¿Quién puede detener el programa nuclear en Irán?
Ricardo Israel Z. explica que los únicos capaces de detener el programa nuclear de Irán son los propios ayatolás. Israel Z. piensa que ni el impedimento del ingreso de barcos y aviones a Irán, ni las sanciones internacionales, ni el ataque a instalaciones nucleares serían efectivos para contener a un régimen que tiene la capacidad, los recursos y la voluntad de continuar con sus planes nucleares. Entienda a continuación por qué la solución está en los propios ayatolás, el verdadero e indiscutido poder.
Ricardo Israel Z. es abogado y politólogo. Tiene un Ph.D. y un master en Ciencia Política de la Universidad de Essex y es Catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Chile. Dirige el Centro Internacional para la Calidad de la Democracia y la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Autónoma de Chile. Preside el Comité de Fuerzas Armadas y Sociedad de la Asociación Mundial de Ciencia Política. Ha publicado decenas de libros y ensayos traducidos a varios idiomas y es conductor y comentarista de programas políticos e internacionales en Radio y TV.
NO PARECE FÁCIL QUE IRÁN RENUNCIE A SU PROGRAMA NUCLEAR. Tampoco que las sanciones o las presiones internacionales logren ese objetivo; aún menos después de que Corea del Norte desarrollara su armamento atómico. En efecto, si tuvo éxito un país pobre, ¿por qué no lo podría lograr uno de los principales productores de petróleo?
Corea del Norte demostró lo mismo que la ex Unión Soviética y China en su tiempo, es decir, que un sistema centralizado puede concentrar recursos en un proyecto de esta naturaleza y lograr el propósito que busca, aún a costa del alimento y energía de la población y de los bienes de consumo imprescindibles.
CAPACIDAD, RECURSOS Y VOLUNTAD
India y Pakistán también tuvieron éxito en este ámbito, tanto en la construcción de armamento atómico como en generar la capacidad misilística necesaria para transportar las ojivas. Entonces, ¿por qué no lo lograría Irán? Ese es el tema de fondo, y aunque todo parece indicar que todavía le faltan años para cumplir ese propósito, es cuestión de tiempo, y no de recursos o de voluntad política.
Es cierto que son muchos los países que se sienten amenazados por el programa nuclear iraní. Israel podría ser borrado del mapa según las palabras del presidente de Irán, pero también Europa estaría al alcance de los misiles del país persa, lo que llevó a Francia a modificar su antigua doctrina nuclear para permitir ataques contra países que no respetan los acuerdos internacionales; los galos ven en el programa de Teherán una amenaza.
TEMEN A IRÁN; IRÁN LES TEME
Más atemorizados deben estar algunos países árabes, empezando por las monarquías petroleras del Golfo Pérsico y por Arabia Saudí, es decir, los mismos reinos suníes que apoyaron a Saddam Hussein en la guerra que tuvo lugar entre 1980-1988, ya que veían en él un mal menor en relación a la revolución chií de los ayatolás.
Sin embargo, si uno observa el problema desde la perspectiva iraní lo que encuentra son argumentos a favor de continuar con el desarrollo nuclear. Los iraníes se sienten amenazados y rodeados por la presencia de tropas estadounidenses en sus fronteras con Irak y Afganistán, y por el hecho de que, seguramente, Israel posee capacidad nuclear aunque no lo haya reconocido formalmente.
PETRÓLEO, COMERCIO E INSTALACIONES NUCLEARES
¿Quién puede entonces detener el programa nuclear iraní?
La primera alternativa estaría constituida por sanciones internacionales, que difícilmente obligarían a Irán a detener su programa, aún en el muy improbable escenario que Estados Unidos lograra el apoyo de Rusia y de China. Por lo demás, sería mucho más dañina para Occidente la decisión iraní de detener o disminuir su producción de petróleo, sobre todo en términos económicos.
En segundo lugar, cualquier mandato que impidiera el ingreso de naves y aviones a Irán no causaría un efecto tan perjudicial para el comercio internacional como la posibilidad de que los propios iraníes decidieran hundir algunos barcos propios, paralizando en la parte mas estrecha del Golfo Pérsico, la navegación y el tránsito de tanqueros de varios de los productores de la región.
Por último, un ataque quirúrgico a instalaciones nucleares como el efectuado por Israel contra Irak en 1981 parece improbable. Es necesario recordar que Irak se encontraba en medio de una guerra contra Irán, además el programa iraní debe estar repartido entre varios lugares, pero quizá lo más importante es que Irak no disponía de la capacidad de respuesta de la que dispone hoy Irán, no sólo contra Israel y los países árabes sino también contra Europa.
EL INDISCUTIBLE PODER DE LOS AYATOLÁS
¿Qué o quién puede detener entonces el programa nuclear iraní? Aunque parezca sorpresivo, la respuesta puede estar dentro de Irán. En efecto, por encima del sistema político y por popular que sea el presidente y su programa nuclear, hay un poder que no tiene contrapeso: el de los ayatolas.
Ellos son capaces de aclarar las decisiones que son los suficientemente puras desde el punto de vista del Islam. Cuentan con el poder y la legitimidad suficiente para modificar cualquier legislación o remover a cualquier autoridad, incluyendo al programa nuclear y al propio Presidente.
MANTENIENDO LA REVOLUCIÓN
¿Y cuál es la línea roja que los ayatolás nunca van a permitir que se traspase? Aquella que ponga en peligro a la revolución islámica. Es decir, si en algún momento se produjera un escenario nacional o internacional que hiciera peligrar esta revolución, podrían detener el programa nuclear o permitir una negociación al respecto.
Es curioso y llamativo el hecho de que cuando se discuten las alternativas para enfrentar esta situación, se piense siempre en sanciones del Consejo de Seguridad o en un ataque preventivo, pero no se le preste suficiente atención al verdadero e indiscutido poder, el que no está en los políticos o en el ejército iraní, sino en los ayatolás.
Publicado por:
barcafirst
fecha: 10 | 11 | 2006
hora: 4:06 pm
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La conclusión final de que el verdadero e indiscutido poder está en manos de los ayatolás es manifiestamente criticable si no se analiza las consecuencias en términos de poder interno de la elección del primer presidente no clérigo que además no era el candidato del Guía Supremo. Guía que nombró a Lariyani al frente del Consejo de Seguridad Nacional y líder negociador del dossier nuclear. Que sin embargo ha visto obstaculizada su labor, de forma muy eficaz, por el Presidente y sus aliados en la Guardia Revolucionaria. Así que al menos no está tan claro que el poder de los ayatolás siga siendo indiscutido.