Ngouabi. Como oposición al marxismo, Mobuto adoptó una línea de la ideología de la Negritud de Senghor (también pro-occidental) conocida como Autenticité cuya expresión visible fue la africanización de los nombres. Congo se convirtió en Zaire y Josep Desiré en Mobuto Seseko. La guerra fría en África fue de todo menos fría.

Conocer esta realidad resulta esencial si queremos comprender la situación de la República Democrática del Congo, algo que no ha sido suficientemente explicado ni por la academia ni la opinión publica europea, más allá de los reduccionismos simplistas impuestos por los intereses confusos. Si así fuera nos daríamos cuenta que fue en África y concretamente en Congo donde se ha librado hasta hace poco la gran batalla de intereses entre Occidente y el Pacto de Varsovia no sólo por los recursos naturales como el oro, el petróleo, los diamantes, la madera, y sobre todo el coltán (este último mineral que posibilitó a Europa, Estados Unidos y la Unión Soviética desarrollar la carrera espacial y que hoy sirve para el desarrollo y la carrera tecnológica de Internet), sino también fue escenario de los enfrentamientos de distintos paradigmas políticos en disputa.

WASHINGTON Y MOSCÚ
En Congo encontraron un escenario donde probar su nuevo armamento, exportar y desarrollar sus respectivas ideologías en áreas de influencia donde fomentaron o mantuvieron guerras por delegación a lo largo y ancho de África, y muy especial en el corazón del continente africano.

Mientras Moscú y La Habana enviaron al Che Guevara en ayuda del movimiento lumumbista, además de tropas a Angola, armas al FRELIMO y asesoramiento a Tomas Shankara, Washington y París apoyaron conjuntamente dictaduras negras como Houphouet-Boigny en Costa de Marfil, guerrillas como RENAMO en Mozambique, Savimbi en Angola (el monarca alawi Hassan II) y sobre todo gobiernos del llamado Cinturón Blanco (minorías racistas de supremacía blanca en Zimbabwe, Sudáfrica, Angola, Namibia y el resto del conosur africano).

Con la caída de la Unión Soviética, los gobiernos pro-soviéticos se convirtieron al neoliberalismo, promovidos por el FMI. Como Roma no paga a traidores, Miterrand, Clinton y Bush padre dejaron caer a Mobutu por los rebeldes de Kabila padre, más tarde le tocó el tuno a Savimbi y recientemente Jhon Garang en Sudán.

CONTEXTO REGIONAL
La región de los Grandes Lagos es de relevancia estratégica por sus potenciales efectos estabilizadores, así como por sus recursos, y ha sido escenario de la denominada primera guerra mundial africana. En esta guerra no reconocida, especialmente en Ruanda, el gobierno de Kabila, Francia y Estados Unidos se enfrentaron sobre el enorme territorio y los ricos depósitos de mineral implicándose en el control y gestión de los recursos naturales.

Laurent Kabila fue asesinado en 2001, pero las luchas continuaron durante el gobierno dirigido por su hijo Joseph. Esta guerra –que desestabilizó notablemente la región– constituyó el antecedente de la actual sangría en Ituri. Así lo permitió Occidente, que ha participado gustoso mediante la cooptación intelectual de las propias elites en el saqueo, tal y como señala Lwenshi Kinshasa. A pesar de que Congo tiene un potencial hidrológico para dar luz a media África, sólo tienen luz nada más que algunas zonas de las grandes ciudades.

SIN PAGAR POR LOS CRÍMENES
Y lo peor aún es que a pesar de que en los últimos años se han sucedido acuerdos de paz en los que participan todos los países de la región –y a pesar de la progresiva estabilidad de las potencias vecinas como Ruanda, Burundi, y sobre todo, la Uganda de Musuveni– los responsables de la violencia no han pagado por sus crímenes. Es más, ahora apoyados por Europa, concurren a las elecciones como los salvadores del país.

Cabe apuntar que muchos países de la región se involucran en conflictos, no tanto por intereses estrictamente suyos, sino como servicio prestado a las potencias occidentales: es el caso de Uganda, que ha sido palanca para las potencias anglosajones contra el régimen de Habyarim ana, pro francés.

ESPAÑA Y CONGO
El interés de España por la República Democrática del Congo no es nuevo. Las relaciones entre ambos países datan de 1501 (durante el rey Alfonso I), cuando la Corona de Castilla, entonces unida a Portugal, firmó acuerdos bilaterales para garantizar, organizar y dirigir el tráfico de esclavos.

El gobierno de Franco dio asilo político al entonces líder del movimiento nacional katangueño (Mose Tshombe), residiendo en Alcorcón y Alicante; a cambio Congo abrió su embajada en el Paseo de la Castellana en Madrid (en 1972) por gestión del Ministro de Asuntos Exteriores español, y desde entonces Mobutu ha venido manteniendo excelentes relaciones comerciales y diplomáticas con todos los gobiernos democráticos (Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González, Aznar y ahora, Zapatero).

Veraneante ilustre de Marbella, fue huésped honorífico del alcalde Jesús Gil, quien organizó la gestión para fletar la llegada de una farmacéutica con capital español que realizara experimentos con la población africana con fármacos ilegales (y que utilizaron como cobayas de laboratorio a más de 1920 personas de las que fallecieron casi la mitad).

ARMAS Y MISERIA
Los intereses de mercado refuerzan la alianza entre la industria de armas y la miseria africana. La industria armamentística ha contribuido a mantener duraderos y devastadores conflictos. Grandes compañías que compiten entre sí para acaparar el mercado africano.

Los exportadores son Occidente, el ex-bloque soviético, España, China, Israel y Sudáfrica. Según afirma Intermón Oxfam, España es el principal vendedor de armas a Congo siendo además el octavo exportador de municiones para armas ligeras del mundo, y el principal exportador mundial de este material al África kemítica.

Los conflictos se agravan por la modernización de los medios de violencia utilizados. Esta modernización hace durar más y hace más daño. La obra de Kwame Nkrumah, Neocolonialismo, última etapa del Imperialismo (Siglo XXI, México) ilustra de un modo más nítido las relaciones e intereses económicos españoles en Congo.

Desde 1973, España fomentó el asentamiento de empresas en Congo, la mayoría extractoras de diamantes y minerales.

GARANTIA Y ESPERANZA
España ha enviado tropas de la Guardia Civil dentro de la misión EUFOR para garantizar la seguridad de los comicios.

Sin embargo, durante la época en que Ana Palacio y Josep Piqué fueron ministros de Asuntos Exteriores, España votó siempre en contra de la investigación y sanción a Bélgica y a Francia por los genocidios de Ruanda y Burundi donde murieron más de 3 millones de personas.

La importante presencia internacional (16.200 cascos azules de la Misión de Naciones Unidas para el Congo, MONUC) se ve ahora reforzada ahora por el envío por parte de la Unión Europea de 1.200 militares y el refuerzo de otros 1.000 enviados por los países vecinos.

Con la aprobación en las cortes españolas (junio de 2006) de la misión EUFOR en la R.D.C. España contribuyó con cerca de 130 efectivos militares y legionarios a las labores de control y observación de comicios, siendo esta la tercera contribución europea de apoyo a la MONUC.

¿TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA?
Este despliegue es parte del proceso de fortalecimiento de la transición democrática aprobado el pasado junio de 2003 por el Parlamento europeo –más conocido como operación artemis— cuyo objetivo es realizar misiones de estabilización, desarme, desmovilización y reinserción social de los grupos armados, que debería culminar con la oración de una misión de policía (guardia civil) en la capital Kinshasa en el marco de la EUPOL.

Un viejo conocido diplomático español, experto en la zona, expresó que desde la época del famoso discurso de independencia de Lumumba no se había generado tanta esperanza y participación social en la población africana que espera que mucho más que un simple arreglo superficial. Y más porque el éxito de la transición democrática –y de las elecciones sin violencia garantizada por la implicación de las fuerzas de ECOMOC y la gestión diplomática de la Unión Africana– supone una garantía general de esperanza para la consolidación de los procesos democráticos en toda África.

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