Cómo desestabilizar a Georgia (para que no ingrese en la OTAN)

Por Alberto Priego Moreno (para Safe Democracy)

Alberto Priego dice que los comicios celebrados en Osetia del Sur son un intento de desestabilizar a Georgia ante la (remota) posibilidad de que ésta se integre en la OTAN. Priego cree que el líder de la secesión, Eduard Kokoity, no ha logrado la legitimidad internacional que buscaba para la independencia: sólo Rusia ha ofrecido su apoyo, mientras que Estados Unidos, la Unión Europea y la OSCE han expresado preocupación por la situación que se vive en el Cáucaso. Mientras tanto, Georgia se acerca a Occidente.


Alberto Priego Moreno es experto en temas del Cáucaso y Asia Central e investigador en el Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Es autor de «La Evolución del conflicto en Chechenia», «The Creation of the Azerbaijani identity and its influence in the foreign policy», «Georgia: ¿Otra Revolución de Terciopelo?», entre otras publicaciones. Ha trabajado como investigador invitado en East-West Institute y en el Center for Euro-Asian Studies.

EL PUEBLO OSETIO LLEGÓ hace mucho tiempo al Cáucaso. Según los georgianos, esta gente se asentó en la región entre los siglos XVI y XVIII. Sin embargo, los osetios –que se consideran descendientes de los alanos– argumentan que se establecieron en esta zona hace más de 4.000 años. Es el único pueblo cristiano del Cáucaso Norte, y ha sido, junto con los armenios, el principal aliado ruso en la zona. Esta condición les ha granjeado la enemistad de todos sus vecinos incluyendo, entre otros, a los georgianos.

El enfrentamiento entre los dos pueblos se produjo durante el período en el que Georgia fue independiente (1918-1921). Los georgianos, partidarios de los mencheviques, acusaron a los osetios de trabajar para los bolcheviques. Las revueltas fueron duramente reprimidas por Tblisi y según fuentes osetias, más de 5.000 personas fueron asesinadas. En 1921, el Ejército Rojo invadió Georgia concediendo la autonomía a Osetia del Sur, lo que fue considerado por Tblisi como un premio a Tskhinvali.

FIN DE LA PAZ FALSA
El problema se mantuvo latente a lo largo del período soviético. La caída de la Unión Soviética provocó una guerra (1990-1992) que acabó con la falsa paz. Los acuerdos de Sochi (1992) establecieron la presencia de fuerzas de interposición entre las dos partes como garantes de la paz. Durante el período de presidencia de Shevardnadze, el conflicto permaneció congelado mientras Osetia actuaba como un Estado independiente, aunque sólo de facto.

La llegada al poder de Saakashvili supuso una vuelta de tuerca al problema. Saakashvili fijó la integridad territorial de Georgia como una de las metas de su vida (según sus propias palabras). Georgia comenzó una ofensiva policial contra Osetia del Sur sobretodo en lo referido a los tráficos ilegales que utilizan el túnel de Roki que conecta Osetia del Sur y del Norte.

APUESTA POR EL DIÁLOGO
Ante ésta y otras medidas, los independentistas surosetios lanzaron un órdago a Tblisi. El líder de la autoproclamada República de Osetia del Sur, Eduard Kokoity, convocó un referéndum de independencia para el pasado 12 de noviembre. La consulta era además un plebiscito sobre la continuidad de Kokoity como presidente. Por supuesto, Kokoity fue reelegido presidente por un 95,5 por ciento de los votantes que además apoyaron masivamente la opción de la independencia.

Sin embargo, un grupo de ciudadanos de Eredvi (zona de Osetia controlada por Georgia), liderados por el ex primer ministro osetio, Dimitri Sanakoev, creó la Unión para la Salvación de Osetia con la intención de organizar una consulta alternativa. El referéndum versaba sobre la posibilidad de iniciar un proceso de diálogo con Georgia. Un 94 por ciento de los votantes apoyaron a Sanakoev y su opción de paz.

¿GEORGIA EN LA OTAN?
Los comicios han dividido aún más a las sociedades de Georgia y Osetia. La primera víctima de esta nueva crisis ha sido el ministro de Economía de Georgia, Irakli Okruashvili, que fue además gobernador de la región de Shida Kartly. Okruashvili, defensor de la integridad territorial de Georgia y azote de las redes de tráfico de drogas, había especulado con la posibilidad de dimitir si se producía dicho referéndum.

A nivel internacional, tan sólo Rusia ha expresado su apoyo a la república secesionista, recibiendo a su líder, Eduard Kokoity, cinco días después de la consulta independentista.

Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) han expresado su preocupación ante la nueva situación que se ha creado en Georgia después de la celebración de los referéndums de Osetia del Sur. Así, se puede afirmar que Kokoity no ha logrado la legitimidad internacional que buscaba.

Estos comicios deben ser entendidos como un nuevo intento de desestabilización de Georgia ante la posibilidad de que sea invitada a integrarse en la Alianza Atlántica (OTAN) en la próxima Cumbre de Riga. Hay que decir que, aunque esta posibilidad es bastante remota, parece ser un proceso irreversible, ya que Georgia ha logrado encauzar su historia en las vías que conducen hacia el mundo Occidental.

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