¿Cómo serán las relaciones entre China y Japón frente al nombramiento del nuevo primer ministro Shinzo Abe y tras la amenaza nuclear de Corea del Norte convertida en una realidad? El autor cree que tanto Pekín como Tokio se oponen frontalmente a la nuclearización de la península de Corea y el rechazo común puede ayudar mucho en las relaciones bilaterales. Pero a la hora de plantear qué medidas tomar frente a Pyongyang surgirán las discrepancias.



LAS VISITAS DEL ANTERIOR PRIMER MINISTRO JAPONÉS, Junichiro Koizumi, al Templo Yasukuni supusieron un severo revés a las relaciones entre Tokio y Pekín. Por consiguiente, la elección de un nuevo primer ministro en Japón (a finales de septiembre) era vista como una oportunidad para revitalizar los lazos entre las dos grandes potencias de Asia Oriental.

Los tres candidatos a reemplazar a Koizumi (Shinzo Abe, Taro Aso y Sadakazu Tanigaki) coincidían en la necesidad de impulsar las relaciones con China. De ahí que desde antes de la elección del nuevo primer ministro ya se estuviesen definiendo los detalles de la visita que haría a China tras su nombramiento.

LA ELECCIÓN DE SHINZO ABE
El parlamento japonés eligió por amplia mayoría a Shinzo Abe como nuevo primer ministro de Japón. Desde un primer momento, Abe listó entre sus prioridades la recuperación de las relaciones con China y con Corea del Sur. Sin embargo, estos buenos deseos chocan con otros de los puntos de su programa como la reforma de la Constitución pacifista japonesa, la implementación de una política exterior más asertiva, el reforzamiento del ejército japonés, y el estrechamiento de la alianza con Estados Unidos.

Estas incoherencias, al igual que el discurso revisionista de Abe sobre la historia del imperialismo militarista nipón –muy influido por su abuelo Nobusuke Kishi, miembro del gobierno de Manchukuo encabezado por criminal de guerra Hideki Tojo– crean incertidumbre sobre la posible evolución de la relación de Japón con sus vecinos. Particularmente significativo será ver si Abe sigue los pasos de su predecesor y visita como primer ministro el Templo Yasukuni.

UN JAPONÉS EN PEKÍN
La visita de Abe a China (8 y 9 de octubre) ha sido enormemente significativa y exitosa. No sólo pone fin a un lapso de 5 años sin que un primer ministro japonés visitase China, sino que es la primera vez en la historia que un primer ministro japonés elige China como destino para su primera visita de Estado.

El gesto político ha sido muy apreciado por las autoridades chinas y los medios oficiales chinos no se han cansado de repetir que esta cumbre desbloquea las relaciones políticas entre China y Japón, por lo que confían en que éstas mejoren en el futuro.

EL ENSAYO NUCLEAR NORCOREANO
Tanto Pekín como Tokio se oponen frontalmente a la nuclearización de la península de Corea, de ahí que ambos hayan criticado rápidamente y sin paliativos el ensayo nuclear realizado por el ejército norcoreano. Este rechazo común puede ser otro factor positivo en la recuperación de sus relaciones bilaterales.

Sin embargo, a la hora de plantear qué medidas tomar para hacer frente a dicho ensayo, es posible que surjan discrepancias.

Japón se ve a sí mismo como objetivo de un eventual ataque nuclear norcoreano y será más propenso a aplicar el capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas. China, por su parte, teme ante todo las consecuencias humanitarias y geoestratégicas que podría tener el repentino derrumbamiento del régimen de Pyongyang, de ahí que rechacen el uso de la fuerza contra el régimen norcoreano y sean más propensos a defender la vía diplomática.

En este asunto, el escenario más dañino para las relaciones sino-japonesas sería que Japón aprovechase la coyuntura creada por la amenaza norcoreana para enmendar o reinterpretar su Constitución con vistas a reforzar el papel de su ejército.